El Guayabero es un extenso territorio en el suroccidente de Colombia, que incluye zonas de los departamentos del Meta, Caquetá y Guaviare. Las aguas del río Guayabero recorren estos espacios y sus selvas, desde la Cordillera Oriental, donde los ríos Duda y Losada se unen para conformar esta cinta hídrica que posteriormente se une al río Ariairi para dar forma al río Guaviare, con amplio recorrido hacia el río Orinoco.
Se trata de una región de la Amazonia colombiana con importantes recursos naturales (parques y serranías), territorio de comunidades indígenas (guayaberos, cunimía, mitúa, mítiwa o jiw) y de campesinos colonos, desplazados desde otras regiones de Colombia.
Este espacio geográfico ha sido escenario de prolongada resistencia agraria, organizada como guerra de guerrillas en las Farc-Ep. La guerrilla de las Farc-Ep ha tenido en el Guayabero su base histórica y política desde hace más de cuatro décadas y allí se han realizado sus principales eventos de organización y proyección revolucionaria.
Para combatir las guerrillas y a los campesinos colonizadores, el poder oligárquico colombiano e imperial, estructuro desde principios del siglo XXI, una potente infraestructura contrainsurgente canalizada por el Plan Colombia (Andrés Pastrana) y el Plan Patriota (Uribe Vélez), cuyo objetivo principal ha sido hasta el día de hoy (2021) aplastar la rebeldía y la movilización agraria de miles de familias campesinas e indígenas, ciertamente lideradas por los núcleos guerrilleros de las Farc y sus integrantes.
La Fuerza de Tarea Conjunta Omega fue el dispositivo creado en el año 2003 por los asesores norteamericanos que hacen presencia en Colombia y en el Ministerio de Defensa. En sus inicios fue integrada por la Fuerza de Despliegue Rápido (Fudra) y sus cinco brigadas móviles, con puesto de mando en el municipio de La Macarena (Meta).
Luego en el 2008, se fundó el Comando Específico del Caguán (CEC), con tres brigadas móviles, con puesto de mando en San Vicente del Caguán (Caquetá). Durante el 2009, se creó el Comando Específico del Oriente (CEO), también con tres brigadas móviles, con puesto de mando en el municipio de San José del Guaviare (Guaviare). Durante el 2009, se agregó la Fuerza Conjunta de Acción Decisiva (Fucad).
Forman parte de la Omega un componente fluvial de la Armada Nacional integrado por la Brigada de Infantería de Marina n°3 con puesto de mando en Tres Esquinas - Caquetá, el Componente Aéreo Conjunto integrado por miembros de la Fuerza Aérea y Aviación del Ejército, el cual tiene puesto de mando en el Fuerte Militar Larandia.
Sus acciones militares se iniciaron en marzo de 2004, con la campaña militar ‘JM’ y su teatro de operación fue de 95.000 km², en un área comprendida entre los departamentos de Meta, Caquetá y Guaviare, los mismos que a la fecha comprenden sus teatros de guerra ofensiva y depredadora contra la población agraria.
La Fuerza de Tarea Conjunta Omega se echó rodar con Puesto de Mando en el Fuerte Militar Larandia, en el departamento de Caquetá. Cuenta con trece brigadas móviles del Ejército Nacional adscritas a las unidades operativas mayores, un Estado Mayor, un Componente Aéreo Conjunto y una Brigada Fluvial.
Hacen parte de esta unidad:
- Fuerza de Despliegue Rápido (Fudra)
- Brigada Móvil 1 (La Macarena)
- Brigada Móvil 2 (La Uribe)
- Brigada Móvil 3 (La Macarena)
- Brigada Móvil 10 (La Julia)
- Fuerza Conjunta de Acción Decisiva (Fucad)
- Brigada Móvil 16 (La Macarena)
- Brigada Móvil 17 (Puerto Rico)
- Brigada Móvil 18 (Vista Hermosa)
- Comando Específico del Caguán (CEC)
- Brigada Móvil 6 (Cartagena del Chaira)
- Brigada Móvil 9 (San Vicente del Caguán)
- Brigada Móvil 22 (Peñas Coloradas)
- Comando Específico del Oriente (CEO)
- Brigada Móvil 4 (Puerto Rico)
- Brigada Móvil 7 (San José del Guaviare)
- Brigada Móvil 12 (Vista Hermosa)
- Componente Aéreo Conjunto.
Para el Componente Aéreo Conjunto laboran unos ochenta hombres de la Fuerza Aérea (Comando Aéreo de Combate Nº2 en la Base Aérea de Apiay y Comando Aéreo de Combate Nº6 en la Base Aérea de Tres Esquinas) y de la Aviación del Ejército (Fuerte Militar Larandia), coordinando operaciones aéreas.
Componente Armada Nacional - Brigada de Infantería de Marina n°3.
Allí más de tres mil hombres adelantan operaciones por los ríos Caquetá, Meta y Guaviare.
Se trata de un gigantesco aparato militar con casi 30 mil unidades efectivas, dotadas de amplio material de guerra, con helicópteros, lanchas, aviones, medios electrónicos, drones y redes de inteligencia, con la supuesta tarea de cuidar los recursos ambientales amazónicos, pero en realidad es una máquina sofisticada contrainsurgente monitoreada por asesores gringos para favorecer los intereses de grandes multinacionales del petróleo, de la agroindustria y de minerales estratégicos. Además de facilitar el asalto de los ingenios azucareros del valle del Cauca a las mejores tierras de la Orinoquia mediante la construcción de vías estratégicas entre el Pacífico y la Orinoquia colombiana.
