ADOLF EICHMANN fue uno de los arquitectos del Holocausto, es decir, el exterminio de más seis millones de judíos en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, una matanza que hubiera concluido con el exterminio de todos los hebreos del continente si los aliados occidentales y los soviéticos no hubieran derrotado a Hilter en esa contienda y liberado a los tristemente famosos campos de exterminios. Eichmann, alto oficial del ejército alemán que llegó desde su mediocridad intelectual hasta el cenit de la jerarquía nazi gracias a sus bárbaros métodos, llegó a Budapest, en marzo de 1944, para proceder al envío del casi millón de judíos húngaros hasta los campos de la muerte, algo que consiguió de una forma ejemplar, metódica y rigurosa casi total si es no porque en el camino los soviéticos invadieron Hungría. Más de medio millón húngaros fueron asesinados durante el Holocausto y Eichmann fue su máximo responsable, algo por lo que más tarde, en 1961, sería juzgado y ahorcado merecidamente en Jerusalén.
En aquellos terribles días del año 1944, dos judíos húngaros, Joel Brand y Rudolf Kastner, negociaban con Eichmann la posibilidad de salvar con vida a unos millares de judíos húngaros a cambio de unos camiones, una cantidad de miles de dólares -los nazis no eran estúpidos y sabían que la guerra estaba definitivamente perdida- y algunas joyas, diamantes y objetos de valor, en la esperanza de que en la transacción se pudiera avanzar algo más y salvar a todos los judíos. Como dice el escritor colombiano Fernando Vallejo, de una negociación entre sinvergüenzas no se puede esperar nada bueno ni honesto. Al final, Eichmann dejó escapar a 1685 desesperados judíos y dejó al resto atrapados en la trampa mortal de los campos, dejando a los personajes de Brand y Kastner como dos lustrabotas del nazismo, con las secuelas de supuestamente haberse lucrado del vil metal entregado por muchos judíos, y como principales actores de un capítulo más de la historia de la ignominia universal.
JEAN CLAUDE BESSUDO es uno de los empresarios más inteligentes, brillantes, simpáticos y lúcidos de Colombia, dando fe de ello porque lo he conocido y porque siempre tiene las puertas de su casa abiertas dispuesto a escucharte. Dicho todo lo que he dicho, creo que, a veces, en la vida, hay que tomar partido por algo sin tener miedo a que te señalen con el dedo acusador o a que hablen mal de ti, es decir, tener el valor de defender tus ideas sin importarle a nadie y dejando bien claro en qué lugar estás, evitando ese juego tan colombiano de que no tienes ideología porque las tienes todas y porque eres un vulgar chaquetero sin pudor que te pueden colocar como un cromo en un ministerio o como un diplomático de quinta en vaya usted saber que recóndito lugar.
El diálogo con todos, abierto sin exclusiones y sin vetos, es algo que todos deberíamos defender porque solamente así podremos construir un país libre de intolerancia, violencia, exclusión social e injusticia. Nadie puede negarse a conversar con nadie, eso está claro, pero quizá tiene que haber unos límites y unas condiciones previas para establecer ese diálogo, tal como se hace en todos esos procesos de acercamiento, encuentro, distensión y construcción de puentes para favorecer puntos de encuentro entre las partes, pero de ahí a reunirnos con el mismo Diablo, como los buenos de Brand y Kastner, hay un trecho que ha sido, en mi opinión, claramente superado por la reunión entre el líder izquierdista y un grupo de empresarios judíos representantes de la comunidad hebrea.
GUSTAVO PETRO es un antiguo terrorista reconvertido en líder político tras su abandono de las armas y que llegó, a merced de los votos, a la Alcaldía de Bogotá. Ha sido candidato presidencial y ocupó importantes responsabilidades en el país, habiéndose convertido en un referente político fundamental en la izquierda colombiana de cara a las elecciones del próximo año en Colombia, donde casi todos los sondeos le colocan en primer lugar y con muchas posibilidades de ganarlas en una segunda vuelta, pese a tener un índice de reprobación muy alto en muchos sectores de la sociedad.
