Aída Merlano no se fugó. La fugaron. Ella no contaba con los medios para mover el aparato que hizo posible su huida y salida del país. La sacaron para que no hablara, para que no se concretara el acuerdo que estaba negociando con la Fiscalía para entregar información que permitiría desmontar una de las maquinarias electorales más poderosas del país. Sabe demasiado. Desde sus inicios como líder de barrio, hasta su llegada al Congreso, Merlano fue impulsada por las fuerzas políticas que la convirtieron en la cabeza visible de una empresa criminal dedicada a defraudar el sistema electoral en la región Caribe.
Con todo lo tragicómica que ha sido la respuesta de la Cancillería al lío diplomático que se les armó con su captura en Venezuela, lo cierto es que Merlano no va a regresar porque Maduro no la va a devolver, y al gobierno de Colombia no le interesa que la devuelvan.
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Merlano no va a regresar porque Maduro no la va a devolver, y al gobierno de Colombia no le interesa que la devuelvan
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Yo fui la primera sorprendida cuando supe de su recaptura. Llegué a pensar que la habían asesinado, como ha pasado con tantos testigos. Sus padrinos son demasiado poderosos y esta nueva circunstancia complica mucho las cosas. Ella sabe lo que significa: se ha convertido en objetivo y van a intentar callarla a como dé lugar. Es por eso que, si quiere vivir y garantizar la vida de sus hijos, lo mejor que puede hacer es buscar la manera de hablar, confesar y entregar pruebas. Guardar silencio no le ayudará.
Y si no cree en la justicia colombiana, y tiene razones para desconfiar, debe buscar el contacto directo con las autoridades de justicia en los Estados Unidos. Su caso guarda relación con múltiples investigaciones por lavado de activos y narcotráfico. Ella, todo su conocimiento de la red criminal que la maneja, podría ser la clave para conectar la compra de votos con el lavado de activos.
¡Habla Aida, Habla! No te quedes callada. El daño que has hecho, tu responsabilidad en esa empresa criminal que ha promovido la pobreza, la inequidad y el subdesarrollo en la costa Atlántica, te obliga a decir la verdad. Tú sabes de que te hablo. Esa es la red de los carteles que se roban los recursos de la salud, que desaparece y negocia los cupos escolares de los niños, que reclama dineros a nombre de enfermos ficticios, que se traga los recursos de la infraestructura. Es hora de hablar. Esta huida tiene solo dos desenlaces: o la justicia, o la muerte violenta. Haz lo correcto. Habla. Ya.