La crisis financiera que atraviesa la Corporación Universitaria Minuto de Dios de Soacha ha optado por resolver su situación por el eslabón más débil, los docentes. Y es que en una serie de malas decisiones, posterior a la salida del antiguo director en diciembre de 2017, al parecer la nueva dirección llevará a cabo un despido masivo de profesores debido a su falta de subordinación, manifestada en reclamos permanentes como los siguientes:
- Mejor pago, pues a pesar que realizan el mismo trabajo de las otras sedes, el salario es significativamente más bajo, hasta el 20 % según el escalafón.
- Mejora en las condiciones laborales, pues existen programas con apenas 30% de los recursos como asientos y computadores y, aun así, se les pide un cumplimiento de 48 horas semanales, cuando otras universidades pagan un salario 40% más alto y solo exigen 40 horas a la semana, de las cuales no se les exige presencia física en oficinas, sino tareas de investigación, producción académica y demás labores de un docente.
- Claridad sobre su permanencia, porque a pesar de que algunos llevan más de siete años en la sede, su contrato se renueva cada seis meses con una duración de cuatro meses, dejándolos en una incertidumbre laboral.
- No existe retroalimentación de su trabajo y, sin embargo, tienen buena evaluación de parte de los estudiantes, no tienen quejas, memorandos, hechos significativos en su hoja de vida, de ninguna índole.
Los docentes afirman que han aceptado esas condiciones debido a dos factores:
- El compromiso con los estudiantes a quienes les expresan un profundo cariño y este es recíproco.
- El clima laboral entre los mismos docentes.
Sin embargo, esta realidad ha cambiado, pues el clima se ha visto afectado dadas las condiciones de hermetismo que se mantiene desde la dirección y la coordinación académica, que, lejos de promover la solución a tales problemas, sugiere la acción ilegal de pedir a los profesores que “si no les gusta, renuncien”... frase muy lejana al liderazgo que se espera de un director de una institución educativa. Hay que recordar que sugerir la renuncia de los empleados es un acto tipificado en la Ley 1010 como acoso.
Ante estas circunstancias, y agotados todos los procedimientos dados por el conducto regular, no queda más que esperar que en las próximas semanas se realice un despido masivo de docentes comprometidos con los estudiantes y con su labor debido a la falta de liderazgo que agrava la crisis financiera por la que pasa la universidad, pero que bien podría aliviarse con mejor trato a sus trabajadores que, como buenos colombianos, sonríen en las crisis.
Finalmente, quedan unas preguntas por resolver: ¿nadie tomará el verdadero liderazgo del Centro Regional de Soacha para proteger a sus colaboradores, como ellos llaman a sus docentes?, ¿no hay que cuide de la filosofía Uniminuto de amor por el otro, respeto y consideración?, ¿se permitirá que siga este atropello a los docentes que continúen el otro año?, ¿se mantendrá la desigualdad salarial con respecto al resto de las sedes de la Corporación?, ¿se construye academia crítica si solo se fomenta la abnegada obediencia empresarial en los docentes formadores de los jóvenes del mañana?
¿Qué responderá la universidad ante tales circunstancias?
