En diversos medios, generalmente de tipo local y algunas veces regional, se habla del golfo de Morrosquillo, departamento de Sucre. Otrora destino turístico preferido por muchos habitantes del interior del país, muchos de ellos, allí por primera vez vieron y sintieron el placer de estar en el mar, con su mañanas de quieto oleaje y sus finales de día con incomparables y coloridos atardeceres, viendo extasiados como el sol se ocultaba sumergiéndose en el océano, mientras las brisas suaves y frescas acariciaban.
Pero de aquel idílico lugar, de aquel memorable golfo de Morrosquillo, solo quedan recuerdos gratos del pasado, porque el presente dista mucho de la comparativa realidad que hoy aqueja a sus moradores y que en cierta forma ha alejado a muchos visitantes. La sensación de inseguridad es significativa, las noticias recurrentes así lo muestran en diversas modalidades delictivas, y de las gestas culturales donde jóvenes y niños aprendían a saborear la paz con instrumentos musicales, practicaban danzas y se hacían reuniones que los alejaban de las posibilidades de corrupción, solo queda la nostalgia.
No existe, al menos con resultados reales una política de emprendimiento, un programa de recuperación del sector turístico, mucho menos actividades populares que por su singularidad entusiasmen a los visitantes, hasta la festividades como su reinado popular y las regatas de botes artesanales han desparecido; como dejaron de existir las maravillosas fiestas de navidad y año nuevo, donde era usual, hace muchos años, disfrutar bailes con magnificas orquestas. Persiste contra todos los avatares una Semana Santa imponente, que por la religiosidad de sus seguidores es un patrimonio valioso, pero que escasamente mueve al turismo, porque al igual que en otras épocas del año, de las denominadas temporadas altas, los problemas sociales siguen presentes. Se pasea por su territorio la informalidad, la bulla estridente y la apropiación del espacio público, mientras que las playas deterioradas exhiben una ausencia de dolientes y las vías dejan mucho que decir.
Pero más allá, hay que mirar al golfo de Morrosquillo como una zona de alta potencial para el departamento de Sucre. Sin embargo, no se puede entender, que teniendo dos peajes, uno entre Sincelejo y Toluviejo, y otro entre Tolú y Coveñas, vías que se conectan en un recorrido que no supera los 30 kilómetros, existan tramos en muy mal estado vial, por ejemplo, entre Toluviejo y la Cementera de Argos, sector que por lo menos en la últimos 20 años no ha sido reconstruido, sin contar que a excepción de la doble calzada Sincelejo-Toluviejo, el resto de la carretera es irregular.
Ahora, que el golfo de Morrosquillo pierde su valor, solo queda iniciar su recuperación, debe proponerse una política de orden y de inversiones bien dirigidas. Son sus pobladores los que en última instancia deben velar por su propio sustento, porque sin turismo y a pesar de su gran potencial, una zona como esta, que no posee otra industria, que sus recursos pesqueros están deteriorados y que la carcome poco a poco la indiferencia, no puede seguir siendo ignorada oficialmente, menos ahora que existe una política nacional que prioriza la economía alternativa o economía naranja, y que como tal tiene en el turismo y su cultura un muy buen capital de referencia.
Coletilla: A mi modo de ver, creo que hace falta: recuperación de playas, mejoramiento de vías y carreteras, control, vigilancia y seguridad, ampliación del aeropuerto de Tolú, terminal de transportes, recuperación del espacio público, mejoramiento de servicios públicos y asistenciales, apoyo al gremio hotelero, promoción turística, apoyo a la inversión y promoción cultural. Tal vez, se vean muy grandes la necesidades, pero el golfo de Morrosquillo y sus gentes lo ameritan, Sucre y Colombia lo requieren.
