El médico Julio César Guerra Tulena, el último de los viejos de la dinastía Guerra - tío de los senadores María del Rosario y Antonio Guerra de la Espriella-, la más influyente de Sucre, decidió someter su nombre para la gobernación del departamento. Era su manera de cerrar carrera política después de haber sido representante, senador y Presidente del senado. A pesar de las resistencias, inclusive familiares y las críticas que recibió, Guerra Tulena insistió y ganó en una reñida elección
Todo empezó mal en la gobernación de Guerra Tulena. Desde muy pronto el gobernador empezó a aislarse en las reuniones y a perder el control de las decisiones de gobierno; a olvidar el nombre de sus funcionarios. En una plaza pública en Sincelejo se quedó abruptamente en silencio en medio de un discurso. El diagnostico resultó implacable: un desorden neurológico que posteriormente fue identificado como Alzheimer.
La decisión familiar fue evitarle cualquier contacto público y sobre todo con los medios de comunicación. Las riendas del poder las tomaron su segunda esposa María Victoria Sotto y Rildo Herazo, su contador de confianza quien se había criado en familia, como hijo de una de las empleadas domésticas de la casa.
Rildo Herazo, el mismo personaje que está hoy en el foco de las investigaciones de la Fiscalía por ser el cerebro del cartel de los locos que se quedó con 5 mil millones de pesos, se había ganado sus primeros pesos ayudando a deshierbar el jardín de la inmensa casa en el Barrio Ford. Julio César Guerra prácticamente adoptó a Rildo. Lo sacó bachiller y después lo apoyó en la Universidad y con el título de contador en la mano le soltó las riendas de sus negocios, la finca ganadera y las demás inversiones en Sincelejo. Herazo llegó con él a la gobernación en el 2011 hasta el 2015, se instaló al lado suyo a vigilar hasta la última firma y no le fue mal: terminó con edificio propio, un parqueadero y varias propiedades a decir del vox populi Sincelejo y a las que las autoridades le siguen la pista después de su detención.
Por la influencia de Herazo, de su secretaria personal, Gina Harb Feris y de María Victoria Sotto, el gobernador Julio Cesar Guerra terminó dándole un reverzaso a las promesas de campaña con las que conquistó la gobernación con el aval del Partido Liberal en el 2011. Logró, antes de que la enfermedad tomara un camino irreversible, que lo apoyaran el Partido Conservador, el Polo y Cambio Radical y con esta coalición derrotó a Ramón Emiro Muskus, el candidato de Enilse López, y a Héctor Hernández Manotas, la ficha de Álvaro “El Gordo” García, el ex gobernador condenado por paramilitarismo y el asesinato de una persona en Sucre.
Rápidamente las expectativas en torno a Guerra se desmoronaron. Sus 78 años, acentuados por el Alzheimer, le terminaron haciendo mella y empezó a tener un comportamiento contradictorio, incluso irracional. A principios del 2012 empezó a recibir en su casa a políticos del circulo de Enilse López, La Gata, como Jorge Abisambra, exgerente de Aposucre y terminó entregándole, en medio de un escándalo que tomo ribete nacional, el negocio del chance a la controvertida empresaria. Reuniones en las que siempre estuvieron presentes Herazo y su esposa María Victoria Sotto. Esa decisión le costaría, tres años después, una suspensión de ocho meses como gobernador del departamento.
María Victoria Sotto, ha acompañado a Guerra desde su matrimonio en el año 72. Su historia personal no deja de ser complicada. Cambió su apellido para diferenciarse de su hermana Neyla Alfredina Soto Ruiz, conocida como la Sombrerona, la jefe de finanzas del Bloque Norte de las Autodefensas. La esposa de Guerra se vio envuelta en un escándalo en 1995 en el que terminaron asesinados nueve indígenas zenúes de la comunidad de San Andrés de Sotavento, entre ellos un cacique mayor hecho por el que terminó detenido William Tulena Tulena.
Fue ella la primera en percatarse de la mirada ausente de su marido, de sus discursos incongruentes cuando tomó cartas en el asunto. Empezó a copar todos los espacios junto al contador Herazo. Pronto explotó la crisis del Hospital Regional y las quejas de los enfermos denunciando que debían llevar hasta el algodón si querían ser atendidos. La pavimentación de los 10 km de vía entre Toluviejo y Colosó tardaron dos años en materializarse y las obras para controlar las inundaciones de la Mojana se esfumaron. La Contraloría General de la República le abrió un proceso de responsabilidad fiscal por el presunto detrimento patrimonial de la compra de textos escolares con un sobrecosto de más de 800 millones de pesos además de haberse perdido 2.136 textos que tenían un valor de 103 millones de pesos.
Se señaló de haber girado $ 5.000 millones a las IPS Clínica Nuevos Amaneceres y la Fundación Nuevo Ser, donde se atendieron, entre el 2012 y 2015, enfermos mentales fantasmas, que nunca existieron. Detrás de todo aparecía un nombre: Ronaldo Herazo quien le cobraba comisiones a las IPS en nombre del gobernador. Una primera cifra ascendía a los $200 millones
La Fiscalía descubrió la patraña. .Desde su oficina en el Banco de Occidente, el contador recibió al asesor de la IPS Santa Fe con la que la gobernación tenía una deuda de $336 millones. Herazo le prometió que la deuda sería saldada solo si la fundación le daba a él 60 millones ya que estaba recuperando, de esa manera, el dinero que había invertido durante la campaña de Guerra Tulena. Un ejemplo de las múltiples denuncias como ésta terminaron haciendo que el Fiscal 78 Anticorrupción ordenara su detención el pasado jueves 8 de marzo junto con siete personas más. Dice estar dispuesto a contarle a la Fiscalía la manera como aprovechó su título de contador y la confianza que le depositó el patriarca de la familia para navegar por la mente insondable de un enfermo de Alzheimer, quien cada día se desploma hacia el pozo de la inconciencia y la desmemoria.