Hace poco en respuesta a un video del expresidente Álvaro Uribe a través de su cuenta en Twitter, donde con tono sarcástico, le pidió a Petro que lo recibiera en su grupo político para que no le vuelvan a decir «paraco», el candidato presidencial aseguró que en su periodo presidencial «No lo va a perseguir, ni a chuzarle los teléfonos y tampoco le va a montar procesos judiciales».
Además, también aseguró que «No le va a embargar los sueldos y no les va a expropiar los bienes», sin embargo, esto último asalta una duda, ¿Se vendrá una guerra sucia para desestabilizar el país?
Para nadie es un secreto que el poder en Colombia ha estado en las manos de los mismos, bien se puede recordar que, durante la campaña presidencial de 1974, tres candidatos se repartían las preferencias del electorado en Colombia: Alfonso López Michelsen, Álvaro Gómez Hurtado y María Eugenia Rojas.
Junto a la ambición política, los aspirantes compartían otro rasgo: todos eran hijos de expresidentes, no mucho ha cambiado desde entonces, las élites políticas han secuestrado el poder en Colombia por medio de sus relaciones familiares; esto no solo va de cara a las presidenciales sino también a nivel regional donde clanes políticos se han vuelto los mandamases en sus territorios, entonces, ¿Qué pasaría si llegará alguien a retar su poder?
Los últimos movimientos de Petro han estado encaminados a tratar de «negociar» con empresarios e incluso algunos líderes políticos como lo fue en sus reuniones con Jean Claude Bessudo, dueño de Aviatur y Christian Daes, presidente de Tecnoglass.
Todo esto ha de suponer que, como lo afirmó al expresidente Uribe, la campaña de Gustavo Petro trata de aclarar que no se iría en contra de ellos y que no hace parte de su plan de gobierno perseguir e irse en ristre de los empresarios e incluso políticos más importantes a nivel nacional.
Sin embargo, no creo que esto sea igual con aquellos que manejan el poder corruptor, que hacen parte de la «Élite del poder militar aristocrático en Colombia».
Creo que la guerra declarada de Petro con algunos clanes políticos, empresarios y altos miembros de la fuerza pública puede generar una «guerra sucia» que puede incidir en la desestabilización de algunos puntos de la economía nacional, así como una fuerte crisis de seguridad enmarcada en una «ola de violencia» que viene en alza durante los últimos años en Colombia.
Sin dejar atrás algunos medios de comunicación y periodistas que tratarán de generar un ambiente de incertidumbre, y aunque esto es muy normal en cualquier guerra política, temo que el poder aristocrático nos lleve al límite de hacernos recordar las peores épocas del conflicto de poder en país.