Hay muchas personas en pánico por la pandemia, el terror los ha invadido de tal manera que no se desprenden de las cifras al punto de saber cuántos fueron los últimos contagiados, en cuanto va la cifra de muertes y cuantos el total de enfermos. Pero pienso que el terror ni siquiera es producto de los muertos o enfermos sino de no saber a qué nos enfrentamos ni cómo controlarlo. Como si tuviéramos que saber o controlar todo, nos da miedo saber o confirmar que a pesar de todos los avances aun continuamos siendo muy frágiles y que la naturaleza de cierta forma nos domina. Incluso no falta quien este reclamando a Dios por esta situación o porque no ha permitido encontrar la vacuna para exterminar el virus, de nuevo todo en torno al poder que queremos tener para controlarlo todo. Lo que no recuerdan, es que todo ocurre con un propósito, con algo positivo implícito y esta no es la excepción.
Si nos devolvemos en el tiempo a las épocas antes del virus, era normal escuchar a las personas quejarse por la falta de tiempo para compartir con sus seres queridos. He escuchado y visto madres llorando porque sus hijos les piden que se queden 10 minutos mas y ellas no pueden porque deben salir por cualquier razón, he escuchado a padres reclamar contra el sistema porque no pueden quedarse en casa y compartir un minuto mas con sus hijos o por no poder llevarlos al colegio. Y todo se debe a que sin darnos cuenta y sin proponérnoslo estábamos inmersos en un mundo de rutinas preestablecidas donde la familia era la menos favorecida; la oficina, el gimnasio, el estadio, las compras, en fin, por esto cuando de repente nos lo quitan y nos cambian la vida tal como la conocemos, nos sentimos temerosos e incómodos en un ambiente totalmente nuevo para nosotros, y que ironía, la estrategia de quedarnos en casa para contener el virus termino convirtiéndose en nuestra nueva rutina. Sin embargo, aun no lo disfrutamos porque seguimos añorando la rutina pasada. Este es un gran momento para reiniciar el chip llamado Familia y poner en orden todo lo que tiene que ver con ellos incluido nosotros mismos. No se nos olvide, la familia es la base de toda sociedad.
Toda situación tiene algo positivo y hoy tenemos una gran oportunidad para resarcirnos con nuestros padres, hijos, esposas o esposos e intentar ser una mejor persona. Los eventos que ocurran en nuestras sociedades después del Covid tendrán mucho que ver con la persona que después de este confinamiento saldrá a ese nuevo mundo. Hoy tenemos una oportunidad de oro para replantearnos como sociedad. Ser mejores personas se ha convertido en una necesidad en un mundo cada día mas contaminado por el odio, el egoísmo y el resentimiento. Tal como lo veo, este virus ha sido un gran aliado para detener el mundo tal como lo conocíamos, darle un respiro y cambiarlo. Hoy vemos personas cuidando de otras, personas dándole comida a quien no tiene, todos sin distingo de credo unidos alrededor de una oración por personas que no conocemos, se despertó esa sensibilidad por el otro, pensando no en nosotros sino en los demás y sería totalmente insensato volver a nuestro estado anterior, por eso este virus no es un castigo como creen porque sin duda lo superaremos, este virus es una oportunidad para empezar de nuevo. Este es el punto de inicio para hacer del mundo, de nuestra sociedad y de nuestras familias algo infinitamente mejor. ¡No tenemos otra opción!
