Georgina Ruiz Sandoval aborrece a todas esas reinitas que se creen que por ser bonitas pueden presentar deportes sin tener idea de lo que están diciendo. La mexicana es una mujer de bicicleta, de esas que muchas veces acompaña a Nairo, a Rigo o a Urán en sus entrenamientos. En un oficio marcado por el machismo, Goga le mete miedo a los hombres.
Estudió en la escuela de periodismo más famosa de México, la Carlos Septien García, por eso puede hablar con autoridad de fútbol americano, triatlón, cualquier tipo de deporte extremo, patinaje artístico y hasta póker.
En Colombia la empezamos a adorar cuando narró, ese 20 de julio del 2013, el momento en que Nairoman se desprendió de Chris Froome y ganó en la penúltima etapa del Tour de Francia, convirtiéndose, a sus 23 años, en el subcampeón más joven en toda la historia de la carrera. Su voz quebrada nos puso a llorar a los colombianos.
Por ser piscis es soñadora, cree en los extraterrestres, en las energías del cuarzo y se considera una adicta al Feng Shui y por haber escalado los picos más altos, tiene el misticismo del aventurero de haber visto a Dios.
Casada con un productor de ESPN, en la intimidad es desparpajada y a veces hasta malhablada. Sus amigos hombres, entre los que se encuentran los comentaristas colombianos Héctor Urrego, Jairo Chávez, Óscar Restrepo y Lisandro Rengifo, coinciden en que ella es la chispa en cualquier reunión. Sin embargo, Goga considera que su marido es un santo porque es una malgeniada perfeccionista de tiempo completo.
Su vinculación este año con Señal Colombia ha vuelto a poner de moda el ciclismo. Sus gritos, desde el mismo sitio de meta, han insuflado de energía a Cháves quien mañana defenderá, con uñas y dientes los ataques de Vicenzo Nibali, su más fiero y peligroso rival.