Alexandra Marín dejó de ser combatiente de las Farc, para convertirse en fotógrafa a la que mucha gente quiere escuchar. Es vallecaucana, concretamente tulueña.
Un día decidió irse al monte a formar parte de las guerrillas de las Farc en los llanos del Yarí. -. A la muerte de su madre, la agrupación se convirtió en su familia.
En la guerra fue enfermera y combatiente, pero un día el azar puso en sus manos una cámara de fotografía y una amiga, llamada Liliana, le compartió el ABC de este oficio de testimoniar en imágenes lo que sucede ante nuestros ojos.
Desde aquel momento hasta hoy, le ha tocado hacer muchos disparos. Primero con como combatiente con un fusil, y hoy, en eso que llaman «la vida civil» con una cámara fotográfica que le ha llevado por varios momentos hasta a ejercer hoy su oficio en la Oficina de Prensa del Senado de la República.
En el 9º Festival Internacional de literatura, Oiga, Mire, Lea, que se realiza en Cali, estaba anunciada para hablar de su libro “Disparo x disparo” ; un libro que recoge momentos de su quehacer como fotógrafa. “Alexa Rochi, —anunciaba la programación—, conversa con Jorge Idárraga sobre su libro.
Antes de su presentación la vi por ahí, mirando libros, hablando con la gente. Le pedí unos momentos para que charláramos un poco de ella y su oficio y este es el resultado de ese momento.
Alexa o Alexandra —le dije — ¿cómo le gusta que la nombren?
—No tengo ningún problema. Alexa o Alexandra está bien, no hay ningún problema.
¿Qué ha significado para usted estar hoy inmersa en esto que llaman “la sociedad civil?
«Inicialmente, es un reto porque hay muchos estigmas. Aún hay muchos prejuicios. Hay mucho desconocimiento de lo que fue la firma de un acuerdo de paz. Hay mucha romantización también en la entrega de los fusiles de la que fue la guerrilla más antigua de Latinoamérica, porque hubo entrega de los fusiles de Las Farc, pero eso no significa que esa fuera la paz total. Esto inicialmente fue un reto, pero también un compromiso, porque la palabra empeñada hay que cumplirla».
¿Cómo persona; ¿de qué le ha servido estar fuera, haber dejado de ser combatiente, e integrarse a esta sociedad?
«¿De qué me ha servido? De todo. Gracias a la firma del Acuerdo de Paz, gracias a la Paz, y pese a que políticamente la implementación ha sido nula, eso me permite estar aquí hablando contigo. Eso me permite estar hoy, aquí en mi Departamento, presentando mi primer fotolibro y ha sido bello estar lejos, un poco de la muerte, y lejos de esa inercia de la guerra»
¿Cuál clic la ha emocionado más: el del gatillo de un fusil, o el del obturador de la cámara fotográfica?
«El del obturador de la cámara indudablemente. Por eso la analogía y el título de mi libro “Disparos x disparos”. Creo que la guerra nos dejó claro ese clic, ese martilleo nos dejó claro que a plomo no se soluciona nada, y no nos pueden decir lo contrario, porque fueron 53 años de confrontación y no se hizo nada. Creo que en este momento valen más las fotografías que las ráfagas de un fusil».
¿Tiene algún temor de caminar por este mundo colombiano?
«No, no, no.—dice con vehemencia— Creo que, parafraseando un poco a Gabriel García Márquez, volvería a hacer todo igual a como lo he vivido hasta ahora. No hay temor. Pienso que cuando uno determina defender sus posturas políticas, sociales, bien como político, o como defensor de derechos humanos, como lo que tú escojas, siempre va a haber un riesgo. Siempre va a haber gente que te va a decir “oye, no, a mí me gusta el América; otro va a decir, a mí me gusta el Cali” y así sucesivamente. Entonces diría, una chica que se llama la muchacha Isabel: “no azara”.
¿Le ha servido ser mujer para lo que hace como fotógrafa?
