Granada, Antioquia, sale de sus espantos

Granada, Antioquia, sale de sus espantos

"Nadie puede llorar por ellas, nadie puede pagar en oro los abrazos que perdieron. La voz de las víctimas necesita y debe ser escuchada"

Por: Carmelo Antonio Rodríguez Payares
diciembre 16, 2019
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Granada, Antioquia, sale de sus espantos
Foto: Twitter @Hacemosmemoria

Era predecible que muchos de sus habitantes hubieran perdido todo el interés de celebrar la primera de las cuatro grandes fiestas de diciembre, la de las velitas, como resultado de los hechos ocurridos apenas un mes y tres días atrás, el 3 de noviembre, cuando a pleno mediodía, un grupo de las Autodefensas Unidas de Colombia recorrió varias calles del pueblo y como sedientos de sangre, asesinó a 19 personas, entre ellas una pareja de ancianos, el sacristán de la parroquia, varios labriegos y una modista. Para ese entonces, Carlos Mauricio García, alias “Doble Cero”, ejercía el mando de este grupo.

Faltaba más y fue entonces el día y la hora escogida por las Farc: 11 y 15 de la mañana, en la calle Colón, para llegar con más de seiscientos de sus hombres que primero hicieron explotar un carrobomba cargado con 450 kilos de dinamita, cual caballo de Troya, para que este grupo impusiera su ley del plomo y de pipetas de gas, las mismas que tronaron sin tregua durante casi un día entero.

Los hechos aquí narrados ocurrieron entre el mediodía del 6 y el amanecer del 7 de diciembre del año 2000, en donde perdieron la vida 25 personas, entre ellas 5 uniformados de la Policía Nacional, de los 20 que defendieron hasta su última bala a esta población que vio caer al piso el comando, 110 casas y 55 locales comerciales en cuatro cuadras a la redonda, mientras que las tropas del ejército hicieron caso omiso al llamado que le hicieron para que defendiera a la población.

De ese tamaño fue la guerra en Granada, Antioquia, un pintoresco poblado del oriente del departamento, que dista 79 kilómetros de Medellín.- Y de ese mismo tamaño es el valor de sus habitantes para sacar de sus casas y de sus almas el fantasma de la violencia.

Esta corta historia sirvió de antesala a un grupo de periodistas invitados por la Universidad de Antioquia para reflexionar sobre la Memoria y nuestro quehacer diario en los diversos medios de comunicación, más ahora cuando el panorama de la Nación necesita de nuevos lenguajes que nos permitan digerir con más calma los hechos y los acontecimientos que a diario nos abruman, como si no tuvieran una explicación para interpretar la cruda realidad.

Para este encuentro no pudieron escoger un lugar más apropiado que el Salón del Nunca Más, situado en una esquina, a un lado de la casa de la cultura y del segundo templo de la iglesia de Santa Bárbara, - que como una más de las paradojas que nos trae la vida es la patrona de la artillería -, un espacio que reúne la historia que por largos años padeció esta población, pero que gracias al espíritu de sus líderes han hecho de esos episodios unos verdaderos ejemplos para que no se repitan, ni allá ni en ninguna parte del país.

Con los datos consolidados por el Centro Nacional de Memoria Histórica, que recoge los episodios ocurridos entre los años 1993 al 2004, se establece que en Granada ocurrieron 13 masacres, 49 casos de ejecuciones extrajudiciales, 299 casos de desaparición forzada, 47 secuestros y mil quinientos asesinatos.

La nefasta historia comienza con la primera toma guerrillera, que se llevó a cabo el sábado 11 de junio de 1988, que fue cuando los granadinos entendieron que lo peor estaba por venir. En este ataque, alrededor de 80 hombres del Eln y las Farc, que hacían parte de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, saquearon la Caja Agraria, la Oficina de Rentas Departamentales, una cooperativa campesina y una agencia de compra de café.- Sin embargo, lo peor estaba por venir ya que en los comienzos de los años 90 las Farc y el Eln controlaban el municipio, al punto de que la presión a la población civil aumentó con nuevos ataques a la entonces llamada Caja Agraria, asesinatos selectivos, secuestros, enfrentamientos con la Policía, desplazamiento forzado y extorsiones que hicieron parte del repertorio de violencia sobre la comunidad.

En efecto, de las 15.759 acciones violentas que afectaron a los granadinos, estos grupos guerrilleros fueron responsables de 5.737, según el Registro Único de Víctimas.-  A pesar de que en varias ocasiones actuaron en conjunto, la disputa entre estos grupos guerrilleros se agudizó, pues sus diferencias políticas y militares eran evidentes ya que las Farc tenían una línea de mando más radical, mientras que el Eln hacía un trabajo de la mano de la comunidad. Esas contradicciones se hicieron visibles en diciembre de 1999, cuando miembros de los frentes 9 y 47 de las Farc asesinaron a cinco integrantes del frente Carlos Alirio Buitrago del Eln.

