Fueron muchos los momentos que me tocó recocliar el martes 17 de enero del 2023, cuando justo se cumplía un aniversario más desde que se publicó la primera edición de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha en 1605, para encontrar el sustantivo que me permitiera calificar el trabajo que hacen los árbitros en las contiendas deportivas. En esta oportunidad, al único que pude acceder fue al de siempre: justicia. Por eso hay que asistir al Festival de Festivales, para uno saber a qué se atienen los “hombres de negro” cuando llegan con esa misión.
Es el caso de Giovanny Mosquera Arce. Él es un hombre que vino del puerto de Turbo (en el Urabá antioqueño), cuando apenas despuntaba el mes de enero de 1994, como utilero de un equipo que siempre estuvo llamado a ser el protagonista de las finales de lo que antes se llamaba Ponyfútbol, pero al que nunca se le pasó por la mente ser uno de los protagonistas de estas celebraciones que solo se dan en la cancha Marte 1 de la ciudad de Medellín.
Jugó como delantero pero nunca pasó nada con él, así que le hizo caso a una convocatoria para el arbitraje y desde 1998 se tomó entre pecho y espalda semejante responsabilidad como lo es ser quien decide si una jugada fue legítima o no. En el 2002 debutó en su tierra en un mundialito que se llevó a cabo precisamente en Turbo y luego se vino para Medellín y desde el 2004 hace parte de la planilla de los árbitros oficiales de las finales de este deporte de niños y niñas.
Cuando lo abordamos para que nos diera sus impresiones en este 2023, nos dice que este fue su partido final, que ya se retira de la actividad. Sin embargo, nos deja una gran lección de honestidad cuando señala que tuvo varios errores, como la vez que expulsó a un niño o cuando en el 2006 pitó una falta que no era penalti porque fue cometida por fuera de las 18 yardas (porque hizo la diagonal mala y, a pesar de que la corrigió, nunca se le olvida, ya que lo marcó para siempre).
Nació en 1982 hijo de Licinio, ya fallecido, y de Estebana, que hoy cuenta con 82 años de edad. Es padre de dos hijos. Tiene el alma en el fútbol y añora los tiempos cuando los equipos de Urabá eran los que marcaban el meridiano en Antioquia. Ya no porque allá desaparecieron los campeonatos locales y se les olvidó la competencia sana, como pasa con los equipos del Bajo Cauca.
Con él son 50 árbitros los que tienen bajo su tutela la dirección de los partidos en la Babyfútbol. Vienen de sitios y regiones tan distantes como Ocaña, Valle del Cauca, Yopal, Valledupar, Turbo, Chigorodó, Segovia, San Roque y del Arauca vibrador. Para ellos un saludo porque sin ellos este torneo no tuviera la categoría que hoy se le reconoce en todos los medios.
