No solo la calidad del aire en Medellín ha puesto en evidencia la alta contaminación que hay en las principales ciudades del país. También, hay que preguntar qué mecanismos de control y calidad del aire hay en Bogotá, que es cuatro veces el tamaño de Medellín o Cali. La contaminación declarada en Bucaramanga y Cúcuta, entre otras ciudades, que hoy tienen en sus calles más carros y motos que hace una década atrás, es alarmante.
Medellín tiene buenos sistemas de detección de partículas de CO2, por eso las alertas tempranas. Ahora, la pregunta es ¿las otras ciudades qué?
Los que están felices con el crecimiento en ventas son las empresas fabricantes de motos, un crecimiento desbordado que no mide las consecuencias para el medio ambiente. Esto, sumado a otra gran problema que es la mala calidad del ACPM, que consume el parte automotor de carga pesada y pasajeros, es preocupante. No se explica que una moto no pase el registro de certificado de emisión de gases en los CDA.
Además, si vemos en las calles las chimeneas de buses viejos todavía rodando, cuando hace años deberían estar chatarrizados, por una ley ya aprobada por el congreso desde hace más de diez años, y si a eso le sumamos los miles de carros viejos que tiene en la lista las secretarias de movilidad de todo el país, con un agravante adicional, que cada año ingresan carros y motos nuevos, pero no salen los viejos automotores.
El problema no es la contaminación del aire, este es solo un resultado, el verdadero problema es el negocio que hay de autopartes, de consumo de gasolina, de aceite, de llantas, de peajes, de miles de familias que derivan su sustento diario del carro viejo que piratea al servicio público, o trabajando en las plazas de mercado cargando los bultos que los señores taxistas no suben hasta los barrios.
Andemos es la Asociación Colombiana de Vehículos Automotores que reúne a importadoras, comercializadoras y fabricantes de vehículos, para ellos, el país tiene grandes oportunidades en materia de movilidad. Prueba de ello es que el parque automotor colombiano asciende en la actualidad a más de 12,3 millones de unidades, y seguirá creciendo pues hay espacio para que los carros penetren en los estratos 2, 3 y 4, que es en donde se encuentra el mayor volumen de los usuarios.
Para estos señores el negocio está creciendo de maravilla, y hay inversionista con mucho en juego, que serían los más afectados cualquiera sea la decisión que se tome en temas de legislación con respecto a la movilidad en el país.
Pero hay otra realidad que se debe tener en cuenta, para Andemos, en el país el 25 por ciento de los carros sobrepasan el tiempo de uso permitido, o sea los veinte años, y deben salir de las calles, ahí es donde está el nudo para los departamentos si implementan las medidas de chatarrización, porque dejar de recaudar impuestos por rodamiento, por SOAT y semaforización, implica que salen del presupuesto anual miles de millones de pesos y eso ningún gobernante de turno se pude dar el lujo de mermar sus recaudos, es como acabar con la gallina de los huevos de oro.
El verdadero problema es de dinero y no de humo
Pongamos como ejemplo práctico la ciudad de Bogotá, la cual debe sacar de circulación los 120 mil carros viejos que tiene. No obstante, cada uno paga de impuesto de rodamiento en promedio 250 mil pesos, lo que da como resultado la astronómica suma de 39 mil millones de pesos anuales. Lo anterior, sumado al de semaforización, que vale 49 mil pesos, la suma sería de 5.880 millones de pesos. La suma de estos podría fácilmente representar un vacío presupuestal cercano a los 44.880 millones de pesos al año.
Si a esto le sumamos que son 120 mil carros que no cambiaran aceite y cada cambio en promedio vale 80 mil pesos, la respuesta es: 9.600 millones que no ingresan al comercio. Si cada carro en promedio consumía semanalmente unos 70 mil pesos en combustible, al mes serían redondeando la cifra a 300 mil pesos por 120 mil carros, son: 36 mil millones que dejan de circular y afectaría directamente a las estaciones de servicios, que verían mermadas sus ventas y por ende sus ganancias y eso se traduce en desempleo. Estas son las cifras que asustan y ningún empresario querrá desviar el rumbo de su empresa.
Ni hablar del SOAT, que la cifra es de billones de pesos no percibidos cada año. Si esta dinámica la escalamos a todo el país, se podrán imaginar las consecuencias económicas que esto acarrearía.
Por eso hablar de cuidar el medio ambiente y aumentar los controles del aire y demás falacias, es solo un cuento de hadas, para entretener y no para aplicar en la vida práctica. Las empresas de autopartes necesariamente tendrán que despedir a sus trabajadores y entonces tenemos ya un problema mayor derivado en delincuencia y otros males sociales fruto del desempleo.
Además, no es la contaminación del aire, es la dinámica de la economía que depreda los recursos naturales y todos somos responsables de la destrucción. O vaya al trabajo en bicicleta, o monte en el metro plus, en bus, en taxi, en Uber o a pie, después de tener carro o moto- Recordemos que todos estamos en la trampa del consumismo, persona que compra un carro o una moto, en muy difícil que vuelva a utilizar servicio público. Estas son las realidades del país, que muchos nos hacemos los de la vista gorda por nos afecta directamente.