¿Golpe de Estado en Colombia?

¿Golpe de Estado en Colombia?

"Si le sumamos a la descomposición social la falta de pantalones del presidente que tenemos es un verdadero milagro que esto no haya ocurrido aún"

Por: Enrique ALEGRÍA DULCAMARA
mayo 03, 2021
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¿Golpe de Estado en Colombia?
Foto: Las2orillas / Leonel Cordero

El panorama colombiano, con esta caja de Pandora abierta, no puede compararse más que con un mar de incertidumbres. Para comenzar, la violencia, que nace en el Estado, reina sin cesar en todos los escenarios con nefastas consecuencias para quienes no cuentan con solidez económica sobre todo. De otra parte, el virus sigue cobrando vidas a montones sin que haya una voluntad y una política serias para enfrentarlo. Además, los niveles de corrupción no disminuyen pese a la circunstancia tan particular de la crisis; parece que es lo contrario. Pero si, además de la descomposición social, sumamos la falta de pantalones del presidente que tenemos, es un verdadero milagro que, hasta el momento, no se haya producido un golpe de Estado.

Entrando en materia, la violencia estatal comienza a generarse desde la presentación de una proyecto de reforma tributaria que lesiona enormemente el bien maltratado bolsillo de los colombianos excepto de quienes son multimillonarios (bancos, empresas de aviación y otros). En este momento, el presidente ha dado instrucciones de cambiar el texto de la reforma; esperemos que el remedio no sea peor que la enfermedad. Pero continuando con el tema, el ciudadano Álvaro Uribe Vélez, quien tiene muchos seguidores y se hace obedecer por el presidente de la república, glorifica la violencia. No se trata de una novedad, pues todos conocemos de sobra el discurso violento de este señor desde hace mucho tiempo; baste recordar “Le doy en la cara, marica”. Existen muchas formas de ejercer la violencia: desde lo discursivo, desde lo coactivo, en fin, no es solo lo físico.

Sin embargo, el Estado también ejerce violencia física. El discurso ese de “entren a matar que ustedes no son ningunas damas rosadas”, tuvo resonancia durante estos tres días; lo demuestra la lista de personas heridas y de muertos en Cali, Ibagué, Bogotá, Barranquilla, Medellín y en las demás ciudades. Más allá el grito de un uniformado pateando a un profesor “Gonorrea, cállese”; más acá, otro apuntándole a alguien sabiendo que pertenece a la prensa; de otro lado, un joven que ha sido sacado de su casa, lo han golpeado y lo han dejado tirado en la calle. ¡Un verdadero caos! Son apenas algunos botones de la camisa; y si recordamos las listas del sistemático asesinato de líderes y lideresas, las ejecuciones que siempre serán extrajudiciales, los “falsos positivos” y otras formas contra la vida, este párrafo terminaría en un libro más grueso que la biblia con todos los muertos del Antiguo y Nuevo Testamento.

No obstante, un pueblo que ha nacido en el río de la violencia y de la muerte no ha hecho sino multiplicarlas; por eso también hay policías heridos y muertos, estaciones y buses quemados, estatuas derribadas, vitrinas destrozadas y mucho más. Una anciana de más ochenta años que ha visto desfilar varias generaciones de mandatarios que no hace nada por su tierra, desde su silla de ruedas, grita a uniformados “Ustedes son los perros que cuidan asesinos”. La violencia de ninguna manera tiene justificación, pero vale la pena preguntarse: ¿qué nos cuesta más, la restauración de los daños causados al paisaje urbano, al transporte y todo lo demás o el río de oro que va a dar a los bolsillos de los corruptos? Creo que las cifras de los daños quedan en el terreno de lo simbólico si las comparamos con el saqueo de la corrupción. Lo que en verdad no se puede restaurar sabemos que es la vida.

Otro de los temas que anoté al principio fue la falta de pantalones de Iván Duque para hacer lo que le corresponde. En verdad, hay una mujer en este país que los lleva mejor puestos que él. Son varios los hechos y acciones que lo caricaturizan. Ejemplos:

1. Llamar presidente a Álvaro Uribe cuando Uribe era senador y él, presidente.

2. Hace pocos días, Uribe, quien no es presidente, ni senador, envió a uno de sus hijos a hablar con él sobre temas del país. Eso no está fuera de la ley, pero ¿no habrá otros colombianos que merecen atención?

3. Una juez autorizó al presidente a prohibir las manifestaciones o el paro, no recuerdo exactamente. Bien por la juez; mal por el presidente que no sabe qué hacer.

4. Uribe se pronuncia sobre el uso de armas por parte de los soldados, y Duque, de inmediato, se dispone a militarizar el país. Por fortuna, una mujer con los pantalones bien puestos y el alcalde de Medellín dijeron no en esas ciudades.

En realidad, en este momento se me vienen a la memoria estos momentos; pero la lista es enorme y debe haber instantes vergonzosos, y si intento hacerla, me quedaría un libro más grueso que todos los tomos de Harry Potter.

Si colocamos el foco nuevamente sobre el panorama, encontramos violencia generalizada, corrupción, hambre, incertidumbre, muerte y un presidente decorativo. Adicionalmente, la prensa, algunos días anteriores al paro, dio la impresión de estar contra Duque. Sin duda, hay la necesidad de hacer algo por superar esta situación.

En pocas palabras: hay un problema, una reacción y una solución. La estrategia se conoce con ese nombre, problema-reacción-solución. El problema ya está descrito en este texto, la reacción del pueblo, y la solución… En río revuelto…

Tengo la sospecha de que Colombia puede repetir aquel pasaje de su historia en 1854, un Golpe de Estado en el que José María Melo arrebata el poder a su amigo y tocayo José María Obando.

Por último, no olvidemos que queda un objeto en la caja de Pandora, pero ese lo alimenta cada uno de nosotros con nuestras acciones.

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