Gloria Ocampo, una paisa en el Putumayo que le estorbaba a los narcos

Gloria Ocampo, una paisa en el Putumayo que le estorbaba a los narcos

En lo más duro del conflicto se unió a las Tejedoras de Vida y desde hace dos años cambió la coca por la caña de azúcar, un plan que quería para muchos otros campesinos

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enero 20, 2020
Gloria Ocampo, una paisa en el Putumayo que le estorbaba a los narcos

Gloria Ocampo no vaciló en sacar los cultivos de coca de su tierra cuando tuvo la oportunidad. El 10 de febrero de 2017 los municipios de San Miguel, Puerto Asís, Puerto Caicedo, Villagarzón, San Francisco y Puerto Guzmán —Putumayo— firmaron un compromiso para la sustitución voluntaria de cultivos ilícitos como parte del Acuerdo de Paz. Ahí se encontraba Gloria, en primera fila, liderando un grupo de familias de la vereda La Estrella, inspección El Cedro, en Puerto Guzmán, ilusionadas con montar los proyectos productivos que les permitiera enterrar 50 años de guerra, muchos de ellos atizados por el narcotráfico.

Más de una década atrás, Gloria había llegado junto a su esposo hasta el departamento buscando una mejor vida. Venía del Caquetá, a donde llegó desde su tierra natal, Virginia, en el Quindío. Compró una finca que logró pagar a cuotas, pero ante la presión de las Farc no tuvo otro camino que sembrar coca para poder sobrevivir. Los cultivos de pancoger y cualquier proyecto agrícola estaban destinados al fracaso ante las precarias condiciones para comercializar los productos en la región.

Desde entonces, Gloria se había convertido en la vocera de su comunidad dentro de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) y del Plan Nacional Integral de Sustitución de Cultivos de uso Ilícito (PNIS). Pero su liderazgo venía de tiempo atrás, cuando se unió a la Alianza de Mujeres Tejedoras de Vida del Putumayo, una red de 65 organizaciones sociales que nació como respuesta ante los asesinatos, amenazas y persecuciones que viven las mujeres en el departamento.

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La Alianza Tejedoras de Vida, encabezada por Fátima Muriel, llevan 20 años luchando por visibilizar los asesinatos contra mujeres en el Putumayo. Foto: Facebook Tejedoras de Vida.

En el año 2000 Fátima Muriel, fundadora de las Tejedoras de Vida y entonces inspectora de Educación del Putumayo, decidió tomar cartas en el asunto ante los homicidios de mujeres que nadie reconocía y quedaban en el olvido. Como inspectora le había tocado ir más de una vez a los pueblos y veredas en el departamento a recoger a las profesoras que eran asesinadas sin que la Policía o Fiscalía buscaran a los responsables. Todo el mundo sabía que se trataba de la guerrilla, única autoridad en el territorio. Fátima logró hablar en más de una ocasión con los comandantes, quienes intentaban justificar los asesinatos, pero ya no necesitaba escuchar razones: "para qué, ya la asesinó, ya no hay excusa que valga", les decía con rabia. Las Farc, y posteriormente los paras creían que las profesoras, por ser funcionarias públicas, tenían la obligación de ser informantes del Estado, y sin mediar palabra, terminaban matándolas y tirándolas a la orilla del camino.

Fátima Muriel comenzó por reunirse con las mujeres que habían perdido a un hijo, a un hermano o a un esposo en medio del conflicto. Todas contaron su historia y la de otras mujeres que fueron asesinadas en el departamento. Poco a poco, entendió que más que una organización, estaba dándole vida a un espacio para purgar las penas. Con ollas comunitarias y sesiones de escucha, fueron recogiendo los nombres, las denuncias y las historias de 178 mujeres que terminaron representadas en el Muro de la Verdad en Mocoa, para que todo el mundo supiera que a las mujeres las estaban matando y nadie hacía nada al respecto. Mientras tanto, Fátima buscaba el respaldo de entidades como el ICBF para que se hiciera cargo de los huérfanos que quedaban tras cada homicidio.

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Son tres los murales de la verdad los que la Alianza Tejedoras de Vida han realizado en el Putumayo. En Mocoa, la capital, está este que recuerda la historia de 178 mujeres asesinadas. Foto: Alianza Tejedoras de Vida.

Pero recordar el nombre de las mujeres asesinadas no parecía suficiente. En medio de las presiones de la guerrilla y posteriormente de los paramilitares, las Tejedoras de Vida fueron cogiendo cada vez más fuerza. Ni siquiera el asesinato de dos de sus lideresas, Luz Marina Benavides (2005) y Martha Jamioy (2006), frenaron su trabajo. Fátima Muriel se ganó en 2006 una beca de género en la Universidad de Granada. Desde entonces, tomó la decisión de caracterizar la organización que lideraba en el Putumayo y darle rostro a las otras 65 que se han unido a ella para crear la red que conforma la alianza. Así, logró identificar los tres pilares que hoy identifican a las Tejedoras de Vida: derechos humanos y paz; mujeres y políticas públicas; y cultura y medio ambiente.

