Cien o mil personas se agolpan frente al hospital que retiene al violador y asesino (el “presunto” lo dejamos de lado) de una niña de apenas siete años, y si no es por la escolta que le acompaña, el linchamiento hubiera sido brutal, lo hubieran desmembrado con seguridad.
Quien se merece un aplauso gigantesco, en este caso particular y sin lugar a dudas, es el Gaula y la Policía quienes, gracias a un video callejero lograron dar con todos aquellos que de una forma u otra hicieron parte del repugnante delito. La labor investigativa, sin presiones sociales, fue rápida y clara. En muy poco tiempo dan con los propietarios del vehículo y poco a poco van desenrollando el asunto.
El tema no fue lejano para nadie. El repudio por aquella salvajada fue general y todos pidieron justicia ejemplar.
Y como van las cosas, pareciera que el asunto puede darse así.
Sin embargo, jamás debe dejarse de lado la muy cruda realidad. Veintiún (…más, menos, ¿qué da?) niñas son violadas cada día en nuestro país y cada día hay dieciocho partos de niñas entre 10 y 14 años.
Imposible de saber cuántos abortos serán
cuando un número considerable de ellas estará obligada a abortar
en sitios parecidos a talleres de metalmecánica.
¿Cuántos abortos habrá? Imposible de saber cuántos serán cuando un número considerable de ellas estará obligada a abortar en sitios parecidos a talleres de metalmecánica.
Es un tema delicado que solo será abordado con seriedad cuando en la política oficial el tema fundamental sea el de la protección y salvaguarda a la niñez. Y para eso, lamentablemente, falta mucho.
Y hablando de …
Y hablando de delicadeza, inquieta bastante saber que a la par que comienza a salir la luz del gigantesco desfalco en Reficar por sumas de dinero completamente impensables, la forma para equilibrar la balanza y balancear el erario sea esta reforma tributaria que ya casi tenemos en la palma de la mano.
Publicada originalmente el 9 de diciembre de 2016