Señor Gustavo Petro Urrego.
Presidente de la República de Colombia.
Señora Claudia López Hernández,
Alcaldesa de Bogotá.
Con todo mi respeto y aprecio,
Teniendo en cuenta que se ha presentado una ventana de oportunidad, que podría enmendar la desafortunada decisión de construir un metro elevado en nuestra ciudad, como Bogotano y chapineruno tradicional, quiero rogarles a ustedes para que se actúe con sensatez y consideración con la ciudad y sus habitantes, en el caso de la línea 1 del metro que está proyectada.
Comienzo por decir que emprender una obra única en el siglo, a sabiendas de que no es la solución idónea, con el argumento de que es que “hay un contrato firmado”, es un asunto de no creer. Es una posición incoherente, posiblemente contraria a la Ley y totalmente indiferente con los ciudadanos, que no solo somos los que lo vamos a pagar, sino que somos los que realmente vamos a sufrir o disfrutar el metro.
Construir una inmensa mole de cemento que clavará una profunda herida en la mitad de la ciudad, a sabiendas de que no cumplirá cabalmente con el objetivo de mejorar la movilidad de los ciudadanos de Bogotá, es un desatino histórico. También lo es, justificar una obra con resultados marginales, porque la alternativa correcta podría costar más o demorase más. Los ciudadanos podemos esperar, un poco más, por una solución completa y funcional. No queremos lo tercero o lo segundo mejor. Queremos lo que realmente debe hacerse.
Es preocupante el bajo número de estaciones del metro elevado, por lo que va a ser normal que el usuario tenga que abordar uno o dos buses más en cada recorrido. Esto traerá como consecuencia que el ciudadano, en muchos tramos, prefiera continuar su ruta en el Transmilenio y no hacer transbordos que implican subir y bajar dos o más pisos. Posiblemente, si no hace el trasbordo, se demorará menos y se cansará menos que subiendo y bajando del metro.
Por ejemplo, un usuario que se dirija de la calle 100 a la sede de la alcaldía de Chapinero, primero abordará un Transmilenio en la 100, en la calle 72 tendrá que bajarse y subir dos o tres pisos para abordar el metro, luego en la calle 63, tendrá que bajarse nuevamente, para lo cual tienen que descender los mismos pisos con el fin de abordar nuevamente un Transmilenio que lo deje en la calle 53. Obviamente, para el usuario será mejor continuar la ruta completa en el Transmilenio desde la calle 100. Lo mismo pasará en otros trayectos.
El metro irá por encima y el Transmilenio por debajo. Tenemos entendido que queda restringida y en algunos tramos, cerrada la Avda. Caracas para el tráfico particular: carros, motos, taxis, vehículos comerciales, etc. ¿Por dónde se va a ir todo este tráfico? Es evidente que un sistema subterráneo no conllevaría semejante restricción. En cualquier país del mundo, el metro va por debajo, los carros por encima y queda espacio para parques y otras obras que alivien la vida del ciudadano.
No hace falta tener mucha imaginación para saber que el techo que se deriva de esta construcción elevada, agravará la invasión del espacio público. Se convertirá en vivienda transitoria o permanente en muchos casos. Será refugio y centro de operación de atracadores. Lo más probable es que se convierta en el más grande parqueadero de carretas y centro de acopio y reguero de basuras. Será un sitio preferido para las peligrosas cocinas ambulantes, el microtráfico y como no, también será el mayor baño público conocido. No tenemos que ser adivinos para realizar estos pronósticos. Todo esto ya está sucediendo, alrededor de los lotes comprados por el distrito para las obras del metro. Está a la vista.
También parece que una condición indispensable para avanzar en la obra del metro elevado, es la construcción del Transmilenio por la séptima, para que se puedan desviar los buses de la Caracas durante la obra. En mi opinión, esto quiere decir que, para hacer el gran daño, hay que hacer más daños. ¿Y la séptima si podrá recibir ese tráfico? Después de la obra, la séptima quedará con una mínima capacidad para los carros particulares. Entonces ni por la Caracas ni por la séptima. ¿Entonces por dónde?
A propósito, para que haya buses eléctricos por la séptima no se necesita remodelar la vía. No es admisible que se nos obligue a aceptar obras innecesarias para poner en operación buses eléctricos.
El Transmilenio por la séptima, también incluye el absurdo puente de la 94. Nada más desacertado que insistir en obras aéreas, en lugar de las soterradas, que si dan una solución completa y amable con los ciudadanos.
Por otra parte, no se explica cómo se va a realizar semejante mega obra, a sabiendas de que se presentará una gran divergencia funcional entre líneas, por la diferencia de niveles entre el Metro elevado y las nuevas líneas que se construirán, que si serán subterráneas. Nuevamente, esto es una falta de respeto y consideración con los ciudadanos. Parece que no se aprende, recordemos como en los primeros años del Transmilenio teníamos que tener tres tarjetas distintas para poder acceder al servicio. En este caso es peor, la desconexión entre líneas implicará grandes caminatas, un gran desgaste y mucho tiempo perdido.
Igualmente, sería absolutamente irresponsable y causante de una gran depresión económica, bloquear prácticamente toda la ciudad durante seis o más años, para construir a cielo abierto, una obra, que, además, a sabiendas será de reducida utilidad.
Para una decisión definitiva, se debe valorar la pérdida de tranquilidad de los bogotanos tanto en etapa de construcción como cuando el metro entre en operación. Igualmente, se debe considerar la pauperización de los barrios y la desvalorización de los miles de casas y apartamentos, cuyos vecinos tendrán que soportar que un tren pase cada seis minutos por sus ventanas.
Ruego, respetuosamente, al Sr. presidente de la República y a la Sra. alcaldesa de Bogotá, se unan para salvar la ciudad. No se puede condenar por 100 años a los bogotanos, porque hay un mal contrato firmado.
En tal caso, los Bogotanos no queremos pasar a un estado de cosas agravado, que solo podría comenzar a replantearse dentro de 20, 30, o 40 años, cuando termine la concesión.
Con un respetuoso y esperanzado saludo,
Alonso Cardona Nicholls.
Bogotano, preocupado, muy preocupado.