En agosto del 2008 todo parecía marchar sobre ruedas en la vida de Ignacio González. Había escalado lo suficiente en el P.P como para ser el segundo al mando de la Comunidad de Madrid después de la Todopoderosa presidenta madrileña Esperanza Aguirre. A sus 47 años podía darse el lujo de comprar una casa de 447 metros cuadrados en la exclusiva urbanización madrileña de Aravaca en donde sus tres pequeñas hijas y su esposa vivían a placer. Sin embargo, aunque él no lo sepa, todo está a punto de resquebrajarse.
Su ascenso meteórico le granjeó enemigos. El propio jefe del P.P en esa época, Mariano Rajoy, le recriminó por los rumores de corrupción que estaban empezando a circular contra él. Sordo ante las advertencias de las más altas esferas de su partido, viaja ese verano a Cartagena. Detrás suyo, en el mismo vuelo, se ha embarcado un hombre que no le perderá pisada en Colombia.
Casi una década después Julio Gutiez, un hombre de mediana edad del cual no se sabe nada más, decide hablar con el diario Crónica de Madrid y cuenta cómo fue su correría por la Costa Atlántica colombiana siguiéndole el rastro. Sus enemigos sabían que estaban haciendo una fortuna al frente del Canal Isabel II comprando sociedades latinoamericanas por precios muy superiores a los reales para quedarse después con la diferencia obtenida. Era un escándalo de proporciones parecidas a lo de Odebrecht.
Gutiez nunca da el nombre de quien lo contrató. Sólo dice que un empresario cercano al P.P le pagó 300 mil dólares por espiar a González dolido por no haber logrado el contrato de seguridad del Canal, otorgado a la empresa de un amigo íntimo de González.
Bastaron pocos días para que Gutiez se diera cuenta de la verdad: En Cartagena González cenó con dos narcos españoles relacionados con el Cartel del Norte del Valle. La idea era que la empresa del Canal Isabel II en Barranquilla, la Triple A, se desvinculase de su participador mayoritaria. González recibiría 300 millones de euros. La propuesta era tentadora pero el negocio que tenía la segunda persona más poderosa de Madrid era más que rentable. Cada constructora que quería hacer alguna obra con el Canal Isabel II debía pagar un 10 por ciento de comisión. Es decir, por cada 10 millones de dólares había uno para repartir. La estrategia fue tan eficaz que pudieron comprar islas en República Dominicana y fincas en Colombia.
Según Gutiez en ese desayuno se habló de mover dinero en la Sociedad Panameña Lauryn Group y del banco suizo Anglo Irish Bank. Con esas primeras indagaciones del espía, empezaba la Operación Lezo.
González regresó a casa sin ningún inconveniente. Compra un ático en Málaga de 257 metros cuadrados. Nunca declara el monto de lo que le costó y se hace pasar por arrendatario. En el 2011 toma las riendas de la Secretaría General del P.P madrileño y en el 2012 reemplaza a su mentora, Esperanza Aguirre en la Presidencia de la Comunidad de Madrid. Mientras ascendía imparable, los negocios tampoco se detenían. En el 2013 compra la sociedad brasilera Emissao por cuatro veces su valor. Ese mismo año compran la empresa colombiana Inassa por 83,6 millones de dólares cuando solo valía 8.
Siguió intocable en el P.P, con su posición de privilegio dentro de la Comunidad de Madrid hasta que el pasado martes 24 de abril, cuando estaba a punto de entrar en su casa lo arrestaron. Sólo hasta ese día supo que su caída comenzó a gestarse en ese viaje a la Costa Colombiana. Varios de las personas que lo acompañaron a ese desayuno en Cartagena también empiezan a caer como fichas de dominó. Nunca supieron que en el mismo restaurante, unas cuantas mesas más atrás, agazapado entre las risas y el jolgorio del Caribe, Julio Gutiez lo apuntaba todo. Nueve años después el ventilador se ha encendido.