El reconocido médico neurólogo Sigmund Freud en su obra La psicología de las masas y el análisis del yo estableció lo siguiente: “un individuo integrado en una masa, experimenta, bajo la influencia de la misma, una modificación, a veces muy profunda, de su actividad anímica. Su afectividad queda extraordinariamente intensificada y, en cambio, notablemente limitada su actividad intelectual. Ambos procesos tienden a igualar al individuo con los demás de la multitud, fin que solo puede ser conseguido por la supresión de las inhibiciones peculiares a cada uno y la renuncia a las modalidades individuales y personales de las tendencias”.
Ahora bien, esta teoría nos puede dar respuestas frente al fenómeno de las concentraciones convocadas por el candidato presidencial Gustavo Petro, el cual sin duda alguna ha roto récords, en cuanto a multitudes se refiere, en la mayoría de las plazas públicas de todo el territorio nacional, creando a su vez un sentimiento de poder invencible, un contagio colectivo de triunfo comandado por el poder mágico e hipnotizador de las palabras de Petro. Las masas piden ilusiones y el candidato se las da, con una quimera que supera de lejos la realidad.
Históricamente este fenómeno se ha visto con multitudes que han perdido el control manifestándose en los movimientos revolucionarios, convirtiéndose en una amenaza para el desarrollo del capitalismo industrial de la época. Napoleón Bonaparte es un ejemplo importante de la psicología de las masas, en una ocasión le dijo a su consejero de estado “comulgando en público termine con la guerra de la Vendée; haciéndome pasar por musulmán me establecí en Egipto; con dos o tres declaraciones papistas me ganaré a todos los curas de Italia”.
Igual está sucediendo actualmente en Colombia, en donde las masas petristas están tomando fuerza y lo emocional está superando lo racional, lo que podría derivar en acontecimientos violentos y vandálicos si el día de las elecciones se ve desvanecida la ilusión pregonada por su líder, que como Napoleón anda con camándula en mano y crucifijo en pecho para no parecer ateo; haciéndose pasar por cordobés para establecerse en la costa caribe, y haciendo dos o tres promesas populistas para ganarse a los colombianos.
El uso de la psicología de las masas controla al pueblo, y cuando se tiene el poder para controlar a las masas se tiene el poder para gobernar. Eso es precisamente lo que está sucediendo en Venezuela y de ahí viene el temor de que eso llegue a suceder en Colombia, ya que Petro conoce perfectamente esta teoría de Freud y al parecer la está manejando al pie de la letra. Además, en mi opinión, si llega a ser presidente difícilmente se bajará de allí e intentará perpetuarse teniendo contento al pueblo, pero jodida a la nación.
Esperemos que este fenómeno si Petro no gana las elecciones no desemboque en acciones violentas, ya que también es una característica de las masas cuando sus propósitos no son alcanzados, y es cuando la impotencia, la irracionalidad, aunada a la motivación de su líder, se convierten en detonantes para un inicio de guerra civil en Colombia. Dios nos ampare y proteja. Esperemos que la teoría de Freud esté en algo equivocada.