Daniel Scioli, el exdeportista que supo ser campeón del mundo de motonáutica y que, como político y de la mano de los Kirchner fue vicepresidente y gobernador de la provincia de Buenos Aires, creía que iba a ganar las elecciones en la primera vuelta. Los programas sociales, profundizados en los 12 años en que Néstor y Cristina estuvieron en el poder, parecían ser una garantía suficiente para que Scioli obtuviera una aplastante victoria. Pero no fue así. En el camino se le atravesó el candidato del partido político Cambiemos, Mauricio Macri. El exintendente de Buenos Aires, que se hizo famoso por convertir, mientras fue presidente del club, al Boca Junior en el mejor equipo del mundo, parece aglutinar el cansancio que puede sentir un sector cada vez más grande del país hacia el kirchnerismo. Escándalos como el extraño suicidio de Alberto Nisman, el fiscal que investigaba el atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina ocurrido en 1995 en donde murieron 85 personas, han minado la credibilidad de los argentinos con respecto al gobierno de Cristina.
En los discursos que ambos contendientes dieron luego de una espera de más de cinco horas por los resultados se deja ver que, el apoyo del fundador del partido Frente Renovador, Sergio Massa, que con el 20 por ciento de los votos obtuvo el tercer lugar en la contienda, será determinante a la hora de elegir al nuevo presidente de los argentinos.
En las toldas de Macri se celebra la llegada del ballotage (segunda vuelta) como un triunfo. Ellos están seguros, así como la opinión pública, que Sergio Massa ya no siente el fervor de otras épocas por Cristina y que lo más probable es que se incline al macrismo. Con el ex intendente del presidente cambiaría el modelo económico que ha dominado a la Argentina desde la debacle de diciembre del 2001.