No es bueno para los sectores alternativos lo que se ve y se oye por estos días, por lo menos en Bogotá. La derecha y su emporio mediático no hacen ningún esfuerzo para golpear a los sectores progresistas porque ese trabajo lo está haciendo, y con mucha eficiencia, la misma izquierda.
Gustavo Petro con buen tino propuso hace meses la convergencia de los sectores alternativos como estrategia para las elecciones regionales. Ahora poco se habla de esto y más bien se hace énfasis en la unicidad programática. En Bogotá el asunto se ha focalizado en el metro.
Bogotá y Cali están teniendo comportamientos electorales muy similares. En las elecciones presidenciales (2018) en primera vuelta Sergio Fajardo le ganó a Gustavo Petro en estas dos capitales. Con la adhesión de los verdes (Claudia López y Antanas Mockus) para segunda vuelta, Petro obtiene un incremento del 80% de votos; el voto en blanco de Fajardo solo le restó un 20% aproximadamete. Ello ocurrió, en términos generales en todo el país, con excepción parcial de Antioquia y la zona cafetera.
Lo menciono porque tengo la impresión de que la pugnacidad que se ha desatado entre Petro y Claudia va en contravía de lo deseable para el campo progresista.
El gran mérito de Petro en las elecciones presidenciales de 2018 fue haber roto el multipartidismo, obligar a la derecha y al establecimiento a unirse para evitar un triunfo progresista y, que no es un asunto menor, haber posibilitado que por primera vez en toda la historia republicana de Colombia la izquierda y el centro progresista se convirtiera en opción real de poder. Echar al traste ese esfuerzo me parece una torpeza oceánica, por decir lo menos.
He sostenido que el Centro Democrático goza de una sobrevaloración electoral. El CD hace gala de sus 10.8 millones de votos cuando apenas el uribismo obtuvo alrededor de 2 millones de votos en las elecciones para senado. Igual debo de advertir que los verdaderos votos de Petro son los de la 1ra vuelta, 4.8 millones; en los 8.03 millones de la segunda vuelta tuvo mucho que ver, además de la concentración natural de los votantes en los 2 bloques en disputa, el apoyo decidido o condicionado (para el caso es igual) de los Verdes, y en particular de Claudia y Antanas.
Con esto lo que quiero significar, y esto va dirigido a la cantidad de termocéfalos que por estos días insultan a Claudia y a Petro en las redes, es que acá nadie es dueño absoluto de esos 8.03 millones de votos y que más bien dentro de las sectores alternativos esa cifra está más o menos repartida en dos bloques.
El sentido común obliga, entonces, a trabajar en dirección de consolidar esa fuerza y de ampliarla, pero lo que se observa es que se trabaja con ahínco en sentido contrario. La persona con mayores posibilidades del campo alternativo en Bogotá para ganar la alcaldía es Claudia López, pero hay mucho activista excitado con la posibilidad de que Petro se distancie de esa opción. Tal capricho solo le facilitaría el triunfo a la derecha, que muy seguramente se reunirá, ésta si no es infantil, en torno a Carlos Fernando Galán.
La política, como decían los teóricos clásicos, es el arte de lo posible y a ella se debe llegar con ánimo de sumar y no de restar. En la izquierda tenemos doctorados en escisiones y divisiones por razones nimias, por eso nos cuesta mucho ganar y sostenernos en el poder político. No sabemos de coalición ni de acuerdos fraternos. Confundimos la ideología con la política y siempre caemos en la tentación de creer que solo nuestro criterio tiene sentido. Somos conceptualmente hegemónicos y aunque defendemos la diversidad no la practicamos.
Traigo a colación una observación dirigida a mis correligionarios de Colombia Humana que desarrollé en otro texto. La Alianza Verde es una propuesta política de centro que busca anidarse en esa parte del espectro y sus propuestas son afines a ese objetivo. Son un partido distinto a la CH y a otros sectores de la izquierda; sin embargo comparte con el progresismo diversos criterios tácticos y estratégicos que lo hace parte de lo que hemos dado en llamar de manera unitaria como sectores alternativos.
Ahora bien, para logros circunstanciales ellos nos necesitan ahora (caso Bogotá y Cali), tanto como nosotros los requerimos y nos atendieron en la segunda vuelta presidencial del 2018 y como muy seguramente los esperaremos en el 2022, eso sí, sino cometemos el desafuero de expulsarlos y guiarlos a que terminen de aliados de la derecha como muchos despistados piden a gritos virtuales.
Nada me extrañaría, porque en eso somos expertos, que vayamos rumbo a una desventura. Teniendo el poder administrativo, que no político ni económico, en la alcaldía de la Bogotá Humana (2012-2015), no fue posible facilitar la gobernabilidad cotejando una mayoría en el concejo, cosa de carpintería política, perfectamente factible, y ello significó un permanente abuso de los órganos de control y una crispación potenciada por los medios, que hacía imposible el sosiego en el día a día de todos los funcionarios, cuando no el freno programático por no contar con los votos necesarios en la corporación. Eso fue muy costoso en términos prácticos. Otro error, es creer que da lo mismo tener la mitad más uno del electorado y ser elegido por el 33%, gracias a la división en el campo de la derecha. O estimular el fraccionamiento y debilitamiento de los sectores de izquierda y luego desentenderse. O no ser cordial ni tan siquiera con su misma bancada y despreciar la formación de estructuras orgánicas, pero luego si exigir apoyos y seguimientos incondicionales. Estamos hoy a ad portas de unas elecciones regionales, para no ir tan lejos, sin una estructura orgánica que nos reúna y facilite la labor proselitista y de salidas a la coyuntura. Todo dejado al voluntarismo y al azar.
En fin, llamo la atención sobre la cordura y el respeto entre amigos. Guardemos la enjundia y la alevosía para otras trincheras. Tanto CH como el Verde y otras expresiones cercanas merecen respeto, estamos en el mismo camino y vamos en la misma dirección. Su vínculo discrepante debe ser el fluir de las ideas pero con cordialidad y búsqueda del consenso. No armemos desde ya la discordancia del 2022 que puede pulverizar lo acumulado hasta ahora.
Nota: para verificar soporte estadístico recomiendo este estudio de la MOE.