Para muchos en occidente la cercanía cultural y religiosa con Israel hace que ante el conflicto con palestinos, los sentimientos sean de identificación y apoyo a Israel, a quienes por mala información o mejor mala formación, se asimila por reflejo, como el pueblo de Dios, y hasta se cree que lo que pasa allá es una guerra entre Dios y el diablo.
Israel y Palestina no representan los intereses divinos, aunque con seguridad, no se salen, ni ellos ni nadie, de los propósitos eternos de El Soberano.
San Pablo claramente define al Pueblo de Dios, como los descendientes según la promesa no según la genética, por lo que quienes profesamos la fe cristiana no debemos caer en el error de tomar partido pro-israel bajo la premisa de considerarlos la nación escogida. Podemos creer que tienen derecho a la existencia, o a la defensa o que son admirables como nación y valientes por sobrevivir rodeados de enemigos, que actúan con cierta ética militar escogiendo cuidadosamente los objetivos y hasta avisando a los pobladores antes de atacar; que si no es por los terroristas, muy posiblemente muchos palestinos vivirían y trabajarían en Israel recibiendo trato y salarios dignos como sucedía hasta hace pocos años y que es doloroso que los hermanos árabes tan ricos muchos de ellos, no hagan nada por ayudar a sus hermanos palestinos, actitud que demuestra la hipocresía de sus líderes, que apoyan mejor el terrorismo para mantener al sufriente pueblo palestino como una espina clavada entre los judíos para provocarles constantemente y avergonzarlos ante el mundo. Todo eso podemos creerlo si queremos.
Allá se libra una vieja guerra con orígenes narrados en la Biblia, entre dos pueblos medio hermanos que actualmente pelean por una tierra en la que los dos son invasores, y como cualquier nación defienden sus intereses, basados en sus propias verdades. Pero es un conflicto político-militar, no es una guerra espiritual.
La admiración que los cristianos tenemos por Israel y su pueblo, su historia y su legado religioso es una cosa, el poyo a la causa sionista fundada por Theodoro Herzl es otra. Los cristianos, siguiendo el ejemplo de Jesús nuestro señor y salvador, que voluntariamente murió por toda la humanidad, repudiamos la muerte de inocentes, ya sea los transeúntes desprevenidos de cualquier calle israelí o los sometidos como carne de cañón para defender a líderes protegidos en búnkers.