Hagamos un alto y volvamos a la nefasta hora del aquel diciembre del 2000 cuando los insurgentes les impidieron el paso a los periodistas hacia las 4 de la tarde en el sitio La Mayoría, cerca de la vía que comunica a la autopista Medellín-Bogotá con la carretera que lleva a Granada. Este grupo estuvo conformado por Oscar Montoya, Oscar Álvarez y Alexander Cardona, de Caracol; Fernando Tabares, Sergio Goez y Pedro Pinto, de RCN; Yolanda Bedoya, Luis Fernando Marín y Gildardo Álvarez, de CM&; Diego Argáez, del Canal A; Luis Benavides, de El Espectador, y Miguel Jaramillo y su equipo técnico, del Noticiero de las 7.

Recordemos además que al tiempo que elementos del E.L.N., en un acto de aparente venganza asesinaban a otras dos personas a pocos kilómetros del casco urbano de Granada y el ejército combatía con reductos guerrilleros en la zona montañosa, en la iglesia parroquial del municipio, Monseñor Flavio Calle Zapata, obispo de la Diócesis Sonsón-Rionegro y 10 sacerdotes de igual número de localidades del oriente paisa, celebraban un oficio religioso por los civiles muertos.

Era la época del horror de los horrores, cuando los llamados grupos armados cayeron en la peor decadencia de la violencia, fue entonces cuando cargaban con dinamita los sacos de naranja y hasta los televisores en las casas en donde presuntamente se hospedaban sus enemigos.- Ocurrió una mañana de lunes cuando le pidieron al cotero de la plaza para que alzara un bulto de naranjas para llevarlo a la tienda vecina y minutos después hizo explosión y se llevó por delante la vida de dos niños que a esa hora iban a hacer los mandados de casa.- Igual le ocurrió a una pequeña que se preparaba para su primera comunión y en un momento de soledad decidió encender el televisor y este se hizo añicos llevándose por delante la vida de esta inocente, sin dejar de lado las vidas de una madre y su hija que iban para Medellín y como el conductor del bus no le hizo caso a los bandidos, éstos enfermos por la bala, agujerearon el vehículo y de paso cegaron la existencia de estas dos personas.

Qué le dice uno a la pequeña que nunca conoció a su padre, pues fue asesinado cuando ella apenas estaba en el cuerpo de su madre, que una vez contó con uso de razón le escribía cartas contándole cómo iba en su vida, cuándo se enamoró por primera vez, cuando vio llover y salir el sol en aquel poblado, hasta que desapareció y nunca más nos dejó saber de su bitácora, de las tantas que se guardan en aquel salón bendecido.

De las tantas figuras que hoy recuerdan los granadinos con cariño y afecto están las del sacerdote Óscar Orlando Jiménez Gómez y la del ex alcalde Jorge Alberto Gómez Gómez, a quienes la divina Providencia los puso en sus cargos en los momentos más difíciles y ellos supieron estar a la altura de sus compromisos.- Cuentan, por ejemplo, que el padre desde el púlpito les decía a los fieles que esas tragedias eran lo mejor que les podía suceder porque les brindaban la posibilidad de crecer ante Dios y por ese camino se purificaban a través del perdón a quienes le habían hecho causado tantas desgracias.- Llegó a su cargo como párroco de Santa Bárbara, el jueves 21 de diciembre de ese fatídico año 2000 y acompañó a su grey hasta el jueves 17 de enero del 2008, cuando le fue encargada la parroquia de Marinilla, municipio del oriente antioqueño.

Por su parte los recuerdos del ex alcalde Jorge Alberto, se detienen casi siempre en el liderazgo que tuvo para los tiempos de la reconstrucción del municipio, tanto en la parte física como en el alma de sus paisanos.- Fueron épicas las campañas promovidas con la colonia de Granada en el resto del país y del mundo para recolectar dineros para que salvar al hospital de su quiebra, así como para ponerse el día con los impuestos que tenían en el filo de la navaja el estatus de Municipio y estuvo a punto de ser de nuevo corregimiento.- De ese tamaño fueron los obstáculos y las pruebas que este pueblo ha tenido que superar a lo largo de su historia que se remonta al 20 de febrero de 1805, fecha de su fundación y que en sus años de opulencia llegó a contar más de 19 mil habitantes, hasta llegar, en el peor de sus períodos, a seis mil y ahora apenas supera los 10 mil.- Algunos de quienes se fueron huyendo de las balas han retornado; otros no lo han hecho porque se han establecido en otra parte y han prosperado como buenos comerciantes, vale decir que un importante número de ellos se concentran en el sector del Hueco, en el centro de Medellín.

Y aunque el dinero no lo es todo en la vida, por lo menos hace más llevadero la tragedia, enhorabuena el Tribunal Administrativo de Antioquia condenó a la Nación por no evitar la incursión guerrillera, que fue repelida por 25 uniformados de la Policía Nacional, los cuales no eran suficientes para detener el actuar violento de por lo menos 600 guerrilleros, sumado a que el Ejército Nacional brilló por su ausencia, durante las aproximadas 20 horas que duró la toma.- El Tribunal consideró que se presentó una falla en el deber de proteger a los ciudadanos y ordenó una millonaria indemnización a las víctimas.

 

Nadie puede llorar por ellas,

nadie puede pagar en oro

 los abrazos que perdieron.

La voz de las víctimas

necesita y debe ser escuchada

 

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