Este viernes, la presentación de Mojiganga en Bogotá nos recordará nuestra adolescencia, pero también nuestros ideales. Para quienes no los conocen, ellos son una de las bandas más importantes del ska colombiano; pero más importante aún, esta banda paisa ha sido una de las más importantes para la formación política de muchos jóvenes de mi generación.
Hace 25 años el uribismo no había llegado al poder, pero Colombia ya se sentía uribista. Éramos una patria tan asustada por la violencia de los noventa y tan necesitada de cualquier tipo de paz, que terminábamos ignorando lo que ocurría del otro lado: el abuso policial, el ascenso del poder paramilitar y la falsa glorificación de la labor militar. Recuerdo un nefasto grafiti de la época pintado en un batallón que decía: “estamos en guerra y la estamos ganando”. ¿Acaso estar colocando los muertos es símbolo de victoria?
Por suerte, nos cruzamos a Guillo, que cantaba como si le estuvieran cortando las pelotas con una botella de cerveza rota y oxidada. “Si querés paz, pues prepárate a una guerra militar, es el mensaje que nos dejan las noticias”, nos advertía entre alaridos.
Y ese no fue el único mensaje revelador que Guillo y su banda nos dejaron chicos que por aquel entonces teníamos 15 años y la formación política de nuestros padres (curiosamente el mío había sido militante de izquierda, pero con los años se había aplacado y hablábamos poco del tema).
A la Mojiganga también le debemos consignas como: “el sólo es un manifestante y lo tratan como asesino”, “no al dominio estatal, asamblea general de los estudiantes” o incluso poderosos recordatorios sobre el compañerismo como: “todo lo puedes lograr con la amistad”.
Está frase se vuelve mucho más simbólica cuando recordamos que la canción la grabaron en medio de un viaje a Estados Unidos, donde con unos pocos ahorros lucharon por alcanzar el mayor sueño de su carrera: producir un álbum con Ryan Greene, uno de sus mayores ídolos. Él les había ayudado a tramitar la visa y ahora dormían en el piso de su estudio.
La aventura también tenía su encanto. Por ejemplo, Guillo dormía en un sofá; pero era un sofá que antes había pertenecido a Kurt Cobain de Nirvana.
La Moji, la misma banda que hace años también cantaba “sólo es justicia social, lo que queremos para vivir normal” en aquella emotiva canción llamada “La paloma”, se presentará esta noche en Bogotá. De momento están trabajando en un nuevo disco que podría hablar de polarización, del ascenso de las derechas latinoamericanas o quizás simplemente de la adultez bebiendo cerveza con los parceros. Su discurso ya ha sido tan poderoso, que por mi –si quieren– pueden componer incluso sobre los Teletubbies.
Así que en esta columna sólo quiero aprovechar para agradecerles que hayan sido tan fundamentales para la formación política de muchos jóvenes de mi generación e invitar a los jóvenes de ahora a que escuchen algunas de sus letras.
"Levantate y hablá", gritaba la Mojiganga hace poco más de 20 años.
Y ustedes tienen una ventaja queridos centennials: ahora hay más canales de comunicación y más posibilidades de decir... sin ser asesinados por ello. Es un gran momento para emocionarse cantando sobre lo importante.
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