Habitantes de calle en Bogotá: un fenómeno que tenemos que afrontar

Habitantes de calle en Bogotá: un fenómeno que tenemos que afrontar

"¿Qué ha pasado con las campañas de la Alcaldía? ¿Qué acciones debemos tomar los que vivimos en la capital?"

Por: Geovanni Cárdenas
septiembre 01, 2016
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Habitantes de calle en Bogotá: un fenómeno que tenemos que afrontar
Foto: Bogota.gov.co

Hasta hace seis meses, se escuchaba en la opinión pública de Bogotá cuestionamientos acerca del motivo por el cual existía un sitio de expendio de drogas --Bronx-- tan cerca de un batallón del Ejército, una estación de Policía, el Palacio de Nariño y el Palacio de Liévano.

El 28 de mayo pasado, se realizó la intervención a este lugar en donde el menor delito que se cometía era precisamente la venta de todo tipo de drogas ilícitas. En el Bronx se practicaba la trata de personas, explotación infantil, tráfico de armas, peleas ilegales, funcionaban casas de pique y tortura, se ejercía la inducción a la prostitución en mayores y menores de edad hombres y mujeres.

Pero, paradójicamente, muchas personas en vez de aplaudir y apoyar esta intervención, salieron a criticarla y tildarla de improvisada, aduciendo que no se planeó qué se iba a hacer con los habitantes de calle que salieran del Bronx.

Del Bronx se rescataron 134 niños que fueron puestos a disposición de 80 defensores de familia y del ICBF, quienes asumieron su custodia y los pusieron en tratamientos de desintoxicación y rehabilitación dándoles una nueva oportunidad para mejorar su vida.

¿Pero qué pasa con los habitantes de calle mayores de edad? ¿Por qué no los recogen y se los llevan? En primer lugar, hay que decir que la habitabilidad en calle no se constituye ni un delito ni una contravención, por esta razón hay que respetar el derecho a la libre movilidad que tienen estas personas de transitar por la ciudad.

En segundo lugar, hay que hablar de las personas que son adictas, y a quienes de acuerdo con las leyes vigentes y los pronunciamientos de la Corte Constitucional no se les puede obligar a tomar ningún tipo de tratamiento y mucho menos internarlos en centros de rehabilitación.

Aunado a lo anterior, no en cierto como afirman algunas personas que los habitantes de calle luego de la intervención del Bronx se hayan esparcido a lo largo de la ciudad, en el Bronx habían aproximadamente 1800 habitantes de calle, y de acuerdo al último censo realizado en Bogotá en el 2011 la población total era de 9614, entonces donde se encontraban los restantes 7814?, pues a lo largo de la ciudad.

Para apoyar esta afirmación, se puede ver la encuesta que se recogió entre el 14 de julio y el 16 de septiembre de 2015 (anterior administración) y se aplicó a 1.007 personas, en donde se encontró que el 87,3% de personas reveló la presencia de habitantes de calle en su entorno social. De este grupo, el 43,9% de las personas manifiesta que su presencia en las calles es frecuente; ya sea en su barrio (27,5%); en su trabajo (25,5%); en Quebradas, Humedales y Caños de la Ciudad (22,2%); en el transporte urbano (21,1%); en los semáforos (20,4%); o en los parques que frecuenta (14,1%).

Así las cosas, considero muy mala la propuesta de algunos sectores de hacer campamentos donde se concentren los habitantes de calle y mucho menos permitir que un lugar como el Bronx, si Dios ni ley, vuelva a existir dentro de la ciudad. El Estado debe avanzar en campañas de prevención y fortalecer la confianza del habitante de calle en la administración, ya que esa es la base para iniciar el proceso de intervención para aceptar las ofertas institucionales. La falta de la confianza es uno de los mayores obstáculos para intervenir este tipo de población.

Pero no es sólo una responsabilidad del Estado, como ciudadanos tenemos que hacer parte de este proceso concientizándonos y reconociendo al habitante de calle con una persona sujeto de derechos y de obligaciones, como decía el padre Javier de Nicoló (Q.E.P.D.) “hay que hacer la calle poco atractiva para que los habitantes de calle acepten los programas que ofrece el Distrito”, consecuentemente tenemos que evitar dar limosnas, comida y materiales con los que ellos puedan hacer cambuches o conseguir dinero, si nuestra intención es ayudar debemos convencerlos de asistir a lugares especializados instituidos por el gobierno para prestarles la atención requerida, y también se puede hacer las donaciones y ayuda social en estos mismos sitios donde se lleva un proceso y un control para su rehabilitación.

Frente al tema de educación, para las entidades queda el reto de incluir en sus programas acciones que permitan a aquellos que estén interesados culminar sus estudios y complementarlos con la formación en artes y oficios, que permitan que el habitante de calle, tenga una forma digna de trabajar, y así motivarlo a dejar la calle.

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