Petro, con su lamento por la caída del muro de Berlín, se quita la máscara de demócrata sacando del armario su comunismo estalinista del siglo XXI, refundido en el último cajón para no espantar electores. Su desaprobación de la caída del muro de Berlín, aprueba el régimen comunista estalinista que lo sostenía. Será que Petro y su progresismo, estancado con obcecación por décadas en el oprobioso paradigma del estalinismo marxista, con dos cartas debajo de la manga del poder: el juego a la democracia y el uso de las armas ¿Nos conduce al régimen comunista que sostenía el muro?
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Después de un siglo de comunismo, ¿podrá mostrarnos un solo país en el que este régimen haya logrado armonía y prosperidad social? Con el libreto estalinista, ¿se propone nivelarnos en la miseria porque si salen de la pobreza nos ha dicho, se vuelven de derecha? ¿Se atreverá a llegar hasta la opresión y la mordaza de todo lo que se le oponga? Desde el inicio de su gobierno, su discurso y sus actos nos han dado señales que apuntan a esas dos cartas:
- Por la vía democrática, con las mañas clientelistas y corruptas que el Cambio Histórico prometió
abolir, configuró una alianza con partidos que por décadas acusó de corruptos y causantes de todos los males pero su intransigencia rompió la alianza y pasó a negociar al detal, congresista por congresista, el voto afirmativo a cambio de beneficios; el voto afirmativo no es gratis. Las reformas pretenden destruir los sistemas de salud y pensional basados en la cooperación entre el Estado y el sector privado para reemplazarlos por sistemas totalmente controlados por el Estado, avanzando así hacia el estatismo comunista que concentra el control de todos los aspectos de la vida social y anula la iniciativa de los individuos. Una y otra vez ha manifestado su odio a la iniciativa privada llamando a los empresarios explotadores esclavistas, aunque por décadas como funcionario público, ha
recibido de los impuestos que pagan esos ricos que sostienen el Estado, los ingresos que lo han llevado a vivir, a él sí literalmente, como un rico al lado de las élites que dice odiar. Siguiendo al dictador vecino, propone el voto electrónico para permanecer en el poder, ganando siempre elecciones ‘Democráticas’ con el control del ‘software’ que cuenta los votos. Ha alargado la mano para interferir en el control de las juntas directivas de los gremios del sector privado. Suspendiendo la exploración y explotación de los hidrocarburos y del gas, pretende destruir el modelo económico de libre empresa dándole un golpe mortal a esta industria, columna vertebral de la economía del país, y abrirle paso a su modelo de ‘economía popular’ que no ha precisado pero por el
contexto no sería otro que el modelo estatista del comunismo: paulatinamente todos los medios de
producción pasarían a ser propiedad del Estado y en últimas, propiedad privada del jefe del Estado que decide acerca de esos medios. Aunque repite que respetará el derecho democrático a la libre expresión, ya empezó los ataques a los medios de comunicación que prefiguran la mordaza si logra imponernos su proyecto político. - El uso de las armas, si por la vía democrática no es posible la realización de sus reformas. Justo, nos
muestra su talante autoritario amenazando al Congreso con el pueblo en la calle si no se aprueban
como él las quiere e instala la guardia indígena con sus bastones a la entrada del Congreso. Desde el
balcón y en una esquina que llega a la Plaza de Bolívar para magnificar la presencia del pueblo, lanza
bocanadas de odio contra las élites esclavistas, atizando la chispa que puede encender la insurrección que impondrá su Cambio Histórico. Su primera decisión como Presidente, en contradicción con su propuesta de ‘Paz Total’, en tono imperativo ordenó que le trajeran la espada de Bolívar que es un símbolo de guerra. Luego comienza el desmantelamiento de las Fuerzas Armadas destituyendo entre 60 y 70 Generales para reemplazarlos por una oficialidad incondicional a sus propósitos. Para cumplir lo pactado con el ‘lumpen proletariado’, desconociendo la independencia de la rama judicial, ordenó la salida de las cárceles de los angelitos incendiarios de la primera linea, que auparon su triunfo creando el terror entre la población. Para los peores bandidos, la salida de las cárceles y la suspensión de las órdenes de captura dizque para convertirlos en gestores de la “Paz Total.” Ha propuesto la institucionalización de las ‘guardias campesinas’ que ya secuestraron soldados, degollando a uno, y lo más grave, la propuesta de pagarles un salario mensual a cien mil jóvenes para que dejen de delinquir. ¿Será más bien la gestación de un ejército de milicianos que se alistan para la guerra? La negociación con los ejércitos del ELN, las disidencias de las FARC y el clan del golfo, que advierten desde ya que la exigencia del cambio de modelo económico no es negociable, y exigen el derecho al secuestro y la extorsión para seguir usando la mercancía de la libertad humana que asegura sus finanzas. Paraliza nuestro ejército con un cese al fuego, fortaleciendo estos ejércitos que avanzan en el control territorial y ya son la autoridad en muchos pueblos; respetándoles su economía, no les toca el negocio multimillonario de la cocaína, el combustible de todas las violencias que nos azotan. Este panorama es la alerta roja para todos los que queremos defender el modelo democrático: la libertad de los individuos para dirigir sus vidas y realizar sus iniciativas, rechazando la anulación del individuo con la invasión de un Estado que controla todos los órdenes de la vida social y promete miseria. Como ya lo han propuesto, es imperativo deponer los narcisismos e intereses inmediatos para formar un frente que abarque todo el espectro de las organizaciones democráticas y unidos asegurar las mayorías en el Congreso en la próxima legislatura y el triunfo en las urnas en las elecciones regionales de octubre. Despejando la alerta, podremos discutir en democracia las diferencias.
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