La verdadera naturaleza de este monstruo militar la muestra la reciente campaña militar contra los campesinos cocaleros del Guayabero. En efecto, desde el inicio del gobierno fascista del señor Duque, la Fuerza Omega, al mando de uno de los más sanguinarios y anticomunistas oficiales al servicio de los asesores gringos, el General Raúl Hernando Flórez Cuervo, se ha convertido en la punta de lanza de la guerra de las drogas promovida por el imperio norteamericano para justificar su injerencia y control de territorios colombianos en la Amazonia.
La guerra contra las drogas en el Guayabero ha tenido momentos dramáticos en varias veredas adyacentes al río Guayabero, como Tercer Milenio, Nueva Colombia, La Esperanza, Puerto Cachicamo, la Esmeralda y la Catalina.
Ante la ausencia de políticas de desarrollo económico y de inversiones adecuadas por parte del Estado, los campesinos han tenido que regresar a los cultivos de coca para garantizar su subsistencia. Como quiera que los planes de sustitución voluntaria de dichos cultivos del acuerdo de paz fracasaron, y ante la determinación de mantener la guerra contrainsurgente, los campesinos han sido forzados a buscar nuevas alternativas de supervivencia, como los pequeños cultivos de coca que muestran cierto grado de prosperidad dado el auge del consumo en los países de Europa y en Norteamérica.
El ejército conjuntamente con la policía (incluido Esmad) han sido direccionados para el ataque a fondo a los campesinos y sus cultivos.
Esos ataques han tenido como consecuencia la más cruda violación de los derechos humanos de las comunidades. Han sido asesinados por el ejército líderes agrarios, los valientes periodistas que han hecho las denuncias (Voces del Guayabero), han sido sometidos al ultraje y el estigma de las bestias militares, que se pavonean enmascarados y sin control, por veredas y potreros.
Por fortuna, las denuncias no se han podido silenciar por los militares y las hordas políticas del fascismo uribista en el Meta, que encabeza el gobernador Zuluaga. Varias organizaciones como la Alianza Étnica y Comunitaria de Guaviare y Sur del Meta, así como las organizaciones humanitarias campesinas, religiosas y de los derechos humanos, han elevado sus denuncias y señalamientos puntuales a nivel nacional, lo que les valió la arremetida del general Flórez Cuervo, que en el colmo del descaro, pretendió direccionar el aparato judicial regional para silenciar y encarcelar a los dirigentes de esas organizaciones mediante una acción de tutela dizque para proteger el buen nombre y la reputación de estos asesinos al servicio de poderes imperiales [1].
Por fortuna un juez de Villavicencio rechazó semejante esperpento jurídico antidemocrático.
Pero al tiempo, ese general Flórez Cuervo ha pretendido, con un discurso trasnochado y desenfocado, acusar a las Farc-Ep y los frentes Comandante Jorge Briceño, 7, 1 y 40 de estar manipulando a los campesinos cocaleros a su favor, para aprovecharse del narcotráfico y los negocios de la droga.
En realidad, como lo prueban varios casos, quienes utilizan el negocio de la droga para enriquecerse serían los militares. Generales, coroneles, policías y suboficiales de la Fuerza Omega serían parte de la cadena de los negocios de la droga con la complicidad de los asesores gringos.
En el Guayabero, las sorpresivas e inmensas fortunas de generales y demás oficiales de la Fudra no son cosa nueva, aunque ese fenómeno no es objeto de investigaciones por la Fiscalía y los jueces.
En síntesis, la guerra contra las drogas en el Guayabero, como la que se da en el Catatumbo, Tumaco, Cauca, Choco, Antioquia, Caquetá y Putumayo, es una plataforma utilizada por la ultraderecha fascista del uribismo para profundizar la violencia contra los campesinos para cercenar los derechos democráticos de las poblaciones más débiles y fortalecer los privilegios de una casta oligárquica podrida que cabalga sobre la más descarada manipulación de todos los instrumentos del poder político.
Como en otras partes del mundo y distintos momentos de la historia moderna (Afganistán, Laos, China, México, Venezuela y África), esa guerra contra las drogas es parte de un modelo de dominación global cuyo objetivo es impedir la transformación revolucionaria de las sociedades sometidas al atraso y la explotación de los grandes capitales internacionales.
En el Guayabero está justificada la resistencia de los campesinos, especialmente de sus valientes mujeres, y está plenamente demostrada la necesidad de la presencia guerrillera de las Farc-Ep con sus frentes de acción defensiva para acompañar a las masas campesinas en su rechazo a la arbitrariedad del militarismo fascista.
Más bien lo que debe ocurrir es que el tal general Flórez Cuervo renuncie y atienda los distintos requerimientos judiciales, junto a su rosca de asesinos, por el asesinato de líderes, por el robo de ganado a los campesinos y por los actos de corrupción con los presupuestos asignados en el Ministerio de Defensa y en la embajada gringa.
Para las próximas semanas las organizaciones sociales de la región están anunciando nuevas movilizaciones hacia San José del Guaviare y otras poblaciones (Macarena, Mesetas, Uribe y Vistahermosa), con el fin de exigir del gobierno las inversiones necesarias que atiendan las necesidades sociales, económicas y sanitarias de la población.
El Guayabero pide el retiro de esa fuerza militar parásita de ocupación que en nada contribuye a la superación de los problemas de los campesinos y colonos. Estos requieren mayor apoyo para formalizar sus propiedades, necesitan subsidios bancarios, demandan vías e infraestructuras para poder comercializar sus productos y requieren apoyos para cuidar los parques naturales, despojados por las mafias de Villavicencio que organizan grupos paramilitares (Puntilleros) para despojar a los campesinos y los indígenas e impedir, también, los procesos de restitución de tierras.