Uno de los capítulos más misteriosos de la vida de Álvaro Uribe arrancó el 14 de junio de 1983. Ese día, su papá Álvaro aterrizó en la hacienda Las Guacharacas. En el helicóptero, comandado por el piloto Bernardo Riberos, acompañaban a Don Álvaro su hija María Isabel y su hijo Santiago. Sólo había pasado un cuarto de hora cuando llegaron unos hombres armados. Creían que eran las Farc. Les dijeron que salieran, que no les iban a hacer nada. Don Álvaro fue tajante y les gritó que no se iba a entregar. Sacó su revólver y disparó. Los hombres le respondieron con una andanada de tiros. Le pegaron dos: uno en el pecho y otro en la cabeza. A su hijo Santiago lo hirieron y, con las fuerzas que le quedaban, salió huyendo. Su otro hijo, Álvaro, tomó un helicóptero y voló hasta la zona. Jamás se le olvidaría lo que vio. Jamás volvió a ser el mismo.
Las 2.000 hectáreas de la hacienda las compró la familia en 1978. La principal actividad de la finca era la cría, levante y venta de ganado. Los Uribe tuvieron que sobrellevar una huelga de 68 trabajadores que se unieron para reclamar sueldos atrasados. Este sería el primer gran problema que les generó la propiedad.
Doce años después, en 1995, mientras Álvaro Uribe Vélez era gobernador de Antioquia, el ELN entró a los predios de la hacienda y se robaron 600 reses, además de 24 caballos, sometiendo al nutrido grupo de trabajadores de Las Guacharacas y después procedieron a quemar la casa. El Gobernador, con la sangre en el ojo, ofreció una recompensa para dar con alias Juan Pablo, el guerrillero que lideró la operación. El 10 de octubre de 1996, el Ejército informó a través de un comunicado que el guerrillero había sido abatido en una operación. Tiempo después se supo que alias Juan Pablo fue reducido por paramilitares y entregado al Ejército, quien lo habría ejecutado.
Al menos esa fue la versión que dio el soldado Ferney Alberto Cardona. En Las Guacharacas además, se crearía, según versiones de otros paramilitares y que sirvieron de sustento a la investigación del senador Iván Cepeda contra el expresidente, el Bloque Metro de las Autodefensas Unidas de Colombia, un caso por el que ha sido investigado y llevado a juicio Santiago, el hermano menor del expresidente. La creación de este Bloque de las Autodefensas fue una respuesta a la quema de la hacienda.
Doble Cero sería el temible comandante del Bloque Metro. Pablo Hernán Sierra, uno de los hombres de confianza de estos paramilitares, afirmó que esta fuerza irregular ayudó a financiar la campaña que llevaría a la presidencia a Uribe en 2002. Sin embargo, el testimonio que más daño le ha hecho a Uribe es el de Juan Guillermo Monsalve, el hijo del entonces administrador de Las Guacharacas, quien trabajaba para la familia Uribe Vélez justo en la época del asesinato de Uribe Sierra en su finca el 14 de junio de 1983. Monsalve decidió vincularse al grupo de Doble Cero más de una década después, cuando éste mandaba en la región de San Roque.
Monsalve sería entonces el testigo clave para relatar la historia oscura detrás de las actuaciones de estos paramilitares, en el que, según el Senador, los hermanos Santiago y Álvaro Uribe Vélez, estarían comprometidos, igual que muchos vecinos finqueros que buscaban defenderse de las Farc y el ELN.
El Bloque Metro se creó en 1998 cuando los Uribe Vélez ya habían vendido la propiedad. Sin embargo, desde 2011 Monsalve ha insistido por distintos medios en la relación de los Uribe Vélez con grupos paramilitares, versión que ha recogido el senador Cepeda como parte de su documentación para fundamentar sus señalamientos contra el expresidente.
La leyenda oscura de Las Guacharacas terminaría de cuajarse con la venta de la hacienda a los hermanos Pedro David y Santiago Gallón. Ellos fueron los apostadores que mataron en un parqueadero en Medellín, poco después de hacer un autogol en el mundial de Estados Unidos 1994 a Andrés Escobar.
Los Gallón hacían negocios con los Uribe desde 1987 y terminaron vendiéndole la hacienda a pesar de los rumores de que los hermanos financiaban grupos paramilitares. Hoy en día, parte de la hacienda que se ha venido fragmentando con el tiempo, le pertenece a los Gallón.
Las Guacharacas guardan los secretos más profundos de los Uribe Vélez, los que contradictores del expresidente tan tenaces como el senador Iván Cepeda quieren desenterrar.