« En este momento, si lo hablamos en el contexto puntual en el que estamos, “Disparos x disparos” es un proyecto autofinanciado con mi esposa y lo que ha dejado ver es que, históricamente, el arte ha estado relegado. Ha sido como: “Venga, ¿No hay nada que hacer? Hagamos algo de arte aquí. Ha sido como el tapa huecos, por definirlo de alguna forma. Complicado hacer arte; pero cuando haces arte con memoria es otra cosa. Cuando se toman posturas políticas es otro reto, pero cuando lo hacen dos mujeres es mucho más complejo. Entonces, yo creo, unas por otras. No voy a decir como que todo está mal, pero hay esos retos y los asumimos. Creo que nos ha ido bien y aquí estamos »
¿Quién hizo la curaduría para las fotos que están en el libro?
« El proceso de curaduría tiene varios pasos. Inicialmente, “Disparos x disparos”, empezó ante una situación de desempleo. La que es mi esposa dijo: “hay que hacer algo con todo el archivo que tienes” y llamamos primero a dos amigas antes de buscar una editorial. Pusimos como mil fotos en mi apartamento —yo digo jodiendo— era un centro de operaciones y entonces llegó una francesa que fue la primera mujer a la que yo admiré; incluso estando yo en armas pensaba esta mujer es tremenda y lleva muchos años registrando conflicto en Colombia y poder contar con su visión, con su concepto, para mí fue un honor y sigue siéndolo. También contar con el conocimiento de una de las mejores reporteras y foto retratistas que tiene el país y que es mi amiga, Victoria Holguín. No fue como que llegáramos a donde Santiago Escobar, el editor, a decir: “Ven, traemos estas mil fotos y no sabemos qué hacer. No: traíamos una propuesta y había una línea política, social y había además un concepto. Y le dijimos: estas son las fotos que vamos a trabajar, estas son las innegociables y estas son las negociables”. Así se hizo.
¿Considera que las fotos del libro, son buenas por la técnica o son buenas por la historia que muestran?
«Yo creo que aplican las dos. Porque el dicho reza: “que la flecha no hace al indio”; es decir, en el foto libro “Disparos x disparos”, hay fotos realizadas con cámaras compactas que se hicieron —¡hijuemadre!—, sin pensar que se iba a llegar a la firma de un acuerdo y que íbamos a estar hoy acá, pero también se ve todo el proceso: el cambio de cámara, el cambio del concepto, el afinar la puntería y aprender de los otros».
¿Qué la pone triste?
«Saber que hoy en día soy Alexa Rochi; y que la persona que fue Rochi, la real, no pudo ver lo que pude ser y lo que he logrado hacer».
¿Qué le da alegrías?
Ríe…«Sabes, nunca me lo había preguntado. La tranquilidad de estar en mi hogar con mi esposa, mis perros, mis gatos, eso me da felicidad, que mi familia esté bien, eso me da tranquilidad»
¿La canción que siempre escuche cuando hay un vino de por medio?
«El cantante de Héctor Lavoe y Mi Valle del Cauca, del maestro Jairo Varela».
¿Qué cree que en su charla le va a dejar al público?
«Más allá de contar sobre mi libro, el mensaje es que si yo pude aún con todos los avatares y todos los procesos que hubo para hacer este libro, que no fue fácil, pues cualquiera que se empeñe en hacer cualquier proyecto, de memoria, de arte, también lo va a lograr»
Hay palabras o frases que caminan con uno por la vida ¿Cuál es la suya?
«Nunca rendirme, ser obstinada, Esa es mi motivación y esa, es mi fortaleza».
Fui a escucharla: es vivaz, sabe contar, esa ágil con la palabra, a veces reafirma lo dicho con un madrazo, quizá rezagos de ese monte duro que le tocó vivir. La miro y pienso en esa Colombia que ha arrinconado a tanto joven a vivir una vida que nunca debieron padecer. Los aplausos, luego de su, charla, reafirmaron que el éxito en su oficio empieza a ser la mejor opción de haber cambiado “Disparos x disparos”