El poeta Farías, cuyo sexto aniversario de su fallecimiento en el mes de junio pasó inadvertido dado el confinamiento, nos dice en uno de sus poemas que “…esta adversidad que nos corrige, va dando sus frutos esperados…”. Justo en estos momentos en que la alcaldía distrital de Cali adelanta la estrategia Guardianes de vida como una manera de evitar la velocidad en la propagación del COVID-19 en la ciudad, ese poema se ve reflejado en la realidad.
Sí, la adversidad que no se esperaba hace un año en las campañas a alcaldías y gobernaciones; cuando se hacían planes y proyectos, reverberaban las ideas, los debates estaban orientados en presupuestos, niveles educativos, empleo y desempleo, pero no se avizoraba la pandemia. Mucho menos en los empalmes que adelantaron las campañas que lograron llegar a los gobiernos tenían siquiera en mente lo que vendría.
Empezó el contrarreloj el primero de enero y a escasos sesenta días de gobierno, empezó la hecatombe. Allí se conoce el temple de los gobernantes. Y en eso Cali ha tenido en Jorge Iván Ospina un líder insuperable. Médico de profesión, conocedor como el que más de cómo se mueve el Estado local, con experiencia como exsecretario de salud y exdirector del hospital Universitario del Valle (HUV) asumió ese reto bajo el principio de realidad. Veía lo que se venía en un futuro.
Inició la pelea contra unnano virus, un enemigo invisible que ataca por cualquier flanco. Ante ese ataque inesperado, se creó la estrategia Guardianes de vida, que ha permitido que todo el gabinete y la ciudadanía se concienticen que es a través del autocuidado que logramos superar el contagio, mientras la ciencia hace su trabajo a velocidades que tampoco tenía previstas.
Guardianes de vida somos todos, y en esa tarea Cali ha logrado permanecer como una ciudad que ha controlado el contagio, dando muestras de gobernanza, de liderazgo y de concientizar en los ciudadanos del necesario cuidado. Por supuesto no se puede negar la indisciplina social en algunos barrios de Cali. Sin embargo, la intervención del gobierno local en compañía de las autoridades policiales, ha sido eficaz.
Guardianes y guardianas de vida es también un mensaje de esperanza, una voz de aliento en estos tiempos duros que ha tocado asumirlo porque el virus no da espera, pero ante ello es mejor mirar el futuro con resiliencia, con esa mirada que tenemos los caleños de que la alegría volverá a estar en las calles, y que por ahora la soledad de ciertos espacios habitualmente llenos retornará en su momento, y verá a los niños y abuelos caminando en los parques, y la economía obtendrá un mejor momento.
Tal vez por eso guardianes de vida también es poesía y en eso coincidimos con el médico-poeta Laureano Alba cuando en medio del confinamiento nos dice: “Cuando todo haya acabado/miraremos hacia el cielo/ Diremos padre, fue larga la inquietud/ Todo lo que nos ofreciste había estado en nuestras manos/ Hay un nuevo arcoíris brillando/el viento será nuestro aliado/haz que nuestro respirar sea dulce…”.
