Guerra partidista, un patrocinio del gobierno de Duque

Guerra partidista, un patrocinio del gobierno de Duque

Mientras los seguidores de los partidos se matan entre sí en las calles, los líderes disfrutan de sus privilegios desde la comodidad y seguridad de sus casas

Por: Edwar Roldan
mayo 12, 2021
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Guerra partidista, un patrocinio del gobierno de Duque
Foto: Policía Nacional de los colombianos - CC BY-SA 2.0

La muerte de Jorge Eliécer Gaitán sumió al pueblo en un dolor jamás sentido. En Bogotá saquearon el comercio, los tranvías fueron volcados y posteriormente les prendieron fuego. La indignación del pueblo trajo consigo una terrible ola de violencia en la capital. Ahora bien, a pesar de la muerte de Gaitán, la clase dirigente del país tenía miedo de que sus palabras tuvieran eco aun después de muerto; y apoyados en las diferencias que tenían los partidos políticos tradicionales, patrocinaron la guerra partidista; la más sangrienta que ha tenido Colombia y en la que la población campesina se mató entre sí. Es importante resaltar en este punto que líderes del Partido Liberal y del Partido Conservador fueron los que instaron, con sus injurias mutuas y con los discursos de odio que introdujeron entre sus seguidores, esta matanza que nunca los tocó; pues mientras los más humildes se mataban entre sí, estos seguían disfrutando de sus privilegios.

Durante el paro nacional del 28M se ha cumplido uno de los grandes anhelos de Jorge Eliécer Gaitán: el pueblo ha mandado, ha ordenado, ha sido pueblo y no una multitud de siervos[1]. Un pueblo conformado por campesinos, por indígenas, por jóvenes, por trabajadores de la salud, por profesores, por ricos y pobres. Un pueblo que ya no es ignorante, que aprendió a organizarse, a protestar y a exigir de forma pacífica sus derechos Constitucionales. El pueblo se dio cuenta de que Colombia necesita grandes reformas sociales, económicas y políticas urgentes; y ha hecho de esto una bandera.

El pueblo, sus logros y su bandera han puesto a temblar al gobierno de Duque y a los dueños del poder, alguno de ellos innombrable, quienes indignados siguen recurriendo— hoy con más fuerza y velocidad por el uso de las redes sociales— a las mismas estrategias del pasado, incitando con sus injurias mutuas y con los discursos de odio que a diario introducen entre sus seguidores, para que ahora en Cali se produzca una matanza entre diferentes ciudadanos, que actualmente se dejan encasillar entre ricos, pobres, indígenas, etc. Y, al igual que en el pasado, los líderes de los partidos en este momento— muchos congresistas y otros que renuncian a su curul por estrategia— no serán tocados por la muerte, pues mientras sus seguidores se maten entre sí, ellos estarán desde la comodidad y seguridad de su Twitter disfrutando de sus privilegios.

Los cambios que necesita urgentemente Colombia benefician a todo el pueblo, ya sean ricos, pobres, indígenas, trabajadores, profesores, médicos, enfermeras, estudiantes, artistas, etc., solo debemos verlo nuevamente y para ello, es imperativo recobrar la unidad que teníamos al inicio del paro nacional, volver a ser un pueblo que manda, que ordena, que es pueblo y no una multitud de siervos. Es hora del diálogo, es hora de sentarnos a la mesa y reconocer los aciertos y desaciertos de estos 15 días de paro nacional; reconociendo lo que nos ha separado y nos ha hecho enfrentarnos los unos con los otros, hasta el punto de hacernos daño; para así llegar al perdón y la reconciliación. Solo así podremos recobrar el camino correcto de ser nuevamente pueblo y olvidarnos de las incitaciones partidistas y de su lenguaje de odio que traerá muerte y destrucción.

Sabemos cómo terminaron las cosas en el pasado y nada podemos hacer para cambiarlas. Ahora, con el conocimiento de ese pasado, podemos construir un mejor futuro y así evitar que otro gobierno se apoye en las diferencias entre los partidos políticos y nos matemos en una guerra partidista, patrocinada en este caso, por el gobierno de Duque.

[1] Jorge Eliécer Gaitán

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