Gloria Gaitán interpretó siempre que se trataba de una pelea de Álvaro Uribe contra ella y la memoria de su padre Jorge Eliécer Gaitán, cuando su gobierno le quitó el manejo de la Casa-Museo, hasta entonces una entidad autónoma adscrita al Ministerio de educación, para entregárselo a la Universidad Nacional.
Toda la pugna había arrancado en noviembre de 2003 cuando recién iniciado el gobierno, el Ministerio de educación en cabeza de Cecilia María Vélez le puso la lupa al Instituto Colombiano de la Participación, Colparticipar, la fundación creada por Gloria Gaitán para manejar el centro en la casa adquirida por el caudillo liberal en los años 30. En el arqueo de bienes el ministerio reportó la pérdida de objetos de casa y documentos que formaban parte de la fundación. Las denuncias escalaron al punto de que la Contraloría decidió montar una oficina en el segundo piso de la casa. La incomodidad de la Gloria, la directora hasta entonces vitalicia, fue total y sus protestas públicas copaba titulares de prensa, como forma de presionar e intentar atajar una decisión que se veía venir: la intervención de la fundación.
La orden la dio la poderosa Ministra Cecilia María Vélez en el 2005, quien de un plumazo nombró como director a Hernando Corrales y la administración se la delegó a la Universidad Nacional bajo la rectoría de Marco Palacio. Adujo entonces no solo malos manejos administrativos sino que hizo pública la pretensión de dinamizar el centro de pensamiento y estudio pero también concluir la obra del arquitecto Rogelio Salmona que estaba en un estado calamitoso.
Removerla de la dirección fue un golpe para Gloria Gaitán que desde entonces se propuso como toda una gladiadora retomar su manejo. Tenía además un gran valor afectivo. Allí había pasado sus años de infancia y ahí vio cómo su familia y el país se rompía después de que Roa Sierra
En 1928 la firma constructora Dávila Holguín & Liévano construyó en el barrio Santa Teresita uno de los primeros conjuntos residenciales de Bogotá. Estos tenían una particularidad, eran los primeros en contar con alcantarillado, energía eléctrica y acueducto. Cinco años después, el abogado Jorge Eliecer Gaitán, recién desembarcado de Europa, compró una casa allí el 30 de diciembre de 1933. Estaría en ese lugar primero junto a su amada madre, Manuela Ayala Beltrán. En 1936 a la casa se uniría su esposa, Amparo Jaramillo y en 1937 nacería en esa casa Gloria. El líder liberal estaría en esta casa hasta el abrupto final de su vida, ocurrido el 9 de abril de 1948.
Tan sólo una semana después de que Roa Sierra disparara tres veces en la salida del edificio Agustín Nieto, la casa fue declarada por el gobierno de Mariano Ospina Pérez, Monumento Nacional. Jamás sería demolido y su recuerdo se preservaría para siempre hasta el punto en que en los años ochenta Rogelio Salmona diseñó en ese lugar un monumento al que llaman el Exploratorio, rodeado de fuentes y con el halo de preservar la memoria en un lugar que no la tiene. Ahí, en medio de la sala de la casa, estuvo durante cuarenta años la tumba de Jorge Eliecer Gaitán.
El 25 de enero del 2019 cuando se cumplían los 117 años del natalicio de Gaitán, Gloria entró a su casa paterna, acompañada de varias personas. Los muebles, amenazados por la humedad y los hongos, estaban arrumados en un cuarto sellado. La rabia la despertó para volver a la trinchera y retomar la defensa de algo que le pertenece no solo a ella sino a todos los colombianos: la memoria de Jorge Eliecer Gaitán, el líder político más recordado de Colombia.
La presión comenzó con un derecho de petición dirigido a la rectora de la Nacional exigiendo honrar el compromiso. Pero tampoco piensa descuidar el frente institucional y busca que sea la Alcaldía de Bogotá, a través del Centro de memoria Paz y reconciliación, el que ocupe la administración de la Casa-Museo Gaitán. Gloria quiere alzar su voz hasta la Unesco, entidad rectora de las política de museos en el mundo, para llamar la atención sobre esta triste realidad y para ello usó el conducto de la representante ante ese organismo, Vivianne Morales, embajadora a su vez de Colombia en Francia.
Durante casi dos décadas la Universidad Nacional y Gloria Gaitán tuvieron un fuerte cruce de cartas y demandas. Gaitán regresó a la casa el 25 de enero de 2020 y encontró una serie de irregularidades en la casa empezando por una cantidad de objetos que habían pertenecido a la familia del líder asesinado y que ya no estaban allí.
En el 2009 la Universidad Nacional publicó un folleto en el que denunció a la señora Gaitán por supuestas irregularidades en la administración de la casa museo durante su gestión. Gloria Gaitán estalló. La respuesta fue hacer una demanda durísima en donde también habló de los abusos y el descuido en el que tenía la Nacional el patrimonio de su papá. Incluso presentó el inventario y la lista con las cosas que se habían perdido.
Además, pidieron $2.400 millones de pesos a entregar a la familia del líder asesinado para intentar resarcirse de haber convertido el museo en un “centro de fabricación de injurias y calumnias contra el legado del caudillo”. Gloria Gaitán demostró que en el 2007 había terminado el proceso de sucesión de la casa de Santa Teresita y que la Nacional la tenía alejada de su “posesión y tenencia”.
En el 2009, en primera instancia, el Tribunal Supremo de Cundinamarca falló en contra de Gaitán. Sin embargo apelaron y, desde noviembre del 2021, en segunda y definitiva instancia, la justicia decretó que la Universidad Nacional debe reparar a Gloria Gaitán y sus dos hijas. La Universidad deberá dejarlas volver a entrar a la casa, tomar propiedad y además pagarles 105 millones de pesos de indemnización. En su lucha por la verdad y la recuperación de la memoria de su papá, Gloria Gaitán no está conforme con el fallo, su pelea es por el memoricidio de Jorge Eliecer Gaitán.