Son tres 3 millones de usuarios en 192 países que hacen de Grindr la red social más grande para hombres gay y bisexuales con fuerte presencia en las capitales mundiales de Londres, París y Nueva York y ésta tiene su propia manera de funcionar.
Grindr no es similar a las aplicaciones, tampoco es un red social. De entrada deja en claro que se trata de un plataforma para facilitar encuentros sexuales entre hombres atraídos por hombres. Permite el envío de fotos y archivos en los chats de las personas con las que se hace match y aunque está abierta a encuentros bisexuales no es muy frecuentada por mujeres. Los testimonios permiten ver que es una aplicación muy efectiva para acordar encuentros sexuales esporádicos. Las cifras no defraudan: usualmente, en un día normal 60 mil personas pueden conectarse y luego encontrase diariamente a través de Grindr en alguno de los 190 paises donde tiene presencia. Esta cifra se duplicó en tiempos de pandemia.
Su creador es Joel Sinckai, quien se identifica a si mismo como un gay tímido y retraído. Un buscador de compañía de personas afines. Nació en Tel Aviv, Israel, pero creció en Manhattan , en Nueva York y ni siquiera a pesar de creer en este ambierto y de mentalidad progresista encontró la libertad que quería para establecer relaciones libres y vivir a plenitud su sexualidad con gente que conocía, al tiempo que quería conocer personas más allá del mundo que lo rodeaba.
Solo hasta después de haberse graduado de la universidad con el titulo de Internacionalista y Economista, en 1998, Joel salió del closet y destapó su homosexualidad a sus padres con sus padres, amigos y hermanos. Diez años después crearía en una aplicación, una herramienta para contrarrestar la timidez con las que diariamente lidian miles de personas por su condición de ser gays, que aun en muchas sociedades singue siendo discriminados y sin aceptación social. De allí la acogida que ha tenidos Grindr con su capacidad para responder necesidades de interacción social y de romper con tabúes que le hacen la vida difícil a los gays. Consigue acercar a quienes prefieren vivir en las sombras del anonimato, pero deciden no privarse de los placeres carnales que vienen de la natural necesidad de socializar con personas.
La aplicación se lanzó en marzo de 2009. Durante el primer año y medio, el equipo fundador, compuesto en ese entonces por cinco personas, trabajan desde la sala de estar de la casa de Simkhai en Nueva York. Hoy, las oficinas de Grindr quedan en el exclusivo barrio de Hollywood en Los Ángeles y en estas trabajan al menos 30 empleados de planta permanente, aunque la compañía reporta una nómina totalizada en 69 personas.
Grindr está disponible en el 99 % de países del mundo, incluso en aquellos en los que ser gay está penado por ley como Irán, Yemen o Etiopía. “Por suerte son las plataformas de descarga como Apple Store o Google Play quienes tienen que luchar con los gobiernos para poder ofrecer Grindr y no nosotros”, explica Shimkhai aliviado. España, con 174.000 usuarios, es el noveno país con más usuarios, y Londres la ciudad del mundo con mayor volumen de tráfico de mensajes y fotos.
Muchos medios en Estados Unidos han llamado a esta red social como una auténtica “máquina para hacer dinero”. Grindr ha crecido rápidamente sin financiación externa por la publicidad que redirecciona a los usuarios que no pagan el servicio Premium de la aplicación para eliminar los ads. Cuando los usuarios hacen clic en anuncios o mensajes de difusión, Grindr gana dinero. Por todos lados gana dinero. Su equipo comercial es famoso por cerrar negocios con bares, hoteles y restaurantes, y trabaja con empresas locales para atraer tráfico digital.