Guillermo Botero no es el ministro de Defensa que necesitamos

Guillermo Botero no es el ministro de Defensa que necesitamos

"Nada lo legitima o lo respalda como el hombre de las circunstancias fraguadas por la guerra, la paz y el posconflicto, ni como el líder natural que reclaman las Fuerzas Armadas"

Por: Oscar Mauricio Pabón
septiembre 19, 2018
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Guillermo Botero no es el ministro de Defensa que necesitamos
Foto: Twitter @GuillermoBotero

El Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define la palabra meritocracia como un “sistema de gobierno en que los puestos de responsabilidad se adjudican en función de los méritos personales”. Es así como se infiere que un gobierno transparente y que intenta modernizar las estructuras que conforman el Estado debe seleccionar sus funcionarios a partir de sus méritos probados en el campo profesional, académico, ético, y por supuesto, en la experiencia y reconocimiento acumulado en el área que va a dirigir (salud, hacienda, educación, ambiente, tecnología, etcétera).

Además, el concepto de meritocracia también nos lleva a hablar de los tecnócratas, una especie de funcionario y “profesional especializado en alguna materia económica o administrativa que, en el desempeño de un cargo público, aplica medidas eficaces que persiguen el bienestar social al margen de consideraciones ideológicas” (RAE). En este sentido, la formación de una nueva generación de tecnócratas que manejen las rēs pūblicas demanda la ampliación y consolidación de las escuelas de gobierno, cuyo carácter debe ser el de la educación superior, aspecto en el que Colombia tiene una deuda pendiente, siendo por lo general los abogados los que ocupan los cargos decisivos en el alto gobierno.

En el país de la dedocracia, el clientelismo y la mermelada, el recién instaurado gobierno del presidente Iván Duque dio –en algunos casos– positivos indicios de lo que significa la tecnocracia y la elección por méritos. Veamos tres destacados ejemplos:

(1) La elección del doctor Juan Daniel Oviedo como director general del Dane. Oviedo es economista, Ph. D. en Economía, investigador, consultor, profesor universitario, cuenta con una amplia y reconocida experiencia en su campo profesional.

(2) El nombramiento de Juan Pablo Uribe Restrepo como Ministro de Salud y Protección Social. Él es un médico cirujano con maestría en Salud Pública y maestría en Administración Pública de la Universidad de Michigan, exdirector de la Fundación Santa Fe de Bogotá, profesor universitario y gerente de salud para la Región de Asia del Este y el Pacífico del Banco Mundial, entre otros importantes cargos.

(3) La designación de Diego Hernández Losada como director de Colciencias. Él es un ingeniero industrial de la Universidad Nacional de Colombia, magíster en Administración de Empresas, magíster en Economía de la Universidad Javeriana, doctor en Ciencias Económicas, profesor universitario, investigador, exvicerrector de la Universidad Nacional, con amplísima trayectoria profesional.

No obstante, el nombramiento del señor Guillermo Botero Nieto como ministro de Defensa Nacional no representa un craso ejemplo de meritocracia e idoneidad para semejante cargo, aspecto sobre el cual se ha polemizado bastante desde la prensa escrita más reconocida y consultada.

Pero para tener una perspectiva de mayor comparación, revisemos rápidamente el perfil de los encargados de la cartera de defensa o similares en algunos de los países que cuentan con los mejores aparatos estatales defensivos y militares:

- En Estados Unidos el secretario de Defensa es James Mattis, un exmilitar que logró el rango de general, prestó su servicio en el United States Marines Corp, dirigió el Comando Central de Estados Unidos, comandó la primera División de Marines durante las operaciones en Irak y la Fuerza de Tareas 58 en la Guerra de Afganistán.

- Gen Nakatani, ministro de Defensa de Japón, dirigió la antigua Agencia de Defensa nipona, asistió a la Academia de Defensa Nacional de Japón y se desempeñó como Oficial en la Fuerza de Autodefensa de dicho país.

- Harjit Singh Sajjan, ministro de Defensa Nacional de Canadá, exteniente coronel de las Fuerzas Armadas canadienses, desde 1989 se unió al Regimiento de la Columbia Británica, participó en operaciones militares en Bosnia, Herzegovina y Afganistán.

- Chang Wanquan, ministro de Defensa Nacional de la República Popular China, exconsejero de Estado, alcanzó el rango de general y se desempeñó como director del Departamento de Armamentos Generales de su país.

- Ursula Gertrud, primera mujer en ocupar el cargo de ministra de Defensa de Alemania. Aunque esta médica no contaba con experiencia castrense, sí desempeñó altos cargos en el gobierno alemán, entre ellos, ministra de Estado, ministra de Trabajo, ministra de Asuntos de Familia y Juventud, parlamentaria y responsable de la reforma a las fuerzas armadas teutonas.

Entre tanto, es oportuno subrayar que el nuevo ministro de Defensa de Colombia, el señor Guillermo Botero Nieto, es un abogado egresado de la Universidad de los Andes, con experiencia en el sector empresarial vinculado al comercio exterior y tradicionalmente relacionado con las actividades gremiales, ocupó desde el 2003 la presidencia de la Federación Nacional de Comerciantes.

De hecho, su trayectoria lo perfilaba mejor como ministro de Comercio, Industria y Turismo, presidente de Procolombia o Superintendente de Industria y Comercio, pero para nada lo legitima o lo respalda como el hombre de las circunstancias fraguadas por la guerra, la paz y el posconflicto, ni como el líder natural que reclaman las Fuerzas Armadas.

Las tropas necesitan y exhortan el liderazgo de sus generales, pero en Colombia como en otros países la cartera de defensa ha estado tradicionalmente en las manos de políticos y personalidades afectos al gobierno. Según los artículos 207 y 177 de la Constitución Política, nada impide a los exaltos mandos militares fungir como ministros de algún despacho.

Está claro que una persona como Guillermo Botero, y cualquier civil en general, no tiene el pathos castrense, ni la pasión, ni la empatía, ni el estado del alma, ni el carisma, ni el espíritu de los hombres en armas para mandar los ejércitos de la patria; ni muchos menos tiene los conocimientos sobre los aspectos básicos relacionados con la táctica, la estrategia y la logística bélica, necesarios –por ejemplo– para manejar una crisis militar.

Sin embargo, los aspectos que más han llamado la atención de los críticos, opositores y de algunos medios de comunicación, son los desaguisados apuntes y comentarios lanzados a la opinión pública por el ministro Botero, dejando pelar el cobre de sus dogmáticas inclinaciones políticas.

Con justa razón el periódico El Espectador publicó el pasado 16 de septiembre un editorial titulado La guerra errada del ministro de Defensa, el cual se pregunta por las nefastas consecuencias que pueden traer en la Colombia profunda sus virulentas declaraciones que criminalizan el derecho fundamental a la protesta social, allá en los campos donde pareció cesar la horrible noche. Ojalá el señor Botero no deje a un lado la dignidad y responsabilidad que deben investir a un ministro, ojalá no termine siendo un potro pura sangre halado por las riendas de la extrema derecha.

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