Somos un país enfermo; fervoroso y creyente pero enfermo. Parece que necesitáramos de alguien que nos vigile desde lo más alto para no hacer el mal. Tan pronto el papa Francisco llegó a Bogotá, los índices de violencia bajaron, o será más bien que la Policía tenía la ciudad más vigilada que nunca, yo no sé. Criticamos al periodista español por su columna, y de verdad es un asco (la que dice que el Papa Francisco está en un país de narcos), pero no se nos puede olvidar que somos uno de los grandes productores de droga en el mundo (coca) y en los últimos años ese número se ha disparado. ¿Culpa de las Farc? ¿culpa de las bandas criminales? ¿culpa del gobierno? No, es culpa de todos nosotros, de una sociedad enferma. La niña que violan y todos guardan silencio; el político corrupto que compra votos con un tamal y los fieles seguidores que lo aceptan; el pastor o cura que se hace millonario a punta del diezmo; o el hombre o la mujer que se le atraviesa a la caravana del papa Francisco sin pensar en las consecuencias que puede llegar a tener.
Los colombianos no podemos seguir teniendo una fe ciega; seguir pensando que nuestros actos individuales no causan un impacto grande por más pequeños que sean. Muy seguramente la próxima semana volverán los asesinatos, los robos, las violaciones, el rifirafe político y la corrupción que tanto le hace daño al país. Veía en la transmisión cómo algunos políticos le daban la mano al papa Francisco: ¡Me daba asco!. Pensar que esos mismos políticos son los que tienen la mano enmermelada y les ronda la corrupción o simplemente como el alcalde de Cartagena que quería tapar a los pobres para que el papa no viera la parte fea de la ciudad. Una tristeza.
Somos un país al que le gusta barrer y guardar la mugre bajo el tapete. En el que no vemos más allá de nuestro beneficio y no medimos la consecuencias de nuestros actos. Tal como ocurrió en Cartagena cuando la multitud de le atraviesa a la caravana del papa móvil y este tiene que frenar intempestivamente haciendo que el sumo pontífice se pegara en la cara. O tal vez como el ciudadano de Villavicencio que en un acto digno de la estupidez humana se le arrodilló en frente del carro del Papa y por poco termina siendo arrollado.
La forma en como nos comportamos y no sabemos controlarnos dejan ver que el paso del Papa por Colombia solo fueron pañitos de agua tibia para una sociedad enferma, una sociedad que volverá a ser la misma porque acá prima la ley de "el que reza empata", o del sicario que se confiesa y se persigna antes de salir a matar.
Ojalá en la próxima venida del Papa al país, seamos un poco más dignos de su presencia y que no tengamos la fe ciega que actualmente cargamos como una cruz y que nos terminará sepultando. Pero como dice el Papa: "No pierdan la alegría, no pierdan la esperanza"
Hasta el más santo se accidenta si no cumple con las normas de seguridad. #SafetyFirst #ElPapaEnColombia #Cartagena pic.twitter.com/tfDjFux0dp
— Rafael Alvear P (@profesionalhseq) September 10, 2017
Desde otra toma:
????VIDEO: Este es el momento del accidente que sufrió #ElPapaenColombia. Sufrió golpes en el rostro. Oremos???? #ModoPapa https://t.co/NvRKlUtPuv pic.twitter.com/QroBMk31gm
— ACI Prensa (@aciprensa) September 10, 2017
El papa Francisco como gran hombre tomó el hecho con tranquilidad
???? #URGENTE "Me di una puñada, estoy bien" dice #ElPapaEnCaracol. https://t.co/SwKrpzSCb3 pic.twitter.com/mcG2JfAZIe
— Caracol Radio (@CaracolRadio) 10 de septiembre de 2017