Entre los muchos análisis que pueden hacerse a la pregunta que responderemos los colombianos en el plebiscito del próximo dos de octubre, hay uno de orden gramatical que me gustaría intentar.
¿Apoya usted el acuerdo para terminar el conflicto y construir una paz estable y duradera?
La gramática elemental nos revela el sujeto de la frase: usted. Esa es la primera claridad.
La decisión final atañe solo a quien vota, no al vecino, no al padre, no al cura de la parroquia, no al compañero de trabajo. Solo quien emite el voto es el sujeto.
Tiene también, como es obvio, un verbo: apoyar. Y ninguno otro podría haber descrito mejor la acción. No se trata de avalar, de validar o de aprobar (todos esos verbos dificultan en alguna medida la posibilidad de una duda razonable y entendible). Se trata entonces de brindar apoyo, de sumar la fuerza propia, de levantar la mano. Quien avala, quien valida o quien aprueba, pone su firma y sigue con lo suyo. Pero quien apoya ofrece su hombro y se suma a la labor. Apoyar es un verbo poético y solidario.
Tiene también la frase lo que la sintaxis define como un complemento directo, es decir, un actor sobre el cual recae la acción: el acuerdo. Y aquí la gramática resulta más clarificadora que nunca. No se apoya al presidente Santos o a la guerrilla o a los promotores del Sí, sino el acuerdo. En este caso la gramática no deja espacio para la duda.
El resto de la oración es un gran complemento que puntualiza el objetivo con el que fue suscrito el acuerdo: terminar el conflicto y construir una paz estable y duradera. Exactamente lo que se esperaría de cualquier acuerdo de paz.
Usted (y nadie más) apoyará (sumará su fuerza a) el acuerdo (no al Presidente), el cual fue suscrito para terminar el conflicto.
Eso y solo eso es lo que usted hará si vota Sí en el plebiscito —o lo que decidirá no hacer si vota No—.
**
De apostilla.
Y aunque inocentes nos llamen
y aunque nos veten la risa
hoy se nos cuela una brisa
bajo el papel del examen.
Sea cual sea el dictamen
de los próximos veranos
o lo que traiga entre manos
nuestra vida giratoria,
por una vez en la historia
vale soñar, colombianos.