Algunos pensadores afirman que el poder es perverso y se torna como tal en las peripecias de las alianzas, máxime, cuando se sabe que el poder se gana o se pierde como por arte de magia, que es la extraña dinámica de las coyunturas, fenómeno que estudiaron Sun Tzu en El arte de la guerra y Maquiavelo en El Príncipe.
Después de año y medio de haber puesto en jaque la inconstitucional y absurda licencia ambiental para la construcción de una Base Militar en Gorgona, el gobierno nacional arremetió con toda para desentrabar la construcción de aquella y convidó una pantomima para desprestigiar a los ambientalistas.
Para estos efectos, bajo la batuta de la Minambiente, se convidaron a los Ministros de Defensa y Comercio Exterior, a los Directores de la Autoridad de Licencias Ambientales y Parques Nacionales, y al Almirante Cubides, a una rueda de prensa desde Casa de Nariño evidenciando el nerviosismo de todos.
Los ambientalistas hemos asumido con convicción, sobre todo, validos de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas Físicas y Naturales, así como del Comité Científico de Gorgona, conformado por damas y caballeros de formación doctoral y alto prestigio mundial para demostrar el intencionado daño ambiental.
La puesta en escena en Presidencia reflejó el tardío comienzo de eventos como nueva costumbre y una sarta de mentiras que ha invadido la opinión pública, como que se trata de la reconstrucción del viejo muelle de madera, cuando este feneció distante del muelle militar para darle paso al crecimiento de los bellos corales.
Susana Muhamad repitió una vez más que los turistas arriban a Gorgona desde las lanchas a través de una escalera, nada más falso que eso; que la adecuación de los viejas casa lo es por el asbesto de las tejas y por eso deben derribarlas para construir tres pequeños hangares militares para infantes y oficiales de navío.
Como se derrumbó el argumento de la interceptación de drogas ilícitas y Petro había reconocido el fracaso de la lucha contra el narcotráfico, afirmaron que ahora empezaba la lucha militar para combatir la pesca ilegal de aletas de tiburón con un poderoso radar que ya no financiaran los antinarcóticos gringos.
La politóloga Ministra de Ambiente, afirmó, además, que ahora emprenderían la construcción de un ambicioso centro de investigaciones y estudios marinos en el cual se utilizaría el radar, restándole importancia a la contaminación ionizante en los tejidos blandos advertida por la Instituto Mundial contra el Cáncer.
Es decir, intentaron bajarles la nota a las actividades militares como razón para la financiación de la Oficina Antinarcóticos de los Estados Unidos, a las fundadas denuncias de los ambientalistas y científicos, así como al clamor de las comunidades del litoral Pacífico que se estrellaron contra la mudez de Petro.
Para rematar, pusieron a la asesora de comunicaciones del Minambiente a afirmar con piezas publicitarias, que nuestras denuncias y objeciones que empezaron a tener audiencia nacional por los grandes medios, se trataba de falsas denuncias encubiertas con mentiras institucionales, es decir, nos injuriaron oficialmente.
Ciertamente se saltaron un debate judicial que apenas comienza en el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, que ha ordenado una experticia, una especie de estudio de impacto ambiental para analizar los efectos adversos de la obra militar en la biodiversidad de fauna y flora del santuario Gorgona.
El cálculo les salió mal, toda vez que, se ha generado un debate nacional ante la opinión pública como reacción a la vil descalificación de los ambientalistas por parte del gobierno nacional, que de viva voz de Petro en junio pasado ante la Armada Nacional nos acusó de agentes de la muerte causado por el narcotráfico.
Esta pobre puesta en escena desde la ahora Casa Pinocho me trae a colación una vez más el tango Camuflaje que entonara Goyeneche: “Hoy en día todo es grupo, disfrazado / de verdad /y una sarta de mentiras ha invadido la ciudad. / Cualquier gato con tarjetas se las da de gran señor / y los chorros se dan cita en el campo / del honor”. Se ha tornado público el debate. ¡A la carga!