Nunca, en los setenta años que tiene el conflicto palestino israelí, había existido una postura estadounidense tan claramente sesgada a favor de los intereses israelíes como la presentada esta semana por el Presidente Trump y el Primer Ministro de la potencia ocupante, Israel. El documento titulado “Peace to Prosperity”, legitima la totalidad de las imposiciones unilaterales del sionismo. En lugar de ser una propuesta de paz seria, el documento se convierte en una carta de rendición para Palestina, donde en el marco de una extorsión de “tómalo o déjalo” elimina cualquier posibilidad de acercamiento entre las partes.
Sin perder de norte que el conflicto se define como una ocupación israelí de Palestina, que no hay simetría entre las partes -ni en lo material ni en las responsabilidades- y que es Israel quien permanentemente pone en riesgo la existencia de Palestina -y no al revés-, de ninguna forma se puede cuestionar la negativa palestina, ni proponer que no se aceptan caminos para la paz. Por el contrario, la verdadera y responsable paz solo se logra por medio de propuestas sensatas, que involucren a ambas partes y que se apeguen a la ley.
Haciendo un análisis detallado del documento presentado por Trump, este tiene un impacto geopolítico drásticamente negativo en el Medio Oriente y en particular para Palestina. La irreal propuesta de paz, cuenta con al menos 11 puntos críticos.
- El fin de la idea de los dos Estados
La propuesta se basa en la idea de un Estado palestino irrealizable, sin soberanía, sin acceso a sus propios recursos, rodeado por Israel, sin continuidad territorial ni viabilidad sociológica ni económica de ningún tipo. El territorio que, por Derecho Internacional, le corresponde a Palestina, además de atomizado, se reduciría en un 30% cuando menos. En ese sentido, hablar que esta propuesta permitiría la creación de dos Estados, es una mentira.
- El reconocimiento del apartheid
La propuesta exige que Palestina reconozca a Israel como Estado-Nación del pueblo judío y transmite la sensación que Palestina desconoce a Israel. En primer lugar, esto no es cierto, toda vez que desde 1993, la OLP -actuando como único y legítimo representante del pueblo palestino- reconoció a Israel como entidad Estatal. En segundo lugar, ningún Estado del sistema internacional reconoce hoy a Israel bajo esta fórmula, ya que los reconocimientos internacionales no se hacen sobre las características sociológicas de los Estados (o naciones) sino desde su perspectiva jurídica, esto es “Estado de Israel”, a secas. En tercer lugar, reconocer a Israel como “Estado-nación” del pueblo judío, implica sacrificar a los palestinos que viven en Israel, así como a las otras comunidades no judías residentes en Israel.
- Jerusalén
Es una enorme mentira que la propuesta hable de una hipotética capital palestina en Jerusalén Oriental. En su lugar, se propone un pequeño distrito al oriente de Jerusalén. Sin duda, esto es ilegal, toda vez que el derecho internacional ha sido muy claro cuando desde resoluciones del Consejo de Seguridad se establece que Jerusalén Este, junto con Cisjordania y Gaza no pertenecen a Israel y son territorios ocupados.
- Legalización de los asentamientos a cambio de tierras en el desierto)
La propuesta legaliza unilateralmente los asentamientos israelíes, por encima de lo que ordena la carta de San Francisco, decenas de Resoluciones del Consejo de Seguridad y el Derecho Internacional. De esta forma, buena parte del territorio palestino de Cisjordania y Jerusalén Este pasa a manos de Israel de manera definitiva. En “compensación”, Palestina recibiría tierras en el desierto del Negev.
- Fragmentación de Palestina
En adición a los asentamientos, la propuesta prevé que dentro de Palestina existan 15 enclaves con colonos israelíes, en adición a vías de movilidad para estos colonos y el ejército de Israel, rompiendo así la continuidad territorial palestina.
- Perpetuidad de la presencia militar israelí en Palestina
La propuesta no considera el fin de la presencia militar israelí dentro de Palestina. En su lugar, la propuesta es enfática a la hora de mencionar que Israel continuará realizando incursiones en Palestina y se “compromete” a reducirlas al mínimo.
- Ausencia de soberanía Palestina
La propuesta exige una Palestina sin el menor atisbo de soberanía. Exige una Palestina sin Fuerzas Militares, sin control de su espacio aéreo, del espectro electromagnético ni de su sistema de comunicaciones ni de sus fronteras. En adición, Palestina no podría firmar ningún acuerdo de cooperación con ningún tercero sin la autorización de Israel.
- El robo del valle del río Jordán
Además de la anexión ilegal de los asentamientos, la propuesta indica que la ribera oriental del río Jordán, ubicada en Palestina, sea de control israelí. El argumento planteado dice que, aunque hay un acuerdo de paz con Jordania, no existe certeza de que en el futuro alguna amenaza se pueda filtrar a Israel por esta zona, de manera que Israel la “requiere” así sea por algo inexistente.
- El fin de los derechos de los refugiados
En la propuesta, Israel desconoce su responsabilidad en la problemática de los refugiados palestinos y le niega definitivamente su derecho al retorno. En su lugar, les descarga la solución a terceros Estados.
- Una policía palestina al servicio de la ocupación
En cuanto la policía palestina, la propuesta es enfática a la hora de indicar que debe estar al servicio de las necesidades de Israel y debe direccionarse para combatir la incitación al “odio” o el “terrorismo palestino”.
- Israel se roba el agua palestina, mientras los palestinos beben agua del mar
Por último, la propuesta permite el robo en extenso de los recursos naturales palestinos, especialmente el agua, y en su lugar propone que los palestinos beban agua del mar usando plantas desalinizadoras
La conclusión, por tanto, es obvia. La propuesta no puede ser interpretada de ninguna forma como un intento serio de lograr la paz, viola la esencia del derecho internacional, anima a que otros Estados se comporten de forma criminal, estimula la inestabilidad regional, no representa bajo ninguna óptica a los derechos palestinos y es absolutamente sesgada a favor de los crímenes de Israel.
Por tanto, no es de extrañar la censura de Palestina ante un documento con este claro sesgo. No obstante, Israel intentará culparla, argumentando que su negativa refleja su poco interés en lograr una salida negociada. Sin embargo, el lector debe ir más allá y entender que ni el documento es en realidad una propuesta de paz, ni sería aceptable por ningún otro pueblo en circunstancias similares al palestino.
No cabe duda de que el pueblo palestino seguirá siendo amigo de la paz y aguardará con esperanza una verdadera propuesta de paz, sin renunciar a su legítimo derecho de enfrentar al ocupante, derecho que cualquier otro Estado asumiría de la misma forma, si se encontrara en circunstancias similares.