El 25 de mayo al mediodía, por medio de un audio que circuló en Tuluá se advirtió, en tono vengativo, que la turba atacaría a Tuluá. La ciudad se llenó de temor. Comerciantes alcanzaron a forrar sus vidrios como si fuese a llegar un huracán. Los comerciantes de motos se las llevaron a un depósito. El alcalde cerró el edificio municipal y avisó a la policía. Pero nadie estaba preparado para el horror.
En este audio un ciudadano ilustre de la ciudad, Gustavo Álvarez Gardeazabal, contó el horror: