El neoparamilitarismo está en auge, a pesar de la negación santista del Mindefensa Villegas. Este fenómeno es una inminente amenaza a la vida y seguridad de los guerrilleros, también de las masas campesinas en la actual transición hacia la paz.
Es mejor prevenir y adelantar sin vacilaciones la organización y funcionamiento de la Guardia campesina en todas las Zonas veredales y Puntos Transitorios.
No para la racha de asesinatos de líderes populares, van más de 190, desde fines del año pasado, el 2016. En días recientes fue ultimado un destacado líder afro de Malambo, municipio del Atlántico. También, un guerrillero fue baleado por sicarios en el Doncello, Caquetá, y cinco maestros han sido acribillados para sembrar el terror entre los 400 mil educadores que adelantan una portentosa acción huelguística, sin antecedentes en los recientes años.
El neoparamilitarismo, orquestado, planificado y organizado desde las brigadas militares y comandos policiales, con financiación de poderosos oligarcas de todos los pelambres, está en auge nuevamente. Se mueve como pez en el agua en las regiones y territorios aledaños a las Zonas veredales y Puntos transitorios, con la complacencia y beneplácito de los militares, como es el caso de Tumaco, Espriella, Llorente y Junín, para citar uno de tantos.
Entre los guerrilleros de las Farc ubicados en las ZVT y los PT existe gran preocupación y temor por tal situación. Poco o nada ha hecho el gobierno del señor Santos para extirpar los grupos neoparamilitares. Por el contrario, el Ministro de Defensa, señor Villegas, ha promovido un aberrante negacionismo que desconoce la realidad de estas bandas criminales y asesinas.
No hay nada seguro en la actual transición hacia la paz y mal harían los miembros de las Farc y sus líderes en cruzarse de brazos esperando la acción de los verdugos de la ultraderecha fascista.
Si bien es cierto en pocos días se terminarán de dejar las armas guerrilleras para dar cumplimiento a los acuerdos, es aberrante el incumplimiento del señor Santos y su gobierno. No menos cierto es que se debe ser previsivo y tomar medidas para garantizar la seguridad de los guerrilleros y de las masas agrarias colocadas en condiciones de absoluta indefensión.
Hay regiones en las que los campesinos le ruegan a las Farc que no dejen las armas, que no los vayan a desguarnecer.
Pero ya hay procesos en curso que son de carácter irreversible.
Sin embargo, una de las medidas esenciales en los territorios en los que prioritariamente se construirá la paz, como el de los Pdet (180 municipios), es el de la organización de la Guardia Campesina.
La Guardia Campesina, como en su época la autodefensa agraria (años 50 y 60 del siglo XX), las Columnas de marcha y las rodadas, son un potente instrumento de prevención y control de la violencia paramilitar. Cientos y miles de campesinos deben organizar las Guardia Campesina con sus correspondientes y adecuadas dotaciones de fuerza y manejo controlado de la violencia popular.
Es una estructura ordenada de vigilancia e intervención para neutralizar y aplastar los núcleos paramilitares y las bandas criminales montadas para acribillar a los guerrilleros y campesinos. Sus tareas son de vigilancia, de identificación del rastrillo, de ubicación de las concentraciones paramilitares y de captura de los mismos.
Es urgente avanzar en la conformación de las Guardias Campesinas en las 28 Zonas veredales y en los espacios rurales objeto de la Reforma Rural Integral
En las ciudades y centros urbanos los 1200 guerrilleros articulados a la Unidad Nacional de Protección deben hacer lo propio, cuidando y protegiendo los líderes de las Farc colocados en condición de avanzada política mientras se consolida en varios años la paz gracias a la movilización social y la unidad popular y de izquierda.