Grabando… grabando

Grabando… grabando

Es tan reprochable la censura a la prensa como el vivo que graba a espaldas, basándose en el escondite y artimaña propia de un calculador

Por: Rodrigo Beltrán
enero 29, 2019
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Grabando… grabando
Foto: Presidencia

Soy periodista en ejercicio y de academia desde hace 35 años, muchos en el país lo saben. Estoy ciento por ciento de acuerdo con combatir la censura en cualquiera de sus manifestaciones y escenarios. Igualmente, apoyo el gran patrimonio del periodismo, el respeto y garantía al ejercicio soberano de la libertad de prensa, uno de los grandes avances de esta bella profesión.

Ahora bien, otra cosa es imponer soterradamente, y basados en la deslealtad, la falta de principios éticos, el atropello a la confidencialidad, mediante “la trampa” y “a escondidas”: la costumbre del “vivo” de grabar al jefe en reuniones privadas internas… para hacerlo caer, utilizando comités corporativos de operación y estratégicos, con el firme propósito de tener con ese documento una herramienta eficaz según lo requerido, que va desde el posterior chantaje como instrumento contundente para cualquier propósito y además según la categoría de la víctima.

Creo lo contrario, si se trata de ir contra los corruptos o funcionarios de mala conducta se debe actuar cara a cara. La denuncia debe ser frentera con argumentos y utilizar los canales donde hay procesos limpios y que la justicia o el denunciante puede utilizar cuando lo requiera.

Yo diría que es tan reprochable la censura a la prensa que aplica un funcionario público, a propósito del caso del gerente de RTVC, como el vivo grabador a espaldas sin hablar de frente sino basado en el escondite y artimaña… propio de un calculador.

Ya en Colombia son muchos los casos en donde este ejercicio de grabación a escondidas se pone en práctica y al parecer aumenta día a día; es como cuando el ciudadano toma la justicia por su propia cuenta y decide linchar a un raponero o delincuente hasta causarle la muerte o como nacieron “justificadamente” los grupos paramilitares que terminaron siendo más graves que la enfermedad… ante la ausencia de una política de seguridad del estado.

En el caso de Juan Pablo Bieri, el ahora exgerente de RTVC, la funcionaria audaz grabadora renunció días antes del escándalo y fue desde afuera, ya no siendo activa en la entidad cuando decide filtrar el audio para ser entregado a periodistas, organizaciones y medios de comunicación en general. Es decir, “me voy de aquí, me lavo las manos, pero mi jefe también tendrá que irse". Si lo anterior es un comportamiento lógico, ético y de buenas prácticas, pues apague y vámonos.

Lo triste es haber llegado a esas conductas de actuar, de tal manera, para llevarse, como se dice popularmente, al que sea por delante, porque no hay carácter, honestidad de ninguna de las partes, o sea “con trampas denunciar la trampa”… lo que expresa que todas las fronteras de los procesos limpios se han violentado sin importar cómo, mejor dicho contra viento y marea, ahora si el fin justifica los medios.

De ahora en adelante y de seguir con el desplome de la confianza, en los comités internos de entidades públicas o privadas en nuestro país, la salida es una sola, única opción vergonzosa para un jefe: “señor, si usted quiere participar en esta reunión porque es su responsabilidad y el deber de hacerlo, deje el celular afuera y entre”.

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