Glifosato, fracking, deforestación, minería y contaminaciones; de aire, agua y tierra; con gases, carbonos y residuos; sólidos y líquidos, que arrojan a las corrientes ribereñas y los océanos, son factores destructivos exterminantes, de forma lenta pero efectiva.
Este gobierno, del presidente Ivan Duque, se empecina, contrario a lo comprometido en la campaña presidencial, a imponer dos exterminios al medio ambiente, estimulado y motivado, por las prácticas de corrupción, gestadas en las maniobras de utilidad económica, se expiden dos decretos, por el término de un mes, para información y conocimiento ciudadano, de los actos a ejecutar, como pruebas pilotos, con prácticas de tecnología fracking y otro para reactivar, las fumigaciones aéreas con glifosato, que estaban suspendidas. Los decretos están colgados en páginas de los Ministerios de Medio Ambiente, Defensa, Justicia, Mina y Energía y Agricultura. ¿Para qué lo publican? ¿Para lavarse las manos? Caso curioso es la recién nombrada en el nuevo Ministerio creado, Ciencia y Tecnología, Mabel Torres, quien se manifestó en contra de la utilización del Fracking y Glifosato, desatando tormentas, arremetidas y malestar político; en el uribismo.
De nada sirve opinar para frenar los deseos, ambiciones, beneficios y utilidades; que persiguen los ejecutivos que gobiernan, con las comisiones económicas, que ofrecen en la ocasión oportunas, los operadores interesados en el jugoso negocio, que se irrigan o reparten, previo a las operaciones, a quienes garantizan la asignación y ejecución de concesiones, con protección, a los operadores, en circunstancias similares, por ejemplo Odebrecht, que compran autoridades y gobiernos, para efecto de explotaciones económicas.
Se requiere con urgencia, frenar los grados de recalentamiento en la tierra y se necesita, de manera emergente y lo más pronto posible, desechar el uso carbón y petróleo, cambiando las costumbres tradicionales por alternativa, en el uso de energía natural (solar, eólica, hídrico entre otros). Pero, contrario a esta realidad, se sigue pensando por intereses económicos particulares y favorecimientos personales, ordenando autorizar contra la voluntad popular, la práctica del fracking, para beneficio del gobierno y los aliados externos. Los volúmenes de agua que utilizan en las perforaciones es descomunal, pero todo por la plata, importándoles con indiferencia un carajo la vida. Científicos están solicitando a gritos, precisamente ahora, la declaratoria de emergencia climática
En cuanto al Glifosato, para los cultivos ilícitos, esa es otro gran negocio, que lleva más de 40 años, usándolo en territorio nacional y no han podido, erradicar los cultivos de coca, donde se han gastado o botado más de 5 billones, en el manejo de fumigaciones de cultivos ilícitos y no le han hecho mucha mella. La cocaína procesada sigue financiada, por los consumidores gringos, que mucho les gusta aspirarla. No la consumen por contaminación aérea, ni de manera forzada. Pagan por lo que sea, con tal de adquirir las dosis de consumo. La fumigación de una hectárea de tierra con planta de coca, tiene un costo de $32 millones de pesos, es decir, vale más que el precio catastral o comercial de la tierra. Lo que se puede entender, que el gobierno no esté cubriendo, ni cancelado los pagos por daños causados con el Glifosato, justificando falta de dinero y esté, promoviendo las fumigaciones aéreas. Están incumpliendo a los campesinos con los programas de sustitución de cultivos por erradicación voluntaria, abandonándolos, desatendiendolo y colocándolo; en un segundo plano, por darle prioridad en esparcion aérea de fumigación, por diferencias de intereses, operativos y de beneficios lucrativos que uno y otros arrojan. El uso de Glifosato está prohibido en muchos países, por los daños que causa en la salud y la vida, generando cáncer, malformaciones de seres humanos, esterilización de la tierra, secando las vegetaciones y matando, abejas, aves y reptiles.
Aquí en Colombia, se tiene que acabar la hipocresía y la doble moral, para ganar la confianza y credibilidad, por quienes gobiernan. Con maniobras engañosas y hasta perversas, aparentando estar con Dios, pero creo son unos demonios.
Las únicas formas que veo para acabar con la violencia en Colombia, es legalizar el consumo y comercio, de cocaína y marihuana, gravándolo con tributos, en favor la nación, departamentos y municipios; para reciban ingresos, en igual forma, que: licores, cervezas, café, cigarrillos, aperitivos, etc. Aun cuando muchos consideren este planteamiento descabellado, la otra solución, sería que los gringos juren y manifiesten, masivamente que dejarán de consumir cocaína y cumplan con el juramento. Así se acabaría el negocio y la violencia. ¿Quiénes van a cultivar, procesar, transportar y comercializar cocaína, si se erradica el consumo? La solución está en la erradicación, no de los cultivos, sino en el consumo, de lo contrario, es gastar pólvora en gallinazo y buscar el ahogado rio arriba.