Hoy, cuando camino en medio de una locura comercial, en donde las personas han dejado de importar como seres humanos y han tomado valor por su dinero, he visto cómo este país se ha convertido en una pasarela de indígenas desplazados por la violencia y el abandono gubernamental, no queda más que indignarme y pronunciarme al respecto.
Cada día son cientos los indígenas que son vulnerados, y por nuestra parte olvidados o peor aún, simplemente ignorados. Ahora encuentro algo más preocupante y es su desaparición, sus tribus o comunidades se han ido evaporando desde que algunos colonos llegaron a nuestras tierras, contando con que en aquella época no existían los muy defendidos “derechos humanos” que lastimosamente, o por lo menos para esta población, no llega a ser un derecho sino por el contrario un beneficio.
Y así seguimos en un círculo vicioso en el que la vida del citadino cobra más importancia, en donde a cada indígena se le trata como un extraño, ¡qué ironía! puesto que si miramos al pasado y somos justos, los relativamente nuevos somos nosotros.
Entonces cuando leo por distintos medios de comunicación que tenemos sólo 1’420.000 indígenas, y que su existencia en los próximos años será mucho menor, puesto que se estima que 890.000 desaparecerán -lo que equivale a un 62% de esta población- me pregunto en qué piensa el Gobierno, qué papel se supone que cumple en nuestro país y si realmente le importa la totalidad de su nación o sólo las metrópolis, aunque esta última cuestión parece tener una respuesta.
De esta manera y al ver la parsimonia con la que se han llevado a cabo apenas dos de los 35 planes de salvaguardia que protegen y mejoran la calidad de vida de los indígenas víctimas del conflicto armado y al abandono en el que se encuentran, se podría decir que el Gobierno ha perdido el tiempo invertido en la creación de leyes que velan por la protección de estas minorías porque en definitiva poco es lo que se ha desarrollado.
Considerando que tenemos un gobierno al parecer inútil o más bien que pretende tapar el sol con un dedo, hago un llamado a la ciudadanía para que se pronuncie y finalmente sea testigo de una igualdad por tanto tiempo perseguida en nuestro país.