Después de los 4 eventos democráticos que tuvimos este año regresemos a la normalidad, la violencia. Fonseca (Guajira) es uno de esos pueblos elegidos por el gobierno nacional como centro de pacificación, allá, en uno de sus corregimientos, se encuentra uno de los territorios de paz y reinserción a la vida civil de muchos de los integrantes de las desaparecidas guerrillas de las Farc. Y es precisamente hoy este territorio que no goza de paz y donde la violencia urbana que no parece tener fin.
Es tan grave la situación que el alcalde municipal debió enviarle una carta al presidente de la República, pidiendo una intervención urgente a esta situación. Fue justamente hoy cuando los pobladores de este municipio realizaron una marcha donde dejaron ver que realmente están cansados de los actos de violencia que los acorrala. Fue una marcha donde acudieron cientos de fonsequeros incomodados por la inseguridad que se vive. Se paralizó el comercio, salieron a marchar estudiantes, empleados de la salud, empleados públicos, en fin, gran parte de la comunidad salió a sentar su voz de protesta ante los hechos graves de violencia que han dejado varios muertos en el transcurrir del año.
La marcha terminó con la realización de un consejo de seguridad encabezado por la gobernadora, el alcalde municipal, otros gobernantes de las municipalidades del sur del departamento y las cabezas de las fuerzas militares de la zona. Pero esta situación no es nueva, se viene cocinando desde finales del año 2014 cuando se empezaron a mostrar con fuerza los hechos de violencia. Desde entonces, Fonseca ha estado siempre en el deshonroso top 5 de los municipios más violentos de La Guajira, en algunos meses muy cerca a las cifras presentadas en Riohacha y Maicao, municipios más grandes y con una población mayor.
A finales de 2014 la situación no era tan traumática, se reportaban 1 o 2 robos, pero hoy, cuatro años después, estos actos se han multiplicado por 3 o por 4. En Fonseca se presentan 5, 6, y hasta 7 casos en un día, es algo que está fuera de control. Con el paso de los años la delincuencia recrudeció sus acciones. En el 2018 ya son varias las víctimas mortales por arrebatarle sus pertenencias. Esta fue la razón principal para que el pueblo saliera a las calles.
El caso el de Elkin Brito Suárez, un joven al que todos cariñosamente le decían "padrecito”, porque alguna vez se había presentado para ser sacerdote. Era una persona muy servicial, la amabilidad y disposición a ayudar, eran valores en su vida. Él perdió la existencia después que le dieron varios tiros por defender una moto de su propiedad. Fue internado en un hospital, luchó por su vida, pero murió el domingo 26 de agosto.
La violencia ha sido tan cruel que no hay respeto por nadie ni por nada. Otro personaje muy querido y conocido por todos los pobladores es Amador, un joven que asiste a todos los eventos religiosos que se presenten, va a todos los velorios y asiste con costumbre de pueblo a cada evento social. Él es una persona con capacidades físicas y mentales diferentes, a quien los delincuentes le apuntaron con un revólver por robarle el celular. Era su celular el único medio de contacto con su familia, era la única cosa de valor que tenía.
Este acto es una fuerte señal de alerta para las autoridades, cuando no hay respeto por los ancianos, niños, mujeres embarazadas y personas con capacidades diferentes, quiere decir, que el tejido social se rompió, o quizás, que la drogadicción está haciendo sus efectos.
Las autoridades han hecho una labor intensa, pero que se quedan cortas ante tanta delincuencia. Así como está Fonseca, hay otros tantos municipios en Colombia, paralizando sus actividades comerciales, acorralados por los delincuentes y llorando a muertos inocentes, que nunca han participado en guerras, nunca han estado en actos de violencia, ni mucho menos le han hecho daño a nadie.
En estos casos se debe combatir la violencia con represión real, no se puede tener un pueblo desarmado con delincuentes con armas hasta los dientes. Las armas las tiene la policía y el ejército, y militarizar el pueblo no puede dejar de ser una opción. Pensar en la Policía Militar y acompañar esto con toques de queda mientras se controlan delincuentes, no puede ser una idea descabellada. Puede que suene una opción loca que el ejército esté días y noches en un pueblo que “está en paz”, pero de no ponerle un “quieto" ahora a la violencia, lo que va a garantizar es su recrudecimiento y la intranquilidad de sus ciudadanos.
No tomar control real sobre los recientes brotes de delincuencia puede ser peligroso, que la población se arme como lo están dejando ver en las redes sociales y tome las medidas de seguridad por su propia cuenta, puede llevar a peores consecuencias que no son del todo agradables. La historia de Fonseca y La Guajira habla, se conoce el paso de la guerra, se sabe también que es acabar familias enteras por defender propiedades. Se puede estar jugando con candela y la anarquía no deja de estar a la puerta de la esquina.