Señores de la Farc, hace algunos días le consulte a un ilustre campesino antioqueño, un hombre de hacha y carriel, su opinión sobre la participación de los excomandantes en el Congreso. El campesino visiblemente enojado me dijo: “Es algo muy peligroso”, —¿Por qué? — Le replique—“Porque allá los van a corromper”. Fue luego de escuchar esa opinión que me puse en la tarea de escribir una pequeña guía para que la Farc, el partido político que se aventura a sobrevivir a nuestro sistema de partidos, no perezca en el intento. Espero no se lo tomen a mal. Soy un ciudadano, politólogo de profesión, conozco con detalle el procedimiento legislativo y ciertas condiciones muy especiales de nuestro Congreso. Lo siguiente es ante todo una reflexión en torno a la importancia de la profesionalización de la labor legislativa, la consolidación de un proyecto ideológico y programático en el Congreso y la actuación coherente de las bancadas partidistas. Así que muy atentos.
En un primer momento no deben olvidar que el sistema político ya absorbió, dividió y líquido a diferentes partidos políticos que nacieron de procesos de negociación. El ejemplo más patético es el de la Alianza Democrática M-19, partido que irrumpió con fuerza inusitada en la constituyente de 1991 (desde la ANAPO no se veía algo así), pero que en pocos años terminó en el sótano. Aprender de esas experiencias les puede ayudar a diseñar una estrategia de organización que les posibilite adaptarse a un sistema de partidos deslegitimado y desestructurado más allá de la transición pactada en ocho años. Pensar con un prudente pragmatismo ideológico no es indicio de debilidad sino de sagacidad política. Esto se los digo porque el Congreso es una institución que se construye sobre unas lógicas formales (ley 5 de 1992, procedimiento legislativo, etc.) y ciertas prácticas informales que terminan siendo decisivas al momento de expedir un proyecto de ley, reforma constitucional o hacer un debate de control político.
Ustedes van a ingresar al Congreso siendo una bancada tan pequeña (5 senadores y 5 representantes) que con seguridad no va a lograr impulsar las grandes reformas que necesita el país o que forman parte de la agenda programática de su movimiento. Esas reformas por lo general son de iniciativa privativa del Gobierno y el Congreso solo las mejora, desmejora o les cuelga “micos”. Asimismo, se van a estrellar con algo llamado marco fiscal de mediado plazo y regla fiscal (diseñados por el Ministerio de Hacienda), en plata blanca, dos barreras (protegidas por la Corte Constitucional) que desautorizan a los congresistas a aprobar proyectos de ley que generen impacto fiscal u ordenen gasto público sin contar con un aval previo del Gobierno, es decir, el Gobierno es el papá que administra los recursos y ustedes serán los “hijitos” que le tienen que pedir permiso si quieren gastar algo. Caricatura que ilustra el fuerte presidencialismo que ha caracterizado el país. Por eso, los invito a impulsar debates de control político donde hagan un control serio y riguroso a los altos funcionarios del Gobierno. El Polo Democrático ha sustentado gran parte de su prestigio como fuerza parlamentaria en esos debates.
Resulta fundamental lo siguiente: tener un asiento en las comisiones donde se aborden en primer debate los temas más importantes en la agenda ideológica y programática de su partido. Aunque no les va a alcanzar para tener un asiento en cada una de las comisiones si podrán impulsar un trabajo serio y riguroso desde las más estratégicas: Primera (asuntos constitucionales), Tercera (económica), Quinta (Agro) y Séptima (Asuntos sociales). Rodéense de buenos asistentes y asesores, es decir, integren las Unidades de Trabajo Legislativo (UTL) de profesionales especializados, comprometidos, conocedores y responsables. La calidad de un equipo se ve reflejada en el trabajo y visibilidad de los congresistas. Un equipo técnico y con una buena estrategia de comunicaciones puede visibilizar tanto un trabajo individual como de bancada. Esas son mis sugerencias ciudadanas en cuanto a aspectos formales en su eventual labor como partido en el Congreso. La Farc ya es un actor político (así a muchos no les guste) y ahora depende de ustedes construir una imagen que les permita acercarse a la sociedad civil, depurar su imagen y permitirles diseñar un proyecto político que perdure en el tiempo más allá de la transición de ocho años. ¿Lo lograrán?