Petro, además, es un referente para la izquierda internacional, siendo un buen amigo del líder de Podemos en España, Pablo Iglesias, un declarado enemigo de Israel y amigo de los terroristas palestinos y de la “causa palestina”, y, cómo no, del tirano de Venezuela, Nicolás Maduro, quien odia al Estado hebreo y ha conseguido que la comunidad judía de ese país haya huido masivamente para siempre de tierras venezolanas, buscando un clima más propicio y poder ir a las sinagogas sin que te apedreen los esbirros de la causa bolivariana. La antigua esposa de Petro es asesora de Maduro. Y Petro, como Iglesias y Maduro, no oculta su simpatía por todos los países que son los mayores enemigos de Israel y los judíos en el mundo, tales como Argentina -que todavía no juzgo a los terroristas que asesinaron a un centenar de judíos en AMIA-, Irán, Siria y Venezuela.
¿Era mucho pedirle a Petro que antes de la reunión hubiera hecho una condena del terrorismo y de las prácticas antisemitas en el mundo? ¿O es que los empresarios judíos, llevados por el afán de protagonismo de algunos, prefirieron convertirse en meros bufones de corte del nuevo sátrapa del Caribe antes de parar en mientes acerca de lo que se estaba haciendo? Aparte de todos estos planteamientos morales, Petro había hecho numerosas descortesías a la comunidad judía, dejándolos plantados como vulgares huevones en varias ocasiones, y en sus cuentas sociales abundan numerosas pruebas de su antisemitismo congénito sin necesidad de entrar en detalles acerca de cuestiones tan obvias y redundantes. ¿Se puede caer más bajo o es que esta gente no tiene algo de orgullo y decencia como tantos otros en Colombia?
VLADIMIR ILLICH LENIN fue el fundador de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y luego su máximo líder durante el primer gobierno comunista del país. Una vez llegado al poder, cuando ya las potencias capitalistas le ofrecían su pleitesía y los periodistas occidentales se daban codazos por entrevistarle y rindiéndose ante sus encantos carismáticos, Lenin les comentaba a sus colaboradores que “los capitalistas nos venderán la soga con que los ahorcaremos”, una promesa que se acabó cumpliendo con creces en Rusia y en la mitad de la Europa que ocuparon. Lenin uno de los hombres más inteligentes del siglo XX, fue el primer socialista que acuñó la expresión de los “tontos útiles”, en referencia a esos hombres demócratas y librepensadores que llevados por su buen corazón y sus buenas intenciones les acabarían apoyando en su delirio totalitario hasta el final para después ser colgados en las horcas que ellos mismos les acabarían vendiendo como también predijo.
Breve epílogo para lectores rápidos
Adolf Eichmann fue ejecutado en Israel tras ser detenido en Argentina por el Mossad y nunca se arrepintió de sus crímenes, alegando, como tantos otros nazis detenidos por los mismos hechos durante el Holocausto, que él solamente cumplía órdenes. Joel Brand murió alcoholizado, arrepentido de haber colaborado con los nazis y acabado en un balneario alemán, a la edad de 58 años, tras ser repudiado por medio mundo, incluida su familia, por sus pactos con el demonio nazi. Katsner fue asesinado por una víctima del Holocausto en Israel, en 1955, aunque ya mucho antes había sido juzgado por la historia y un tribunal israelí por haber "vendido su alma al diablo”. Petro llegaría al poder en el año 2022, y Colombia, siguiendo los pasos de Venezuela y Cuba, rompería las relaciones diplomáticas con Israel, provocando el éxodo masivo de miles de judíos. Después de la muerte de Lenin llegaría Stalin al poder y, con él, se pondría en marcha toda una clara política antisemita con el famoso complot contra los médicos judíos, el final de la autonomía hebrea en una región de la URSS y las ventas de armas por parte de ese país a todos los enemigos de Israel, por solo relatar algunos hechos y no extenderme. Continuará.
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