Mucho se menciona que la campaña del presidente Santos ha comenzado y que se mueve alrededor de la repartición de la 'mermelada'.
Eso sería apenas lo usual, en el sentido que la relación del poder con quienes tienen la capacidad de movilizar votos siempre gira alrededor de la burocracia y del presupuesto.
O algo que parece también inevitable es la nueva aparición de vallas en las carreteras con el mensaje diciendo que se debe al gobierno Santos cada obra que se está realizando; es demasiado claro que esto es parte de una campaña, y demasiado poco transparente que lo que no se había hecho a lo largo de casi cuatro años de administración aparezca justamente en vísperas de los comicios como una simple divulgación de lo que hace el Gobierno; y, algo peor que la falta de transparencia, el que se supone que esto contraría la ley de garantías y el que se hace con recursos públicos.
Esa realidad siempre estará además acompañada de unos argumentos o presentaciones que tratan de motivar al sector 'voto de opinión'; en el caso presente vemos una especie de 'chantaje de la paz', en el sentido que se plantea que, si no es con Santos, se pierde la oportunidad de llegar a un acuerdo con las Farc.
Así se crea la situación de una elección atípica —el fin de una guerra, dicen— que hace olvidar todas las dimensiones usuales de esta clase de certámenes; en particular, cuando se trata de la posibilidad de una reelección, de lo que sido la gestión del candidato a repetir.
Un balance debería incluir los avances que bajo un mandato se han logrado en los campos jurídico-político o institucional, social o de bienestar ciudadano, y económico en cuanto al desarrollo restringido a ese aspecto —no en términos de economía política—.
Pero, en lo que respecta a la 'rendición de cuentas', lo que caracteriza la posición del actual gobierno es que lo que cuenta son los resultados económicos y que de los otros aspectos o temas no se habla.
Pareciera que no siente ninguna frustración por no haber podido sacar adelante la reforma de la Educación que quedó pendiente en una mesa con la Mane (que no se sabe hoy en qué puede estar); ni por haber tenido que abandonar una reforma de la Administración de Justicia que tuvo que ser retirada 'por motivos de conveniencia'; ni, después de todo el tiempo de indiferencia ante el tema de la salud, por encontrarse con la oposición de todos los estamentos vinculados al sector al momento de intentar una reforma; ni por tener pendiente el Estatuto del Trabajo que ordena la Constitución desde su creación; etc... etc.
Para quienes hoy manejan el país, la cantidad de los TLC que suscriben, o el monto de la inversión extranjera que llega, o la tasa de inflación, tienen más importancia que los índices de desigualdad o de concentración, sea de riqueza o de ingreso, que nos caracterizan; o que la clasificación que tenemos con el vergonzoso puesto de país con el mayor desempleo del continente; o que los lamentables resultados de las mediciones de PISA en materia de educación.
Del presidente para abajo, todas las declaraciones de los funcionarios gubernamentales omiten tocar los temas que, por no haberlos resuelto, son los que más afectan a la población.
Pero también del presidente para abajo parecen sorprenderse con el poco entusiasmo que, según las encuestas, despierta entre los electores la posibilidad de la continuidad al mando del país del Dr. Santos.
De ahí la insistencia en que 'es un problema de falta de comunicación'. O, dicho de otra manera, que no hay error o deficiencia en la gestión, sino únicamente en la forma que se informa a la 'opinión pública'.
Pero resulta que es que con los resultados o los índices macroeconómicos no se alimenta el pueblo; mientras las autoridades sigan sintiéndose exitosas porque obtienen buenos resultados en ese campo, existirá la 'falta de comunicación'; y aunque Santos probablemente resulte reelegido, esto será pero por resignación, como lo muestra la intención de votar en blanco con mayor aceptación que la de renovar el mandato.
"Es la economía, estúpidos" fue una frase de campaña en otro momento y para otro país; aquí podría repetirse pero antecediéndola de un 'NO... '.