Un periodista mexicano le preguntó a Alfonso Cuarón sobre las dificultades técnicas que tuvo al filmar una película en el espacio. Estamos de acuerdo con que la pregunta es estúpida pero sin duda refleja la impresión que uno tiene después de ver Gravedad. Cuesta creer que no se filmó por fuera de nuestra órbita sino que ni siquiera tuvo a su disposición un presupuesto ilimitado sino que contó con sólo 80 millones de dólares, un presupuesto irrisorio para un filme como estos.
La Paramount tenía archivado durante el proyecto precisamente por falta de billete. En el 2010 la Warner compra la idea y se empezaron a barajar los nombres de Robert Downey jr y de Angelina Jolie para protagonizar esta epopeya espacial. Antes de empezar el rodaje Iron Man decide renunciar por no tener espacio en su apretada agenda y los productores deciden no contratar a la esposa de Brad porque ella pedía 20 millones de dólares por interpretar a la científica que queda completamente sola flotando en la galaxia.
Estuvieron a punto de cancelar el proyecto hasta que encontraron a la pareja perfecta. Por ahí he leído que a algunos críticos les molesta que sea precisamente George Clooney el que interprete al experimentado astronauta que libera su tensión contando historias sobre vaqueros o escuchando canciones de Hank Williams, ya que para ellos Clooney es una cara “demasiado conocida”. A estos escépticos les tengo que recomendar que vean la adaptación que hizo Steven Soderbergh de Solaris y que me contradigan si al ex-Batman no es el cosmonauta perfecto. En Gravedad es un ángel guardián, un hombre que no pierde los estribos ni ante la más feroz lluvia de meteoritos. Su papel de Matt Kowalsky es conmovedor, entrañable y a la vez sumamente divertido.
Ni hablar de la crispación que se sintió cuando anunciaron que Sandra Bullock, esa nulidad especializada en películas para solteronas y gays reemplazaría a la Jolie. Incluso cuando vi su rostro detrás del casco de astronauta sentí que la película se iba por la borda a pesar del espectacular tráiler. Pero de más está decir que la Bullock nos ha sorprendido a todos y que su papel estremece como no lo hacía ningún otro papel en la reciente historia de Hollywood.
Gravedad no fue filmada en el espacio como algunos pensamos después de verla. El propio Cuarón no ha dudado en decir que ni siquiera él sabe cómo la hizo. Antes del rodaje les pidió consejo a los directores más experimentados de Hollywood. James Cameron quien estuvo a cargo de Avatar le dijo que esa película era imposible de hacer si no se contaba con 400 millones de dólares. Mientras que David Fincher, el mismo de El club de la pelea le aconsejó esperar 7 años mientras se contaba con la tecnología necesaria para hacer realidad tan ambicioso proyecto.
Pero él no iba a estar dispuesto a esperar tanto tiempo así que se rodeó de los mejores arquitectos, ingenieros y técnicos para hacerle creer a ese paisano suyo y a tantos otros espectadores ingenuos que había sacado la cámara de la órbita terrestre para contar una historia. El cine es engaño, mentira y la mentira que nos ha contado Cuarón ha sido gloriosa. Los actores están flotando gracias a unas cuerdas que nadie ve flotando como si no hubiera gravedad. En algunos momentos tenían que detener el rodaje de una escena porque los actores se ponían rojos de tanto tener la cabeza para abajo. Fue un esfuerzo de casi dos años de intenso trabajo, el resultado ha sido espectacular: ante nosotros está la mejor película que se ha filmado nunca sobre el espacio.
Si, así de espectacular es y que no se me vengan encima los snobs que me van a recordar que es mejor 2001 con el único argumento de que la rodó un genio. Los desafío a que la vean, a que padezcan sus casi tres horas soporíferas. La única forma en que uno puede disfrutar la ópera de Kubrick es con una gota de LSD en la cabeza. Hasta eso le achacan a Gravedad de que es sospechosa por ser tan entretenida como si el cine no hubiera sido creado para eso, para contar historias maravillosas, envolventes, hipnóticas.
La sensación que tienes al verla es como si estuvieras en un simulador de la Nasa. Te ves allí flotando, agarrando a la persona que tengas al lado para no caer en el abismo infinito del espacio. Gravedad es una experiencia que se tiene que ver en una sala de cine y en 3D, verla de otra manera es maltratar una obra única y sublime, un clásico absoluto. Véanla una y otra vez, aprovechen hasta el último día que esté en cartelera, inviten a sus amigos, disfrútenla hasta el cansancio.
Gravedad nos deja claro que arte y espectáculo son indisolubles.