Cada uno de estos enfoques se han convertido en las banderas de cerca de 2000 mujeres en el Putumayo que hace parte de la Alianza. En 2015 las Tejedoras de Vida lograron construir la actual política pública de equidad y género para las mujeres que rige en el departamento y tiene que ser implementada por la gobernación, y el 19 diciembre de 2019 el Concejo Municipal del Valle del Guamuez aprobó otra política igual. Según Fátima Muriel, estas políticas son necesarias en un departamento que debe entender que el conflicto se está viviendo nuevamente como si hubiesen retrocedido al año 2002, pero ahora tienen nuevas herramientas para enfrentarlo.

Otro de los grandes logros de las Tejedoras de Vida es la capacitación de las Guardianas del Agua, un grupo de mujeres que decidieron amadrinar los ríos del Putumayo para protegerlos ante la contaminación y la ambición por el oro. Gloria Ocampo se había formado como Guardiana del Agua y junto a su amiga Leidy Maigual adoptaron los ríos Júpiter y Jauno.

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Foto: Cortesía

Sin embargo, en Putumayo las cosas cambiaron radicalmente desde septiembre del año pasado, cuando la disputa por el control del territorio entre grupos armados ilegales se recrudeció. En Puerto Guzmán las amenazas e intimidaciones fueron cada vez más constantes desde que en el ajedrez bélico del narcotráfico apareció la 'Mafia de Sinaloa', un grupo que, según la Red de Derechos Humanos del Putumayo, Piamonte y Cofanía de Sucumbíos, se viene desplazando por el bajo Putumayo desde hace algunos meses.

Pero la alerta principal sobre la presencia de la Mafia de Sinaloa sucedió al poco tiempo de saberse sobre la presencia de esta banda en el departamento que habría entrado por el caserío de Puerto Rosario, donde citaron a toda la población y les anunciaron sobre la guerra que le declaraban al Frente Carolina Ramírez, de las disidencias de las Farc. Sin embargo, lo que más preocupa es la tranquilidad con que la gente de la Mafia de Sinaloa se mueve por la región. Según varias denuncias, estarían aliados con las fuerzas armadas, como lo habrían anunciado en la reunión a la que obligaron a las personas de Puerto Rosario a asistir y en la que les habrían "socializado" un nuevo manual de convivencia, como en la época de los paramilitares.

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Foto: Cortesía

El 7 de enero Gloria Ocampo apenas escuchó su nombre del otro lado de la puerta cuando una ráfaga de disparos acabó con su vida. Se encontraba comiendo en su casa junto a su hija de 12 años y su esposo, quien ante el asesinato de Gloria solo pudo hacer unos tiros al aire con su escopeta de cacería mientras dos hombres huían en una moto y desaparecían en la oscuridad de la noche.

Nunca recibió una amenaza y se quedó esperando el dinero del subsidio que le prometió el Estado hace dos años cuando se comprometió a no volver a sembrar coca en su finca. Aunque Gloria cumplió con el pacto, el gobierno colombiano no lo ha hecho. Según Alexánder Sánchez, un líder social de la región quien ha trabajado muy de cerca en la implementación de los PDET y el seguimiento al PNIS, Gloria, quien además era secretaria de la Junta de Acción Comunal de La Estrella, se quedó esperando los 19 millones que le prometía el acuerdo de paz para poder desarrollar un proyecto productivo a mediano y largo plazo.

Gloria no peleaba solo por ella y su esposo, con quien había tomado la decisión de reemplazar la coca con cultivos de caña para hacer panela y producir miel, sino por las 9 juntas de acción comunal que representaba como parte del grupo motor de los PDET y del Consejo Municipal de Participación para la sustitución de cultivos en los corregimientos de Puerto Guzmán, donde el 90% de los campesinos que erradicaron la coca de sus fincas han cumplido con su palabra de no volver a sembrar.

A Gloria la despidieron en medio de lágrimas y honores que recuerdan su nombre y el trabajo que había liderado en los últimos años. El pasado 17 de enero, en medio del Consejo de Paz en Puerto Guzmán, las guardianas del agua y otras mujeres pertenecientes a las Tejedoras de Vida decidieron hacer un duro reclamo al gobierno departamental y nacional a pesar del miedo que las atraviesa. Presentando una mandala para mantener la memoria de Gloria, les recordaron a las autoridades su consigna mayor en tiempos de guerra: prefieren morir en su tierra antes que abandonarla

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