No es nada halagüeño el panorama electoral en la ciudad de Medellín para el próximo 27 de 0ctubre de 2019. Según el análisis que hicieron los concejales de esta ciudad del informe sobre riesgos de fraude electoral y trashumancia que presentó la Misión de Observación Electoral (MOE), en la sesión 279 de esta corporación el pasado 8 de octubre, graves irregularidades, tipificadas como delitos electorales, están sucediendo en la mayoría de comunas y corregimientos de la ciudad.
El protagonista de la sesión y quien más ejemplos de corrupción electoral citó fue el concejal liberal Bernardo Alejandro Guerra; seguido por los concejales Luz María Múnera Medina, Daniela Maturana Agudelo (hija del exdirector de fútbol Francisco Maturana), Javier A. Rodas Velásquez y Jesús Aníbal Echeverry.
Entre los posibles hechos de corrupción, que según los concejales se vienen presentando en la ciudad de Medellín en la antesala a las elecciones del próximo 27 de octubre, se mencionaron durante la sesión: compra de votos; pago de salarios por un millón de pesos durante los últimos seis meses a líderes de los barrios para garantizar su lealtad y compromiso en la movilización (arrastrar) de votantes; la “vacuna” (extorsión) que exigen los grupos ilegales a los candidatos para permitirles el ingreso a las comunas para hacer campaña; los exagerados recursos utilizados por algunos candidatos para la publicidad de sus campañas; el supuesto abuso de poder por parte del actual gobierno para favorecer al “candidato de Fico”, entre otros.
La responsabilidad respecto al oscuro panorama que se avizora para las próximas elecciones de gobernador, diputados, alcalde, concejales y ediles en la ciudad de Medellín le fue atribuida principalmente a la Personería de Medellín, cuyos funcionarios, para colmo de males, llegaron tarde a la sesión y se mostraron desorientados y muy parcos en las respuestas que de manera punzante reclamaba el concejal Bernardo Alejandro Guerra. Sin embargo, la administración municipal (que no fue invitada a esta sesión y por ende ninguno de sus funcionarios estuvo presente) no se escapó de las reclamaciones del concejal. Y ni qué decir de los invitados de la Registraduría (que aunque también llegaron tarde, participaron en la sesión con una intervención igualmente parca y relativamente corta) que sí escucharon las referencias con tono sarcástico del concejal Guerra.
Aunque muy seguramente esta sesión pasará a ser un acta más en el archivo del Concejo de Medellín y nuevamente la corrupción electoral será la protagonista y electora de nuestros mandatarios para los próximos cuatro años, como un acto de autoconsuelo podemos decir que como mínimo tuvimos la oportunidad de escuchar de cuatro o cinco concejales, quienes aceptaron, que no son los ciudadanos quienes están eligiendo los mandatarios de la ciudad, tal y como lo manda la Constitución Política (esto es de manera libre y secreta). A la par pudimos ratificar para nuestra tranquilidad emocional que no estamos locos y que es cierto que en las comunas y barrios menos favorecidos de nuestra ciudad, agobiados por innumerables males, desafortunadamente también se incuba el terrible flagelo de la corrupción.