Por las calles del barrio El Batán de Bogotá es cada vez más inseguro caminar. No importa la hora del día porque los robos se dan igual en las mañanas, en las tardes o en las noches, cuando las calles se encuentran solitarias o llenas de gente. Roban y huyen por la calle 127 o por la Autopista Norte. Roban con descaro e impunidad.
Los ladrones atracan igual con cuchillos o con armas de fuego, en motocicleta, bicicleta o a pie, sin importar que sus víctimas sean personas de la tercera edad o padres que llevan cargados a su hijos en brazos como sucedió esta semana.
Por las calles del barrio comienzan a aparecer afiches de advertencia puestos por los residentes, que impotentes se han ido acostumbrando a oír los gritos de las víctimas, mientras llaman a las autoridades, que siempre llegan cuando ya no hay nada por hacer.
La presencia policial es casi inexistente, repitiéndose lo mismo que en otras zonas de la ciudad: tras las quejas la policía hace alguna presencia por un día o dos antes de no volver a aparecer. Ya El Batán no es un barrio tranquilo y a las autoridades parece no importarle. Los residentes de El Batán se encuentran acorralados por los atracos.