A cinco kilómetros de Bogotá, saliendo por La Calera, está la antigua cementera La Siberia. La fábrica, constituida por Cementos Samper, fue una de las principales fuentes de concreto que convirtió a la capital colombiana en la enorme metrópoli que es hoy en día.
Alrededor de la cementera se construyó una ciudadela bautizada con el mismo nombre de la fábrica que albergaba a los trabajadores de Cementos Samper. El lugar contaba con hospital, estación de policía, escuela, y todo lo necesario para ser un pueblo lleno de vida. Sin embargo, hoy solo quedan los recuerdos y las ruinas de lo que alguna vez fue un escenario prolífero.
La cementera cerró sus puertas definitivamente en 1998, dos años después de haber sido adquirida por la multinacional mexicana Cemex. Fue entonces, luego de haber funcionado por casi 80 años, que los mitos sobre fantasmas empezaron a surgir.
Dicen que el pueblo se fue quedando vacío porque los gases que dejaba la fábrica eran tóxicos para los habitantes del pueblo y con el paso del tiempo se fueron muriendo. No obstante, el motivo de haber apagado para siempre sus máquinas fue la recesión económica que afectó a la industria de la construcción. Sin trabajo, y sin ningún motivo para seguir viviendo, los habitantes del hoy pueblo fantasma se fueron del lugar poco a poco.
La Siberia, entonces, no es reconocida por haber dado trabajo y sustento a cientos de hombres y mujeres, ni por haber sido una de las principales protagonistas de la construcción de Bogotá, cuando todo el material era transportado por un cable aéreo desde La Calera hasta la 134 con séptima en la ciudad.
80 años de operaciones, más de 200 trabajadores y 1.500 toneladas de concreto al día, ese es el saldo que dejó en el año 98 el cierre de La Siberia. El pueblo recibió el nombre por su ubicación, está construido en donde empieza el páramo de Chingaza, y las temperaturas en un día frío pueden llegar a los 0 grados centígrados.
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