No necesito ir a Venezuela para saber la tragedia por la que están pasando nuestros compatriotas de la Gran Colombia, porque yo estaba viviendo en Chile cuando los Estados Unidos arremetieron contra el gobierno de Salvador Allende, presidente socialista, que había tomado el camino de la dignidad frente al imperio norteamericano. También me tocó estar presente en Cuba cuando la invasión de Bahía de Cochinos y más adelante padecer las limitaciones del abierto bloqueo que le declararon a la isla los Estados Unidos, método de tortura colectiva que hasta hoy sufre el pueblo cubano y que le están aplicando a Venezuela.
He vivido en carne propio lo que padecen los pueblos cuando los Estados Unidos reaccionan ferozmente para impedir la autonomía de cualquier país que decida optar por el camino de la autodeterminación. Bloqueos, sabotajes económicos y bombardeo mediático son las herramientas de esta guerra que precede a la invasión, a los bombardeos y la guerra abierta. Es un método ya patentado que podemos bautizar como “guaidotrumpismo vs castrochavismo” y que los medios de comunicación norteamericanos han reconocido como tal. La influyente revista económica Forbes aceptó recientemente que el atentado contra Maduro fue real y que los drones se alistaron en Colombia, mientras que el famoso diario New York Times precisó que los camiones con comida dizque humanitaria, fueron quemados accidentalmente por los antichavistas del lado de la frontera colombiana. A su vez, CNN confirmó que el apagón fue un sabotaje cibernético que partió de los Estados Unidos. Son confesiones similares al reconocimiento que hicieran después del golpe militar contra Allende, señalando a Kissinger como su mentor y planificador.
En mis viajes a Cuba llevaba jabón, pasta dental, papel higiénico y cuanto elemento de la vida diaria le sirviera a mis amigos, para suplir la escasez que se vivía. En Chile sufrí por carecer de gas, de transporte, de comida, de todo elemento de aseo. Faltaba todo. Como en esos años no estaban desarrollados los sabotajes cibernéticos, lo que hicieron, en lugar de sabotear la energía eléctrica, fue promover un paro de camioneros: si paraban les pagaban una suma superior al salario que devengaban cuando trabajaban. Las comunicaciones terrestres se paralizaron, teniendo un efecto similar al sabotaje eléctrico que acaban de hacer los gringos contra Venezuela. Era el mismo propósito subversivo con distinta técnica. La inflación se convirtió en una pesadilla, pero sabíamos que se debía al sabotaje que habían desatado los gringos en connivencia con la oligarquía chilena, a la que el pueblo llamaba “los momios”.
Uno de los primeros síntomas que le aparecen a un individuo gravemente afectado de VIH son manchas marrón oscuro en la cara. Se trata del sarcoma de Kaposi, pero el enfermo, si desconoce la verdadera causa, va a consultar un dermatólogo, porque piensa que es un problema de piel, cuando el mal es más profundo. Así sucede con los terribles padecimientos a que los Estados Unidos somete a los pueblos que toman un camino diferente al modelo capitalista y elitista. No hay necesidad de querer cambiar el sistema capitalista por uno socialista. Basta oponerse a que los Estados Unidos les exploten sus recursos naturales para saltar a la palestra enfurecidos, disfrazados dizque de defensores de la democracia.
Desde antes de padecer en carne propia los malditos bloqueos y sabotajes que he vivido en Chile y Cuba y que por mis amistades conozco que es el mismo método a que han sometido al pueblo hermano de Venezuela, aprendí en mi niñez lo que significa que en un país alguien pretenda nacionalizar los recursos naturales, en contravía al dominio y explotación ejercido históricamente por los Estados Unidos.
Mi papá, Jorge Eliécer Gaitán, luchó abiertamente por la nacionalización del petróleo y, cuando la corriente política que él conducía se convirtió en una avalancha humana inatajable, los Estados Unidos se pusieron a la obra, gestando sucesivas maniobras soterradas que incluyeron el genocidio al Movimiento Gaitanista y el magnicidio de su líder, en claro proceso premeditado, planificado y sistemático, en connivencia con las oligarquías liberales y conservadoras colombianas, que desembocó en el conflicto armado que hoy conocemos.
Sí, el origen del actual conflicto que vive Colombia lo generaron planificadamente los Estados Unidos, con participación de la clase dominante del país, para impedir la nacionalización del petróleo y su explotación para beneficio nuestro y ya no de los norteamericanos, como venía sucediendo.
Es lo que está ad portas de salir a la luz en un libro que, paso a paso, lo comprueba. Porque no fue ni el problema de tierras, ni los señalamientos de que el conflicto se inició en 1948 o en 1965. lo que originó ese conflicto. ¡No! Eso se dice como efecto del memoricidio, consciente o inconsciente, que encubre al Imperialismo Yankee como responsable de nuestra tragedia.
Fue la reacción gestada y aplicada por los norteamericanos para atajar la determinación del gaitanismo que, como meteorito avanzaba hacia la toma del poder, de nacionalizar el petróleo, lo que hizo que, a partir de 1944, se gestara el proceso que, paulatinamente, nos llevó al derramamiento de sangre y al conflicto que se ha perpetuado hasta hoy. Lo afirmo sustentada en múltiples pruebas contundentes, que solo el negacionismo podrá rechazar.
Mi madre le repetía una y otra vez a mi padre: “Jorge, deja la Constitución tan bien encuadernada y tómate el poder. A ti no te van a dejar llegar por la vía electoral. Primero te matan”. Y mi papá le respondía: “Cuando lleguemos al poder desembarcarán los marines y yo necesito la legitimidad electoral para contar con el apoyo internacional”. Siempre será un dilema determinar quién de los dos tenía razón. Comparto lo que decía mi mamá… pero mi papá estaba en lo cierto.