Bajo la presidencia de Juan Manuel Santos se popularizó el término ‘mermelada’ para referirse a todas las dádivas que el Gobierno otorga para comprar conciencias y poder ‘hacer lo que se le de la gana’.
En los últimos días estalló el escándalo de corrupción de Odebrecht en el que, inicialmente, fue salpicado el Gobierno anterior con el viceministro Gabriel García y la adjudicación de la Ruta del Sol en el tramo 2. Esta empresa le pagó a García la suma de 6.5 millones de dólares para beneficiarse con el contrato.
Todo parecía indicar que ahí terminaba el escándalo, tanto así que el pasado 16 de enero durante la posesión de Fernando Carrillo como nuevo Procurador, Santos se atrevió a decir que en su Gobierno no ha habido casos de corrupción, y que de haberlos, toca perseguirlos y combatirlos.
Pues bien, la demora era que el presidente dijera estas palabras para que salieran a la luz pública dos casos que lo relacionan a él y a cuatro de sus ministros.
Primero se conoció que durante la administración de Cecilia Álvarez, el Ministerio de Transporte autorizó a ‘dedo’ una adición por 900.000 millones en la Ruta del Sol tramo 2. Esta adición terminó beneficiando a su familia política, los Parody, que tienen intereses en el puerto de Gamarra – Cesar. Ambas ex ministras deben responder por qué no se declararon impedidas en el documento Conpes que autorizó esta adición.
Por otro lado se reveló que el Banco Agrario autorizó un préstamo a Navelena - empresa de la que Odebrecht posee el 83% de sus acciones – por 120.000 millones de pesos. Por el monto, este préstamo debía ser autorizado por la Junta Directiva del Banco a la que pertenecen el Ministro de Hacienda y el de Agricultura. Los ministros Cárdenas e Iragorri como miembros de esta Junta, deben responder por qué autorizaron el préstamo a pesar de saber que gran parte de la banca privada había negado el crédito a esta empresa por falta de liquidez.
Parece que todo lo que toca el Ministro Cárdenas se torna oscuro: Reficar, Isagén, la reforma tributaria y ahora el Banco Agrario.
Los colombianos apenas comenzamos a conocer los casos de corrupción de esta administración, pero al Presidente Santos hay que recordarle que la ‘mermelada’ también es corrupción y que su Gobierno es especialista en comprar conciencias para salirse con la suya. Y creo, además, que no cumplirá con la promesa de perseguir la corrupción, pues no se va a autocombatir.
