Tras una semana de paro magisterial se pueden hacer algunas afirmaciones: los grandes medios televisivos no cubren las manifestaciones de los docentes en la capital colombiana, el presidente Juan Manuel Santos se ausentó dejando el país sin actividad en las aulas de clase de colegios oficiales, y todo lo afirmado por él en materia de inversión a la educación fue falso.
Solo por la radio y redes sociales se escucha y se lee sobre el carnaval que han sido las manifestaciones de protesta de los docentes. Con una marcha, que nada le envidiaba a la gran parada del Carnaval de Barranquilla, y una rumba vallenata, los docentes han demostrado civismo, creatividad, pero sobre todo energía para afrontar este paro, que se perfila para ser más extenso que el vivido en el primer semestre de 2015.
Asimismo, parece habérsele hecho costumbre al presidente Santos menospreciar los alcances de las protestas en Colombia. Cuando aún recordamos la célebre frase: el tal paro agrario no existe, Santos sale al paso a los profesores y a las pocas horas de iniciado el paro docente asevera: no sé cómo harán los maestros en paro, porque no hay dinero para satisfacer su pliego de peticiones.
Recordemos que Juan Manuel Santos ha dicho en más de una ocasión que al terminar la guerra contra las Farc aumentaría la inversión para mejorar la calidad del servicio educativo. Hoy sabemos que el despilfarro de recursos de la educación bajo la administración de la exministra Gina Parody es un hecho: aumento excesivo e injustificado en el número de contratistas en el ministerio de educación, aumentos injustificados de salarios a asesores del ministerio, grandes montos destinados para hacer publicidad a las iniciativas ministeriales lideradas por Parody.
De otra parte, los docentes se quedarán con las ganas de ver marchas lideradas por padres de familia indignados por las falsas promesas de Juan Manuel Santos, el derroche de dineros tras el paso de la exministra Parody por el ministerio de educación y las precarias condiciones en las que trabajan los docentes. Tal parece que los padres de familia, cuyos hijos se forman en colegios oficiales, sólo se muestran prestos a marchar para defender la masculinidad de sus hijos y la feminidad de sus hijas.
Los colombianos debemos aceptar que es justa la protesta de los docentes, que no se puede entrar en el debate legalista al asegurar que el paro docente atenta contra los derechos fundamentales de los niños, pues, al docente batallar por mejores condiciones para ejercer su profesión, también busca mejorar las condiciones en que se forman la gran mayoría de los niños colombianos.
